Jordi Fernández, una opción para el banquillo de los Hawks
La franquicia de Georgia, en una situación convulsa, destituye a Nate McMillan, que llegó sentenciado al parón del All-Star. Trae Young, señalado.
El parón del All-Star Weekend se ha cobrado una víctima en los banquillos NBA: Nate McMillan ha dejado de ser entrenador de Atlanta Hawks, cargo al que ascendió desde su posición de asistente en marzo de 2021, tras la salida de Lloyd Pierce. Se quitó el cartel de interino con un tramo en el que el equipo respondió a las mil maravillas al cambio: 27-11 para acabar esa regular season y una muy sorprendente plaza en la final de la Conferencia Este.
Pero, desde entonces, las cosas no han ido bien, con un balance total de 72-69, muy poco para las expectativas que se habían creado. El pasado curso, decepcionante 43-39 y eliminación en primera ronda de playoffs tras ser noveno del Este y tener que pasar por el purgatorio del play-in. Ahora, el equipo ha llegado al All-Star en negativo (29-30) después de ocho derrotas en trece partidos y dos seguidas antes del fin de semana, contra Hornets y Knicks. Ahí, el destino de McMillan quedó escrito. Los Hawks son octavos del Este, cada vez con más pinta de verse, otra vez, abocados al cara o cruz del play-in.
La lista de posibles sustitutos para McMillan, que se va con un 99-80 total, es amplia, e incluye al español Jordi Fernández, ahora asistente de Mike Brown en Sacramento Kings, una de las grandes revelaciones de la temporada. El técnico de Badalona, de 40 años, trabajó entre 2009 y 2016 para los Cavs y durante los seis años siguientes (2016-22) fue asistente de Mike Malone en Denver Nuggets.
Además, Shams Charania amplía la lista de nombres: Charles Lee (asistente de los Bucks), Kenny Atkinson (asistente de los Warriors), Mitch Johnson (asistente de los Spurs), Miles Simon (ahora en la G League) y Quin Snyder, exentrenador de Utah Jazz y al que Adrian Wojnarowski sitúa como, seguramente, el favorito para hacerse con el cargo. Por ahora, será Joe Prunty, ayudante de McMillan, el que se haga cargo del equipo de forma interina. Ya hizo lo mismo con los Bucks en 2018, tras la salida de Jason Kidd. Firmó un balance de 21-16 y jugó una serie a siete partidos en playoffs, contra Boston Celtics.
McMillan parecía sentenciado, destinado a salir en verano, en cuanto acabara esta temporada. Pero las últimas derrotas aceleraron los acontecimientos en una franquicia de presente demasiado agitado. En diciembre, Travis Schlenk dejó su puesto de presidente de operaciones. Ahora manda en los despachos el exjugador Landry Fields, pero cada vez parece más claro que el propietario Tony Ressler (al frente desde 2015) se inmiscuye mucho en la parcela deportiva, con su hijo influyendo en algunas decisiones trascendentales. Los Hawks hicieron una apuesta muy fuerte el pasado verano con el traspaso por Dejounte Murray. Y han tenido una política errática de movimientos, definida por los constantes rumores en torno a John Collins, que sin embargo sigue en el equipo y no ha sido traspasado. La marcha de Kevin Huerter ha sido otro golpe, porque el escolta está haciendo una gran temporada en Sacramento Kings.
A McMillan se le acusaba en Georgia de poca imaginación para el juego de ataque y poca confianza en los jóvenes. El equipo ha sido esta temporada poco eficiente para anotar, muy malo desde la línea de tres, y la defensa no ha estado a la altura de que suele ser el libreto de un técnico de vieja escuela que acabó chocando con Trae Young, un jugador franquicia que ya ha tenido problemas con dos entrenadores, ya que fue también clave en la salida de Pierce. El tipo de liderazgo que ejerce Trae cada vez está más en el eje del debate sobre por qué los Hawks no consiguen dar el siguiente gran paso adelante. Mientras, sin embargo, son los entrenadores los que van cayendo alrededor del base.