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La necesidad de la pensión por 10 años en la NBA: “No es por mí, es por mis hijos”

Tony Snell quiere volver a la NBA para poder cobrar una pensión que a partir de los 45 años sería de 200.000 dólares anuales. Sus hijos sufren autismo.

Tony Snell
Andrew Wevers-USA TODAY Sports

El dinero que los jugadores de la NBA reciben como parte de la pensión es algo de suma importancia. Si juegas durante tres temporadas completas, tu compensación a partir de los 45 años será de 65.000 dólares anuales. Pero si llegas a los diez campañas, toda una década, se dispara a los 200.000. Rozando esa cifra está Tony Snell (32 años, 1,98 cm), un viejo conocido para la mejor Liga del mundo que, sin embargo, no juega un partido oficial desde el 10 de abril de 2022. Ese año, fue parte del paquete que los Blazers mandaron a Nueva Orleans para que la franquicia de dicha ciudad se hiciera con los servicios de C.J. McCollum, en un movimiento que supuso también la primera piedra del camino para la reconstrucción del equipo de Oregón. Una que ha finalizado este año con el traspaso de Damian Lillard, estandarte e icono cultural de Portland.

Pero esa es otra historia. Snell no contó para Willie Green en los Pelicans y fue rebajado al ostracismo, sin apenas protagonismo en regular season ni minutos en playoffs, en los que ni siquiera saltó a la pista. En verano, nadie le reclamó, por lo que se quedó a las puertas de su décima temporada en la competición norteamericana... y el derecho a la pensión que ello supone. En total, nueve cursos baloncestísticos en seis equipos distintos: empezó en los Bulls, ya en el ocaso del proyecto entrenador por Tom Thibodeau y con Derrick Rose arrastrando muchas lesiones. Sus tres campañas siguientes fueron en los Bucks, donde coincidió con Giannis Antetokounmpo. Y a pesar de consagrarse en esos equipos como un sólido defensor que anotaba los triples liberados, se convirtió en carne de traspaso posteriormente para pasar por Pistons, Hawks, Blazers y Pelicans.

Ahora, Snell está sin equipo, pero se sigue entrenando esperando volver a las pistas. Está en su segunda temporada en la G League, en los Maine Celtics, afiliado del equipo de Boston del mismo nombre, pero no ha conseguido volver a la mejor Liga del mundo. Es lo que espera para tener esa pensión de 200.000 dólares... y para entrar en el plan médico premium del sindicato, que le cubriría a él y a toda su familia, incluidos sus dos hijos, Karter, de 3 años, y Kenzo, de 2, diagnosticados con autismo. “Es algo que realmente necesito. No sólo para mí, sino también para mi esposa y mis hijos”, asegura Snell en declaraciones realizadas a Yahoo Sports, en las que cuenta su situación y la de su familia y solicita un hueco en la NBA.

El autismo es un problema que también sufre el propio Snell, que ha asegurado que su única forma de relacionarse ha consistido en el baloncesto. Y, a través de una fundación, intenta ayudar a los niños que tienen este problema. Igual que a sus hijos, que, a diferencia de su caso, sí les han diagnosticado pronto la enfermedad. Para ello, necesita regresar a la NBA, algo que le ayudaría a costear gastos y asegurar el futuro de sus hijos. Desde la competición ya hay gente que se ha pronunciado, como Charles Barkley: “Solo espero que le fichen”, ha dicho. “Tiene que ser caro tener a dos hijos en esa situación. Así que lo espero de la NBA. Siempre hablamos de ser una familia”. Su futuro es incierto, pero siempre hay opciones. Veremos.

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