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NEW YORK KNICKS

Los Knicks tienen un problema

Mitchell Robinson no regresará “hasta diciembre o enero” y el puesto de pívot, el más débil tras la salida de Hartenstein, queda muy debilitado.

Los Knicks tienen un problema
ELSAAFP

Los Celtics fueron el mejor equipo de la pasada temporada con una notable diferencia. Además del campeón, que también (ambas cosas suelen coincidir): el mejor equipo. Un margen con respecto a los demás que se amplía si se considera solo la Conferencia Este, donde ganaron catorce partidos más, ¡catorce!, que el segundo clasificado: 64-18 por el 50-32 de los Knicks.

Antes del inicio de la nueva temporada, se alinean los aspirantes a destronar al rey celtic. En el Este, y mientras el nombre de Miami Heat va quedando en el olvido, intentan reformularse los proyectos de Bucks y Sixers y maduran equipos como Pacers y Magic, que tendrán que demostrar que pueden subir otro peldaño en el escalafón si quieren establecerse en el grupo de los aspirantes. Los Cavs son una incógnita interesante y los Knicks, en realidad, son los que se han convertido en el favorito de todo el mundo si hay que señalar un candidato a verdadero problema para los Celtics. Las lesiones impidieron que se viera en playoffs la verdadera dimensión de un equipo relanzado con la llegada de OG Anunoby en Fin de Año. Y este verano han sumado a Mikal Bridges a lo que ya era una unidad defensiva de absoluto primer nivel. Un comando al estilo Thibodeau.

La llegada de Bridges para formar una excepcional pareja de forwards defensivos (a priori, la mejor de la NBA) dispara, a priori, el techo de un equipo que parece además perfectamente capacitado para poner en problemas a los Jays, Jayson Tatum y Jaylen Brown, los conductores de la locomotora de los Celtics. Además, las extensiones de contrato para Thibodeau y Jalen Brunson y el nuevo acuerdo con Anunoby han puesto a los Knicks en, a priori, su momento más ilusionante en muchos, muchos años: no juegan una final de Conferencia desde 2000. Sin embargo, el verano no terminó sin lunar: Isaiah Hartenstein aceptó la oferta de Oklahoma City Thunder (irrechazable: 87 millones por tres temporadas) y dejó, con su marcha, un hueco muy notable en el juego interior.

Un hueco, además, que será más grande, al menos en la primera parte de la temporada, porque Mitchell Robinson seguirá de baja al menos hasta algún momento entre diciembre y enero, en función de cómo evolucione la recuperación de su lesión por estrés en el pie izquierdo. Dicen que al que nace para martillo, del cielo le caen los clavos. Y antes de comenzar la temporada, los Knicks ya se tienen que enfrentar a su principal temor, esas lesiones que ya acabaron con sus opciones en los últimos playoffs y que algunos vinculan a la exigencia extrema de Thibodeau. Además, el problema llega en esa posición de pívot en la que ya hay peligro de delgadez extrema tras la salida de un Hartenstein que fue fundamental el pasado curso, especialmente cuando se lesionó Robinson.

El mercado y la opción de Randle

Pívot titular a priori la pasada temporada, Robinson (26 años) jugó solo 31 partidos por ese problema en el pie izquierdo que le hizo pasar por el quirófano en diciembre y otra vez en mayo, después de una recaída en los playoffs. Sin él, Hartenstein dio un tremendo salto de nivel. Pero su enorme presencia defensiva volvió a quedar de manifiesto en la primera ronda de playoffs, contra los Sixers y un pívot tan dominador como Joel Embiid. La trascendencia de Robison es enorme como ancla defensiva y factor en el rebote, una pieza por eso con la que los Knicks no quieren correr ninguna prisa: una lesión por estrés en un pie es algo muy preocupante en un jugador de su volumen y, además, se ha perdido ya 125 partidos de regular season en las últimas cuatro temporadas. Con el objetivo de que todos estén bien en playoffs, en los Knicks tratarán la recuperación con la máxima paciencia. Mientras tanto, tendrán que volver a hacer lo que parece que siempre están haciendo: buscar soluciones sobre la marcha. Al que nace para martillo…

Hace unos días, Thibodeau sorprendió cuando aseguró en una entrevista para NBA (seguramente porque ya sabía cómo iban las cosas con Robinson) que Julius Randle podría jugar más minutos como pívot. Un ala-pívot pequeño para hacer de cinco y eternamente cuestionado aunque ha sido tres veces all star, Randle regresa tras una fea lesión de hombro que le obligó a pasar por el quirófano y le hizo perderse, entre dudas del cuerpo médico sobre si operarse o buscar una tratamiento más conservador, toda la segunda parte de la temporada pasada. Un jugador con muchos recursos en ataque, no es desde luego una presencia defensiva, y jugará en lo que básicamente considerará un último año de contrato porque tiene una player option para la temporada 2025-26. Si Thibs apuesta más por un small ball que no suele ser plato de su gusto, Anunoby también tendría minutos como falso pívot.

El mercado es otra opción. Lo ha sido durante todo el verano: jugadores de perfil más o menos alto (Clint Capela, Isaiah Stewart) o no tanto (Walker Kessler, Nick Richards) han sonado insistentemente como posibilidades, aunque a priori los Knicks comenzarán con lo que tienen. Saben que no hay que moverse por simple impulso o desesperación… pero también que una pieza mal encajada por destrozar todo el puzle, y es un riesgo que no querrán asumir en un momento tan crucial para un proyecto de ambición máxima. Mientras, Thibodeau se fía del trabajo de Precious Achiuwa, que realmente cumplió cuando llegó la plaga de lesiones la pasada temporada, aunque jugó muchos minutos como ala-pívot al lado de Hartenstein. Y cuenta también con Jericho Sims como alternativa en una posición de pívot que se puede convertir en el talón de Aquiles de un equipo pensado para ir a por todas. A por los Celtics… y a por el primer anillo desde 1973.

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