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NBA | PLAYOFFS 2023 | GRIZZLIES-LAKERS

LeBron el “viejo” y el Lakers-Grizzlies: la revolución se juega en Los Ángeles

En una serie de difícil previsión, los Lakers afrontan dos partidos esenciales en el Crypto Arena y la necesidad de ganar. LeBron lucha contra Brooks, el tiempo y la historia.

LeBron James: “ Mi mentalidad todos los años es ganar el campeonato y he sido exitoso en cuatro ocasiones”
Gary A. VasquezUSA TODAY Sports via Reuters Con

Ya están aquí: los Lakers vuelven a Los Ángeles para jugar playoffs por primera vez desde el 3 de3 junio de 2021. Ese día perdieron ante los Suns en primera ronda, con la mitad del equipo tocada, para decir adiós a una temporada de calendario condensado , de 72 partidos, que se hizo muy cuesta arriba tras el anillo de 2020 y provocó muchas lesiones y una imposibilidad manifiesta de mantenerse a flote al final. Entonces, Frank Vogel estaba todavía en una franquicia en cuya plantilla jugaba, por ejemplo, Marc Gasol. El Crypto Arena era todavía el Staples Center. Y las cosas eran tan distintas como similares. Sí estaba LeBron James, que promedió en esa serie 23,3 puntos, 7,2 rebotes y 8 asistencias, pero no fue ni el problema ni la solución de unos Lakers que en realidad no la tenían. Tenía 36 años que hoy son 38, no había superado aún en puntos a Kareem Abdul-Jabbar y parecía que su carrera empezaba un lento declive que todavía no ha llegado y no parece que vaya a llegar nunca.

Hay quien dice que LeBron está viejo. Concretamente un Dillon Brooks que ha hecho gala de su consabida verborrea para (intentar) molestar a un ser celestial que no pierde el tiempo con dichas cosas y se dedica a hablar en la pista. Y ahí será, en el Crypto Arena, donde dicte sentencia: ante un público más pendiente de parecer que de ser, pero que siempre se guarda algo de energía y concentración para las grandes citas. Una ciudad, la de la luz, que vive del glamour y las apariencias, pero que tiene una tradición baloncestística tangible y palpable; y es consciente de que el Rey está, probablemente, ante su última gran oportunidad. Porque sí: los Lakers, aunque sea mínima, la tienen. El Oeste no es lo que era, las finales de Conferencia están baratas y pocas veces hemos visto a un séptimo entorchado con tantas opciones como las que tienen los angelinos. Porque han acabado muy bien la temporada, tienen buena plantilla y creen que pueden lograrlo. Y porque el rival permite pensar que la primera ronda se puede superar.

No es una certeza, eso no existe en la NBA, pero los Lakers pueden sacar cosas muy positivas de los dos primeros partidos en Memphis, un lugar que volverán a visitar obligatoriamente pase lo que pase en Los Ángeles. Han recuperado la ventaja de campo, están sanos (de momento), tienen recursos y muchas ganas. La victoria en el primer encuentro fue un bálsamo, una absoluta declaración de intenciones. La derrota en el segundo se olía, se veía venir, y aun así fue (hasta cierto punto) competida y peleada. No se han dejado llevar, algo que no ha ocurrido en ningún momento de la temporada, una de las virtudes de un Darvin Ham que, en su primer año como primer entrenador, alterna luces y sombras, pero ha demostrado de forma sostenida una virtud enorme: la de mantener focalizado y motivado al equipo por mucho que la situación fuera adversa, permitir a los suyos creer a pesar de estar en el puesto 13 del Oeste durante muchas semanas. Y ahí están: en playoffs. Hace unos meses parecía mentira, desde luego.

Las estrellas y la intendencia

El desarrollo de lo que pueda quedar de eliminatoria dependerá del nivel global de dos equipos muy dependientes de sus secundarios. Los Lakers, que finalizaron la regular season con un gran 18-9 y han sido el mejor equipo del Oeste desde el All Star, tienen la necesidad de que la serie sea lo más corta posible para que LeBron y Anthony Davis tengan tiempo para descansar de cara a unas semifinales que prometen pase quien pase y sea quien sea el rival (Warriors o Kings). Y ahí llega la función de los otros: Rui Hachimura ha tenido un nivel superlativo en los dos primeros duelos (29 y 20 puntos con excelentes series de tiro) y Austin Reaves dejó hace tiempo de ser un condicionante y se ha convertido en un seguro. Pero se necesita (mucho) más de D’Angelo Russell (el 2 de 11 del último encuentro fue demasiado, igual que sus 30 minutos en pista), Dennis Schröder (7 y 0 puntos en los dos partidos), Malik Beasley (0 y 7) y Troy Brown (3 y 0). La ayuda en defensa de Jarred Vanderbilt cumple una misión, pero sin que esté involucrado el resto en ambos lados de la pista la cosa se complica.

Y luego están LeBron y Davis, que van por turnos: el primero jugó mejor el segundo asalto que el inicial, justo al revés que su compañero. Ambos tienen que dar un paso a un lado en el Crypto y no es de extrañar que veamos una versión mejorada del Rey: le gusta empezar despacio los playoffs, viendo lo que se cuece a su alrededor. Ahora, es momento de emerger, y las palabras de Brooks no son más que gasolina para convertir el fuego en auténtico infierno. Los Lakers tendrán que vigilar las rachas de triples de Luke Kennard, el propio Brooks, Desmond Bane o David Roddy. Y a Ja Morant, que presumiblemente volverá tras sus molestias en la mano derecha. Los Grizzlies han jugado mejor sin el base que con él, muy bien defendido en el game 1 por Vanderbilt y una telaraña plagada de ayudas. Y su vídeo con una pistola desmadejó la química de un grupo joven que todavía no se ha recuperado del golpe e intenta hacerlo ganando una serie muy abierta y para la que no valen predicciones.

Así están las cosas. La serie empatada, con los Lakers ligeramente por delante si esto fuera a los puntos pero, al final, empatada. Y eso es lo único que cuenta: una eliminatoria larga no interesa a los angelinos, que intentarán de forma ya veremos si imperiosa (a veces las prisas no son buenas consejeras) llevarse los dos partidos en el Crypto Arena. El guion se lo conocen, Davis y LeBron irán hacia arriba, han recuperado la ventaja de campo y, si la salud les respeta, “el cielo es el límite”. Eso dijo Russell tras el primer asalto, algo de lo que no tenemos por qué estar del todo convencidos. Al final, es una plantilla que lleva poco tiempo junta (desde febrero, concretamente) y no hay que sacar conclusiones precipitadas. Pero tampoco descartarles para nada. Al fin y al cabo, tienen a LeBron James: un hombre que sigue con su incansable lucha contra el tiempo. También, claro, contra Dillon Brooks. Y, ante todo, contra la historia.