Kuminga es una encrucijada
Los Warriors no acercan posturas con el alero y siguen pendientes de cómo evoluciona el mercado. Jimmy Butler aparece como opción lejana.
Los Warriors aseguraron, al menos, la extensión de Stephen Curry, que firmó un año extra por 62,6 millones y alargó su vínculo con la franquicia de su vida (llego en el draft de 2009, en marzo cumplirá 37 años) hasta 2027. Hay una parte práctica, pero es un asunto sobre todo emocional. Una forma de expresar confianza en un momento duro, de evitar rumores y de dar margen de maniobra, al menos desde un punto de vista mediático, a la franquicia, con la que obviamente Curry quiere seguir hasta que se retire pero que parece ahora mismo lejos de ofrecerle la posibilidad de pelear por un quinto anillo. Lo que hace no tanto estaba garantizado en la Bahía, ahora queda a una distancia que el talento histórico de Curry ya no basta para cubrir. Ley de vida en el deporte.
Los Warriors tienen a un Curry que va camino de los 37 y a un Draymond Green que tendrá 35 cuando arranquen los próximos playoffs (esté su equipo o no esté: viene de no estar). Los dos tienen contrato hasta 2027, y Steve Kerr amplió el suyo para asegurar su vínculo hasta 2026. Son, obviamente, el núcleo de un equipo que será distinto por el simple hecho de no tener ya a Klay Thompson, una ausencia hasta hace no mucho inimaginable pero que se fue convirtiendo en inevitable a medida que avanzó, entre desencuentros y frustraciones (deportivas y salariales) la pasada temporada. Han fallado los intentos de relanzarse como aspirantes, básicamente dos: los Clippers no querían dejar que Paul George se fuera a un vecino de División y los Jazz solo se planteaban el traspaso de Lauri Markkanen a cambio de unos de esos retornos históricos, irrechazables. Y los Warriors no querían llegar a tanto.
Han pescado, eso sí, más clase media: De’Anthony Melton, Kyle Anderson y Buddy Hield. Y el movimiento joven, un desastre en el puente que debía unir el anillo de 2022 con el futuro, mostró brotes verdes en la camada de 2023: Brandin Podziemski (pick 19) y Trayce Jackson-Davis (57). Desde el último draft llega Quinten Post (52), un proyecto prometedor porque mide 2,13 y metía el 39% de sus triples en College. Así que los Warriors tienen con qué trabajar para ser mejores que en el curso pasado, muy malo, siempre en función de qué va a pasar con los principales: estará sano Curry, estará en sus cabales Green, podrá volver a ser competitivo Wiggins, tendrá continuidad Payton II, qué queda en el depósito de Looney…
Siempre a vueltas con Jonathan Kuminga
Pero hay otro asunto pendiente. Uno fundamental, para el corto, el medio y el largo plazo. En lo deportivo y lo salarial. Y que entronca con ese fallido plan de los dos timelines del que ya salieron James Wiseman (el póster de un desastre) y Jordan Poole. Quedan, de lo que finalmente era una utopía, Jonathan Kuminga y Moses Moody, dos apuestas muy fuertes en el draft de 2021 (picks 7 y 14), que siguen sin extensión de contrato rookie a poco más de un mes de que se cumpla el plazo (21 de octubre) para firmarlas. Si no lo hacen, jugarán en último año de vínculo y serán agentes libres restringidos en julio.
El caso más complejo, y más importante en el eje principal de la rotación de los Warriors, es el de Kuminga. Una estrella en potencia, tal vez, pero un jugador hasta ahora irregular y que no siempre se ha entendido con un Steve Kerr que no ha tenido nunca muy claro cómo utilizarlo. Cuarto en minutos y tercero en puntos la temporada pasada, sus mejores sensaciones llegaron como ala-pívot, haciendo de finalizador de jugadas cerca del aro y actuando de bisagra en el frontcourt, entre Wiggins y Green. El problema es que una tendinitis de rodilla lo apartó seis partidos y los Warriors ganaron cinco con un pívot tradicional (el rookie Jackson-Davis) en el quinteto. Tanto Green como Kerr se convencieron de que esa versión defensiva era más funcional, y Kuminga, cuando regresó, volvió a jugar desde el banquillo y con menos estabilidad en sus minutos y sus funciones.
Kerr cree que la situación óptima sería que Kuminga pudiera jugar principalmente de alero, y no de ala-pívot. Que sustituyera a Wiggins y formara frontcourt con Green y Jackson-Davis. Pero le faltan dos cosas fundamentales: tiro y visión de juego, pase. Ese trío crearía unos problemas de espaciamiento tremendos al ataque, y haría que Curry jugara todavía más constreñido, ya sin Klay Thompson como válvula de escape exterior. Mientras se resuelven esas cuestiones, Kuminga quiere un contrato máximo (extensión de 224 millones por cinco años) o algo muy cercano… y los Warriors, según el periodista Anthony Slater (The Athletic) ni se plantean acercarse a esas cifras. Quieren ver qué pasa con Kuminga en su cuarta temporada, cuál es su verdadero techo, y tienen a su favor el hecho de que será agente libre restringido si no renueva, así que el control seguirá en una franquicia que, eso sí, se arriesga a estropear todavía más una relación que ha tenido y altibajos públicos durante estas tres temporadas.
Mientras tanto, los Warriors conservan sus opciones abiertas, incluida la del traspaso en caso de que una gran estrella se ponga a tiro. Con la extensión firmada, Kuminga sería muy difícil de traspasar esta temporada. La famosa poison pill juega un factor clave en estos casos: si un jugador es traspasado cuando ha firmado su extensión pero antes de que esta entre en vigor, su salario para la operación de los Warriors sería el de la temporada vigente (en este caso, 7,6 millones) pero para la otra franquicia sería el resultante del promedio de esa temporada y las de la extensión (muchísimo más alto).
La cuestión está en si hay un terreno común para una franquicia que escarmentó con los 123 millones por cuatro años que le dio en 2022 a Poole para tener que entregar una primera ronda (2030) ocho meses después sin más objetivo que rectificar por la vía rápida y desprenderse del escolta y su ya visiblemente tóxico contrato. Es complicado, y más en el panorama que pinta el nuevo convenio colectivo, con el segundo apron apretando muy fuerte a las franquicias y estas en modo más conservador de lo habitual, a la espera de ver cómo se materializan en la práctica las nuevas normas. La clase media y los contratos altos pero no de súper estrella son los que más se están resintiendo. También está en suspenso la propensión de las franquicias a apostar por proyecciones de futuro y mejores-escenarios-posibles (así tendría que ser para dar un máximo a Kuminga). De ese draft de 2021, solo han firmado extensiones máximas Cade Cunningham (pick 1), Evan Mobley (3), Scottie Barnes (4) y Franz Wagner (8). Los cuatro son del top-10, como un Kuminga cuyo futuro sigue en suspenso.
Jimmy Butler como una opción lejana
Ese futuro para los Warriors, en todo caso, sigue pasando seguramente por no perder de vista el mercado y prepararse para cualquier situación en la que una estrella y su equipo empiecen a ir en diferentes direcciones. Para el periodista Sam Amick, eso es lo que puede pasar con Jimmy Butler, que no ha firmado la extensión que quería con los Heat y que se puede convertir en objetivo de los Warriors para el verano de 2025. Entonces el escolta tendrá, eso sí, casi 36 años. Los Warriors saben que necesitan más de lo que tienen ahora mismo para poner a Curry otra vez en disposición de llevar a su equipo muy lejos en playoffs, y más en un Oeste que apunta otra vez muy alto. Sin embargo, en la franquicia han optado por la prudencia, por ahora, y han vendido que aprendieron de errores pasados y movidos por la urgencia. En concreto, desde las oficinas se apunta al traspaso por Kelly Oubre en 2020, cuando Klay Thompson se rompió el tendón de Aquiles y tuvo que afrontar una segunda temporada seguida en blanco.
A los Warriors les costó más de 80 millones de dólares en total hacerse cargo de los 14 de salario de Oubre. También tuvieron que dar un par de segundas rondas que acabaron siendo valiosas (Miles McBride, Aaron Wiggins) a cambio de un jugador que solo estuvo una temporada en el equipo y que no ayudó a que la cosa no acabara mal, fuera de playoffs tas dos derrotas en el play in contra Lakers y Grizzlies. ¿Moraleja? Siempre se puede ver cada situación de la forma que más conviene. Pero los Warriors, y lo demostraron con sus intentos por Paul George y sus llamadas para saber cómo estaba lo de Markkanen, saben que necesitan más. Y, mientras tanto, que tienen que resolver una situación que puede acabar siendo compleja con Moses Moody y, sobre todo, con Jonathan Kuminga.
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