Guerra sindical abierta en la WNBA: “Las jugadoras tendrían que arrodillarse”
Napheesa Collier denuncia las actitudes de la comisionada de la WNBA, Cathy Engelbert, en plena batalla por un nuevo convenio colectivo para la liga femenina de baloncesto.
Terremoto en la WNBA después de que una de las jugadoras de mayor activismo por el progreso del baloncesto femenina, Napheesa Collier, destapara una de las conversaciones que ha tenido con la comisionada de la Liga durante negociaciones sindicales. Porque la liga se encuentra en plena resolución para la temporada 2025 pero no tiene asegurado nada para 2026. El convenio vence y las posiciones están lejanas unas de otras entre la patronal y las trabajadoras. Apunta a cierre. En este contexto, Collier (de las Lynx de Minnesota) aprovechó que había sido eliminada de la competición para exponer mediáticamente a la misma con la figura de la mandamás, Cathy Engelbert, como gancho. Y ha desatado una ola de cariño y apoyo que encona más la situación.
Después de caer con las Mercury, finalistas del torneo, Napheesa Collier acudió a rueda de prensa con un papel que le recordaba explícitamente los temas que había tratado con la comisionada. “Tenemos a los mejores aficionados y las mejores jugadoras, pero también el peor liderazgo del mundo”, llegó a decir. “Parece que la libertad de expresión está siendo multada en todo momento”, asumió por ello.
Cathy Engelbert aterrizó en la liga femenina estadounidense hace seis años sustituyendo a la presidenta Lisa Borders pero con un cargo ampliado. Acorde a su historial, ella es comisionada. Se quería así equiparar la figura de Adam Silver en la masculina. Engelbert venía de un exitoso paso, también en el puesto más alto, por la consultora Deloitte, donde se convirtió en la primera mujer en ser nombrada consejera delegada.
Nada hacía presagiar que no supiera llevar unas negociaciones con representantes sindicales en una reivindicación que suena lógica: el crecimiento de la competición debe ir de la mano a mejoras salariales. Porque este trompazo público hace asegurar al Sports Business Journal que Engelbert, de 60 años, no continuará su andadura al frente de la WNBA cuando esta tormenta pase: “No ha sabido conectar. No es una persona que sepa tender puentes”.
Napheesa Collier se ha convertido en la cara visible de esta negociación de parte de las jugadoras. La campeona universitaria y doble medallistas olímpica es conocida por otros gestos con los que ha intentado elevar el baloncesto femenino en los últimos años: en el último creó Unrivaled junto a Stewart y otras compañeras, una liga invernal con la que pretendía evitar que las estadounidenses pudieran quedarse en el país ganando dinero en ese periodo.
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“Vamos a la guerra todos los días para proteger un escudo de una liga que no nos valora”, deslizó Collier. La jugadora aseguró haber mantenido conversaciones con la comisionada de la WNBA sobre diversos temas, todos rebotados como pelotas a un frontón. Sobre las quejas arbitrales: “Sólo las perdedoras se quejan de cosas como ésa”. Sobre el reparto del dinero: “Las jugadoras tendrían que ponerse de rodillas en agradecimiento al contrato televisivo que conseguí para ellas”. Concretamente Collier se había centrado en las jóvenes (Caitlin Clark, Angel Reese, Paige Bueckers y otras), el futuro de la Liga y del baloncesto a nivel mundial, y cómo era posible que ganaran tan poco dinero con sus contratos de novatas en los cuatro primeros años de trayectoria, a lo que la respuesta fue directa: “Caitlin debería estar agradecida de llevarse 16 millones fuera de las pistas porque sin la plataforma que la WNBA le ofrece no habría ganado nada” (algo totalmente falaz, ya que estando en la NCAA la base ya había firmado el patrocinio con Nike por cerca de 30 millones de dólares). Son contestaciones de Engelbert a Collier según la segunda. “Es un insulto a la inteligencia”, añadía. Las compañeras la han arropado. Caitlin Clark, aludida en el lío, acertó a decir que “estamos en uno de los puntos más importantes de la historia de la Liga”. La MVP y mejor jugadora del momento, A’ja Wilson, se ponía de su parte: “Estoy asqueada por lo que la he escuchado. Siempre estaré con Phee [Collier]. Seguiremos luchando por lo que representa este negocio”. Chiney Ogwumike, jugadora de las Sparks a la par que comentarista televisiva, también destapó que “ella dice que no pero la realidad es que se esconde de las conversaciones difíciles”. El tiempo se agota y las vías de comunicación, visto lo visto, se estrechan sin remedio.
Respuesta de Engelbert a las jugadoras de la WNBA
Engelbert tuvo turno de respuesta. Pero en qué momento. La presentación habitual que la comisionada hace ante la prensa de las Finales de la Liga quedó empañada por este asunto, un monográfico en que se dedicó a despejar balones.
“Me desanimó escuchar que algunas jugadoras sienten que la WNBA, y yo personalmente, no nos preocupamos por ellas ni las escuchamos. Y si las jugadoras no se sienten valoradas por la liga, entonces tenemos que hacerlo mejor. Valoramos la retroalimentación, escuchamos las críticas y mantenemos nuestro compromiso de participar en las conversaciones difíciles pero necesarias que, en última instancia, nos hacen a todas más fuertes y mejores”, dijo, añadiendo una nota personal en la comparecencia: “Nadie debería dudar jamás de lo mucho que me importa esta Liga, este deporte y cada una de las jugadoras que hacen de la WNBA lo que es”.
Collier ha movido ficha y, citando que la jefa del torneo ha empujado la relación a un punto en el que no tiene reparación, filtró que la próxima reunión que tenían programada ha sido cancelada por su parte. Otra inflamación que habrá que bajar.
¿Qué piden exactamente las jugadoras a la WNBA?
La historia va a tener un final el 31 de octubre, fecha límite de estas negociaciones. Salvo que se conceda una prórroga, o se firma un nuevo convenio o las jugadoras pararán. Habían avisado de manera sonora en agosto cuando, en una acción colectiva, se vistieron con camisetas que rezaban “pagadnos lo que nos nos debéis”. Jugadoras retiradas como Delle Donne o Diana Taurasi no se han quedado calladas, en apoyo a la nueva generación, sobre los irrisorios salarios de la competición. Ahí reside uno de los principales problemas: la propuesta de la WNBA es corta para lo que las trabajadoras consideran un progreso necesario, que lo hay en términos deportivos pero no económicos. El debate en torno a lo que cobra una recién llegada, que se mostraba con el ejemplo de Clark, no progresa. Tampoco en el otro extremo: el salario máximo por año es de 249.244 dólares y la estimación de ESPN es que pueda subir hasta el millón. No parece suficiente. El crecimiento de la Liga no va acorde, según lanzan las representantes sindicales, a lo que la Liga quiere firmar (ganancias brutas que con el contrato televisivo que entra en vigor pasarán de 60 a 200, más del triple). Los hombres se acercan al 50% participación en esos ingresos, conocidos como basketball-related income, y es a lo que se quieren aproximar también las mujeres, así como cambiar el sistema de subidas prorrateadas chafado por la pandemia de coronavirus. La WNBPA, asociación de jugadoras creada en 1998, es la que se encarga de hablar con la WNBA; está presidida por Nneka Ogwumike, de las Storm, pero es una de sus vicepresidentas, Napheesa Collier, la que ha ganado peso en estas negociaciones. Su relación con Cathy Engelbert, delfín de Adam Silver -cuyo papel en esta historia no se ha determinado y es importante, ya que buena parte del dinero saldrá de la NBA- en la liga femenina, ha quedado en punto muerto en el peor momento.
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