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NBA | LAKERS 132 - 131 RAPTORS

Los Lakers reescriben el manual de supervivencia

Segunda victoria consecutiva en otro partido ajustadísimo, resuelto al final con talento, tiros libres y un Davis estelar: 40 puntos. Ham sigue vivo. Los Raptors se quejaron del arbitraje.

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Segunda victoria consecutiva en otro partido ajustadísimo, resuelto al final con talento, tiros libres y un Davis estelar: 40 puntos. Ham sigue vivo.
Segunda victoria consecutiva en otro partido ajustadísimo, resuelto al final con talento, tiros libres y un Davis estelar: 40 puntos. Ham sigue vivo.SEAN M. HAFFEYAFP

Los Lakers se han abonado a una bombona de oxígeno para poder respirar dentro de la mayor de las tempestades del océano más oscuro. Y le están sacando rédito. Lo hacen poco a poco, siendo conscientes de que el aire se puede acabar en cualquier momento y que más vale aguantar mucho en los pulmones para no malgastar eso que les permite seguir vivos. Y parece mentira, pero tampoco nos puede extrañar: al fin y al cabo, ya vimos algo parecido la temporada pasada, cuando remontaron de forma milagrosa y llegaron a playoffs como un tiro, play in mediante, para superar dos rondas seguidas, la segunda ante la dinastía de los Warriors, y plantarse en unas finales de Conferencia en la que se impusieron los Nuggets y la lógica, pero que también fue una eliminatoria a la que nadie pensaba que llegarían unos meses antes. Eso sí, aprobar el examen estudiando el último día no siempre resulta y en algún momento se acabarán los ases en la manga y el oxígeno de la bombona para los Lakers. Que, de momento, y a cuentagotas, siguen subsistiendo. Por muy inexplicable que eso sea.

Por abrasión, insistencia, talento y una pizca de suerte, los Lakers salieron vivos ante los Raptors (132-131) dos días después de hacer lo mismo ante los Clippers (106-103). Y si en esa ocasión un intento de triple de Norman Powell en la última jugada se salía de dentro, en esta los canadienses se convirtieron en los Warriors de 2017 y empezaron a meter todos los triples posibles e imaginables, lo que impedía cerrar el partido. Anotaron 17 en total (en 35 intentos, un excelente porcentaje), siete en el último periodo y tres en los últimos 1:08. El último de ellos, de Pascal Siakam, fue sobre la bocina y ya sólo sirvió para maquillar el resultado, pero la emoción que le dieron al partido fue máxima. Mención especial aquí también para los Lakers, especialmente Anthony Davis y Austin Reaves, que anotaron los 10 últimos lanzamientos desde la personal desde los angelinos, todos ellos sin fallo, para amarrar la victoria.

Davis fue precisamente el mejor del partido con 40 puntos, 11 rebotes y 6 asistencias. Mientras que LeBron James se fue a 22, con 5 rechaces y 12 pases a canasta, tomando las decisiones correctas al final y tirando de su sabiduría habitual. Hasta siete jugadores de los Lakers llegaron a los dobles dígitos, incluido un Christian Wood que se fue a 14 y tuvo protagonismo en el periodo final por obra y gracia de un Darvin Ham que se aferra a un puesto más cuestionado que nunca. Las discrepancias con los jugadores se han resuelto temporalmente entre bambalinas, con una reunión a puerta cerrada en la que el entrenador permitió que la plantilla diera su opinión. Las rotaciones, algunas con sentido y otras con menos (habrá que ver que papel tiene Max Christie a la larga o el propio Wood), se siguen sucediendo para el técnico, que no para de probar pero ha dejado de mencionar, al menos de momento, el tema de las lesiones como excusa (ya sólo falta Gabe Vincent y Rui Hachimura). Y Phil Handy (que ha sonado como su posible sustituto) multiplica su energía y la convierte en hiperactividad con el beneplácito de su jefe. Dos victorias no sirven para que pase una tempestad en los Lakers. Pero Ham puede dormir tranquilo al menos esta noche. Pero no muchas más, que aquí hay trabajo siempre.

Los Raptors, que merecieron más, siguen probando la diferentes variantes que les dio el traspaso de Anunoby a los Knicks. RJ Barret se fue a 23 tantos e Immanuel Quickley a 21. Pascal Siakam, que estuvo tanteado por los Kings pero sin hacer efectivo el movimiento por su promesa de no renovar en verano y convertirse en agente libre, logró 25 puntos, 4 rebotes y 3 asistencias. Scottie Barnes se fue a 26. Gary Trent, destacado al final y con una mecánica de tiro que siempre causa pavor si lo que no quieres es que acierte, 14. Y Dennis Scrhöder, miembro de los Lakers en los pasados playoffs (y campeón del mundo, con MVP incluido, con Alemania en septiembre), a 10. Los canadienses siguen con su irregularidad habitual, aunque suman tres victorias en los últimos cinco partidos. Pero el objetivo, confirmado por sus últimos movimientos en el mercado, es mejorar: 15-22 y en el undécimo puesto de la Conferencia Este, a un paso del play in y con plantilla y argumentos para luchar por ello. Veremos.

¿Y los Lakers? Fueron un absoluto boquete en defensa (el último cuarto fue un 44-42), permitieron muchos puntos en la zona y también desde fuera. Y en cuanto frenaron a sus rivales en dos jugadas consecutivas consiguieron la ventaja definitiva: del 122-121 al 126-121. Y a resolver desde una personal que les dio muchos réditos, para pesar de los Raptors y sus quejas posteriores: para dar datos, 23 de los 36 tiros libres intentados fueron en los 12 minutos finales, con 19-0 en los últimos cuatro minutos (una diferencia que no tenía lugar desde el 9 de noviembre de 2010), pero 10 de ellos fueron obligados al ir los canadienses por detrás en el marcador. Algo que se encargó de criticar mucho el técnico del equipo canadiense, Darko Rajaković, que en rueda de prensa habló de “vergüenza” y puso las decisiones arbitrales en el punto de mira.

Ahora, falta por ver qué tipo de equipo son los Lakers. Si el que conquistó Oklahoma en uno de los mejores partidos de la temporada o el que cayó ante los Spurs. Si el que gana a los Clippers o naufraga contra unos Grizzlies llenos de bajas. Si el que compite hasta el final (y con polémica) en Minnesota, o cae de 20 en Nueva Orleans. Eso es lo que tienen que buscar los Lakers a partir de ahora: la definición. Una que tenga que ver con el gen ganador que acompaña históricamente a la franquicia y que permita que los brotes verdes sigan creciendo y las crisis no se acentúen tanto como para ponerlo todo en duda y hablar de decisiones drásticas, algo que va muy acompañado a la exigencia constante que arrastra una entidad legendaria. Al final, el manual de supervivencia no siempre resulta. Y la bombona de oxígeno, si bien funciona a corto plazo, tiene un límite. Es lo que hay.

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