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NBA | NUGGETS 128 - SUNS 125

Jokic es imposible de explicar

Triple-doble monstruoso del MVP en un Nuggets-Suns que se alza como el gran partido del 25-D. Mate para el recuerdo de Gordon y lesión de Booker.

Jokic es imposible de explicar
JUSTIN TAFOYAAFP

Lo mejor para el final, esta vez: la jornada de Navidad, el señalado 25-D de la NBA (al que esta vez le tocó pelear por el pastel televisivo con la todopoderosa NFL), cerró su maratón (decimoquinto año con despliegue de cinco partidos) con una tremenda onda expansiva que es difícil saber cómo llegó a una Costa Este donde eran más de la una y media de la mañana cuando terminó la prórroga (128-125) en la que los Nuggets apagaron el último aliento de los Suns después de un duelo inacabable, histérico: tremendo.

Faltaba el magnetismo mediático del Mavs-Lakers (Doncic-LeBron), el sabor a clásico matinal del Madison (Knicks-Sixers), las implicaciones gigantescas en la actual jerarquía de la NBA del Celtics-Bucks o la enemistad nueva y extraña, pero caótica y chisporroteante, del Warriors-Grizzlies. Era a priori, y no hay nada de malo en ello, una manera de abrir la puerta de la Navidad al MVP de las dos últimas temporadas y, de paso, también a uno de los mejores jugadores de la liga en el último trienio. La forma de completar, con Nikola Jokic y Devin Booker, el álbum del Mejor Quinteto de la pasada temporada en este 25 de diciembre.

A última hora y con (solo a priori) aroma a cierre de perfil más o menos bajo, el Nuggets-Suns no solo fue el partido del día, también acabó alzándose como uno de los mejores de lo que va de temporada. Y eso que, básicamente, faltó Devin Booker, que solo jugó cuatro minutos y volvió a quedar K.O. por los mismos problemas de ingle que le habían hecho perderse los tres partidos anteriores. Un asunto a seguir con atención. En el último partido que pudo jugar en condiciones, conviene recordarlo, le metió 58 puntos a los Pelicans. Promedia esta temporada 28 y, sobre todo, ejerce de brazo ejecutor y de congelador en finales como este, en el que su equipo le echó terriblemente de menos en un millón de ocasiones de ganar que se fueron, uno detrás de otro, al limbo.

La ausencia de Booker parecía el golpe de gracia para un partido que, sin embargo, se metió en una batidora de juego y emociones de la que salió convertido en una maravilla extenuante, ingobernable. Adictica. Una que cambiaba cada vez que la bola pasaba, cómo no, por las manos de un Nikola Jokic que firmó un +12 en más de 44 minutos en pista. En los menos de nueve (sumada la prórroga) que descansó, fue un -9 para un equipo cuyos problemas en cuanto no está su faro, el jugador que define ahora mismo a la franquicia de arriba a abajo, son ya un clásico imposible de obviar cuando se calibran sus opciones de llegar a las Finales, el gran (y realista) objetivo de estos Nuggets. Jokic acabó con 41 puntos, 15 rebotes y 15 asistencias. Nadie había firmado un triple-doble de al menos 40 puntos en Navidad. Lleva en su carrera cuatro de al menos 40+15+15, algo que solo habían conseguido Oscar Robertson y James Harden.

Un jugador básicamente inexplicable

Su candidatura a un tercer MVP consecutivo, algo que nadie ha hecho desde Larry Bird en su mágico tramo 1984-86, tiene el hándicap de que su excelencia se ha convertido en rutina y de que las caras nuevas son muy agradecidas en los premios. Pero en la última semana, solamente, los Nuggets han ganado sus cuatro partidos y el genio de Sombor ha promediado 30,7 puntos, 15,7 rebotes y 12,2 asistencias. Con tres triples-dobles, este 41+15+15 y un 40+27+10. Más vale no pensar que esto es normal, porque no lo es. Esta vez, de nuevo, tuvo que remar y empujar con todo, con el juego y con el ánimo, cuando su equipo se metió en el pozo mientras él descansaba: regresó, en el último cuarto, a 8:30 del final y con 91-96. Lleva, por cierto, 83 triples-dobles, cinco más que Wilt Chamberlain en una cuenta de pívots que está llevando a unas cifras de leyenda.

Un tiovivo asombroso condujo al partido a una batalla final de atrición que pareció el único desenlace posible en cuanto se llegó al último cuarto con todo por decidir. Los Nuggets ganaban 26-11 después de ocho minutos en los que la baja de Booker parecía un factor gigantesco, decisivo en la narrativa del partido. Los Suns, con mucho espíritu y Chris Paul poniendo a todo el mundo de los nervios, llegaron por delante al descanso (51-57) y abrieron brecha en el tercer cuarto (57-69). Y tenían la victoria casi amasada (98-106) antes de un desenlace final en el que el guion saltó por los aires y los Nuggets escaparon vivos (de milagro, eso sí) de la improvisación y la batalla de pura supervivencia. Territorio Jokic.

Aaron Gordon, excelente toda la noche, y Jamal Murray (arena primero, cal después) consumaron el vuelco (108-107) pero los Suns tuvieron la puntilla en sus dedos: Deandre Ayton falló desde la línea de personal y Mikal Bridges cometió una falta de ataque que le quitó a su equipo la última bola y se la dio a Murray, que no pudo ejercer de héroe porque Bridges se redimió con un tapón en la línea de tres. En la prórroga, los triples de Landry Shamet dieron una posibilidad imposible a los Suns (de 121-115 a 124-121), pero las pérdidas de Ayton y los problemas de Chris Paul pesaron mucho y Aaron Gordon dejó la jugada de la noche, y tal vez de la temporada, con un mate monstruoso que, con 124-123 pasó de falta en ataque a 2+1 tras revisión arbitral. El clímax de un partido en el que los Suns tuvieron una última oportunidad que tampoco aprovecharon. Tremendo.

Gordon, que dejó ese mate y otro increíble en un alley-oop infernalmente alto que le lanzó Kentavious Caldwell-Pope, acabó con 28 puntos y 13 rebotes y fue absolutamente clave en la victoria de unos Nuggets que saben que Murray (26 y 5 asistencias) busca los focos y los titulares cuando la pelota quema, haya hecho lo que haya hecho en los minutos anteriores. Un instinto que libera, al menos un poquito, a Jokic. Los triples de Caldwell-Pope aprovechando la visión del serbio compensaron los despistes de Michael Porter Jr, y los Nuggets ganaron y están ya 21-11, con cuatro victorias seguidas y líderes de un Oeste en el que tienen a Pelicans y Grizzlies a un partido y a los Suns, cuartos, ya a tres.

Chris Paul acabó con 17 puntos y 16 asistencias pero le falló la coreografía final, donde solía ser letal (5/10 extrañísimo en tiros libres). La edad no perdona, o tal vez los problemas de hombro no terminan de irse. Bridges (13 puntos, 4 tapones) y Ayton (22 y 16 rebotes) hicieron muchísimo trabajo, pero no pudieron replicar la producción aniquiladora de Booker, la guadaña en los momentos calientes. Fue, pese a la derrota, un enorme esfuerzo en condiciones hostiles del equipo de Arizona. Finalmente inútil por la magia de un MVP imposible y el empuje de unos Nuggets que son un equipo de claroscuros pero con un techo tremendo cuando suben realmente marchas (sobre todo, ay, en defensa). Así se escribió la historia de un epílogo que acabó convirtiéndose en el tomo central de la jornada de Navidad de la NBA 2022-23. El año que viene, más.