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MIAMI HEAT

Erik Spoelstra: el elegido de Riley que sobrevivió a LeBron

Ya consolidado como uno de los mejores entrenadores de la historia, Erik Spoelstra suma sus sextas Finales. Atrás queda LeBron, que pidió su cabeza en 2011, algo a lo que Pat Riley se negó.

Ya consolidado como uno de los mejores entrenadores de la historia, Erik Spoelstra suma sus sextas Finales. Atrás queda LeBron, que pidió su cabeza en 2011... algo a lo que Pat Riley se negó.
MADDIE MEYERAFP

Ahora puedes volver a entrenar”. Esas eran las palabras que dirigía a Erik Spoelstra nada menos que Phil Jackson, en el campus de Las Vegas de 2014, cuando apenas hacía semanas que LeBron se había marchado de Florida para regresar a la tierra prometida y conquistar, dos años después, el tan ansiado anillo. Las hazañas de la estrella en Miami empequeñecieron el mérito de Spoelstra, que tornó para muchos en elemento decorativo cuando había sido justo lo contrario. “No se le da el crédito que merece”, decía LeBron en la previa de las Finales, dando a entender una calidad que cada vez asume más gente pero obviando que fue él mismo el que, junto a Wade, acudió al despacho de Pat Riley en la 2010-11 para pedirle que bajara al banquillo por su disgusto con el técnico. La negativa del mandamás, que sí hizo algo parecido en la 2005-06, dimisión de Stan Van Gundy mediante, propició el éxito de unos Heat que están hoy disputando sus segundas Finales desde la marcha del Rey. LeBron cedió ante un Spoelstra al que acabó respetando y con el que sumó su primer anillo apenas meses después de esa charla. El segundo cayó en 2013. Nunca una negativa fue tan fructífera. Nunca significó tanto. Y nunca sirvió para tanto.

Cuando el Maestro Zen dirigió esas palabras a Spoelstra, siempre desde la experiencia (entonces tenía 69 años por 43 de su colega), quiso demostrar una realidad supina: el técnico por fin podría entrenar a su antojo, hacer su táctica, preparar sus jugadas y desarrollar un sistema de juego lejos de la escrutadora mirada de un hombre al que había que mantener contento y que había pedido su cabeza en 2011. Un jugador de ese nivel siempre influye, conscientemente o no, en tu manera de entrenar, y que esté de acuerdo con lo que dices es un estímulo claro y rotundo que te asegura una continuidad que Spoelstra tuvo antes, después y durante la estancia del Rey, algo meritorio si tenemos en cuenta que es el único entrenador que ha tenido a LeBron en su equipo y sigue como técnico principal en el mismo sitio en la actualidad. Mike Brown está en los Kings tras ser asistente de Steve Kerr y tras Lakers y un breve retorno a Cavs, no volvió a pisar un banquillo como primero hasta ahora. David Blatt puso rumbo a Europa; Paul Silas, su primer técnico en la NBA, pasó de por los Hornets y acabó en la defenestración. Tyronn Lue está en los Clippers. Y Luke Walton se consolidó como nefasto y ahora es ayudante en los Cavs.

Volvemos a Spoelstra: no dejan de ser muchos los entrenadores a lo largo de la historia de la NBA que han tenido una conexión especial con alguna franquicia en particular (o con varias). Son todo nombres históricos (Jerry Sloan, Phil Jackson, Red Auerbach, Lenny Wilkens, Gregg Popovich...) y antaño era una costumbre más desarrollada que ahora. Un técnico creciendo con un solo proyecto y ambas partes se separaran de manera (no siempre) amistosa. En la prehistoria de la Liga era más habitual ver esta clase de figuras, algo que todavía se mantenía en los 80 y 90. Sloan dirigió a los Jazz durante toda su carrera y aunque salió por la puerta de atrás es una leyenda en la ciudad. Phil Jackson tuvo dos etapas muy claras con dos equipos históricos con los que ganó 11 anillos (Bulls y Lakers). Auerbach estuvo toda su carrera en Boston con Bill Russell. Incluso otros técnicos como Larry Brown o Rick Adelman consiguieron tener una conexión especial con ciertas franquicias a pesar de estar menos tiempo en ellas. El primero, todo un nómada, lo hizo con Sixers y Pistons. El segundo, con Blazers y Kings.

Algunos seguirán manteniendo eso de todo tiempo pasado fue mejor. Hoy en día, es más complicado que un técnico tenga una carrera muy larga dentro de un mismo equipo. No es una anomalía, pero no es habitual. Gregg Popovich es el último reducto del entrenador con fundamentos, un hombre que lleva prácticamente toda su carrera ligado a San Antonio Spurs, con los que ha conformado una dinastía ya acabada, una era que ya vio su final e intentará ahora emerger con Victor Wembanyama, un trabajo alucinante que se traduce en el big three más ganador de la historia, en la leyenda de Tim Duncan y en cinco anillos. Un entrenador que ha sobrevivido a casi todos los mencionados, y que coincidió con Phil Jackson, Jerry Sloan, Larry Brown, Rick Adelman... todos retirados. Todos menos él, que parece no tener fin y, a sus 71 años, afronta (todavía no sabemos cuándo) su 27ª temporada completa en la mejor Liga del mundo, 28ª si contamos la 1996-97, en la que destituyó a Bob Hill para saltar a los banquillos, aprovecharse de la lesión de David Robinson, conseguir un récord paupérrimo de 20-62 (¿tanking o no?) y asegurarse el número 1 del draft, con el que seleccionó a Tim Duncan. Y de ahí, hasta hoy, cuando se ha vuelto a cruzar con un nuevo jugador generacional. Que salgan o no igual las cosas ya es otra historia, claro.

Toda una vida en los Heat

Quizá por eso sorprende tanto el caso de Erick Spoelstra. Un hombre que ha vivido casi toda su carrera a la sombra, que no tiene una leyenda tan grande como otros que han ganado más o menos que él. La sombra de Riley o los campeonatos conquistados por los Heat impidieron valorar de la manera más justa al técnico de Florida en el pasado, pero ha aprendido a sobrevivir y ha conseguido que se le acabe considerando con el tiempo como uno de los mejores entrenadores del panorama actual de la Liga... y de la historia. Alguien que no lo ha tenido fácil y que era conocido por su papel en la Universidad de Portland donde fue el base titular durante 3 años, pero pronto dio el salto a los banquillos y llegó a estar dos años en Alemania actuando de entrenador-jugador con el poco conocido TuS Herten. Empezó a trabajar para los Heat en 1995, cuando fue nombrado director de scouting y preparaba vídeos de los partidos. Qué lejos quedan esos tiempos...

Ahí fue donde el técnico se cruzó con su mentor, el hombre que siempre ha confiado en él, Pat Riley. Otro entrenador de la vieja guardia, precursor nada menos que del Showtime de los Lakers (5 anillos en Los Ángeles durante los años 80, uno como asistente y el resto como entrenador principal). Una de las mentes más brillantes de la historia que comprendió que el juego de los 90 era heredero directo de los Bad Boys de Detroit y no de los Lakers (nunca un estilo dependió tanto de un solo jugador), y que supo atrincherarse atrás primero con Knicks y luego con Miami, a los que llegó en 1995... al igual que Spoelstra. Riley amarró el defensivo y físico juego del Este, con el que llevó a los Knicks a las Finales de la NBA (derrota 4-3 ante los Rockets) antes de llegar a los Heat para construir un proyecto en torno a Alonzo Mourning y disputar las finales del Este en 1997, su tope hasta que en 2006 bajó al banquillo tras la dimisión de Van Gundy (auspiciada por su intromisión y las burlas constantes de Shaq) para conquistar su quinto campeonato como entrenador. Hoy, entre sus etapas en pista, banquillos y despachos, está en las Finales por 19ª vez. Un 25% de la historia. Tremendo.

Tras esas finales de Conferencia de 1997 fue cuando ascendió a Spoelstra al cargo de asistente. El hacedor del Showtime, que comprende como nadie el deporte norteamericano, siempre ha sabido medir bien los tiempos y tomar la decisión adecuada en el momento oportuno, como entrenador primero y como directivo después. Vio que Mourning no daba para más y dio un paso a un lado al concluir la temporada 2002-03. Sin embargo, no puso a Spoelstra al frente. El joven entrenador llevaba 6 años junto a él en el banquillo, pero era temprano para que asumiera las riendas de un equipo que entraba en fase de reconstrucción con la llegada de Dwayne Wade en el draft 2003, que contaba con gente como Lamar Odom o Caron Butler y que alcanzó las semifinales del Este con un récord de 42-40, cayendo ante los Pacers (4-2) en una temporada prometedora y que auguraba un buen futuro.

Lo hicieron con el ya mencionado Stan Van Gundy de primero, que sería el relevo de Riley tras llegar a la franquicia en 1995 recomendado por su hermano Jeff, que olisqueó una oportunidad de oro en la Gran Manzana y no quiso seguir a Riley a Florida, asumiendo el mando de los Knicks tras haber sido asistente del hombre de pelo engominado en las últimas cuatro temporadas. Stan sería el relevo con Spoelstra aún a la sombra y alcanzó las finales del Este en la 2004-25, con Wade lesionado en el séptimo partido ante los Pistons, que perdieron. El tumultuoso inicio del siguiente curso y la mala relación del técnico con Shaquille O’Neal obligó a Riley a coger las riendas de una de las mayores conglomeraciones de ego de la historia reciente de la Liga. El propio O’Neal, Wade, Antoine Walker, Gary Payton, Jason Williams... El legendario técnico hizo magia por última vez y llevó a los Heat a conquistar el campeonato. Mourning al fin tendría su anillo, Shaq ponía el broche de oro a su carrera y Spoelstra experimentaba el éxito por primera vez. Van Gundy por su parte acabaría recalando en los Magic para entrenar a un proyecto competitivo que alcanzó las Finales de 2009 con Dwight Howard como piedra angular. Uno en el que se sintió cómodo por primera vez, lejos del intervencionismo de Riley.

Un nombramiento cuestionado

Riley dijo adiós definitivamente en 2008, tras una temporada desastrosa (15-67, la peor de su carrera) con traspaso de O’Neal incluido. Ahí sí, era el momento de Spoelstra. El ex de los Lakers se quedó de Presidente de la franquicia, un puesto que a la postre sería clave para mantener en el banquillo a su pupilo. El nombramiento de Spoelstra fue cuestionado por los medios y los aficionados: un entrenador sin experiencia que cogía el rumbo de una plantilla a la deriva, desdibujada tras haber alcanzado tan solo dos años antes el anillo y que venía de cuajar el peor récord de su historia, empatado con el de la 1988-89. Pero Spoelstra, con el tiempo, impuso la visión contraria. No totalmente, pero sí gradualmente: después de una de las peores temporadas de la historia de cualquier equipo no se podía ir a peor. Se reafirmó como un buen tipo, alguien cercano que sabía tratar con Wade y que tenía conocimientos para levantar al equipo, algo que hizo en las dos siguientes temporadas: 43-39 en su debut, 28 victorias más que el año anterior con la mejor versión individual de la carrera de Wade (30+5+7,5), y 47-35 al año siguiente. Dos derrotas en primera ronda, pero buenas sensaciones para un entrenador neófito dentro de un equipo al que le faltaba, eso sí, algo más de fritura.

La llegada de LeBron y de Bosh lo cambió todo. El vuelco a la Liga fue tremendo, con una The Decision que hizo que el Rey se convirtiera el jugador más odiado del planeta durante un tiempo que a él se le hizo eterno y en un movimiento que inauguró la era de los jugadores empoderados. En Florida se formaría uno de los big three más icónicos de la historia a un año de un segundo lockout que dejaría la competición en 66 partidos. Kobe argumentó que el traspaso se hizo para frenar a los Lakers, que venían de dos anillos seguidos. No sabemos si es cierto, pero los de púrpura y oro no volvieron a ganar hasta 2020, precisamente ante unos Heat que, según la especulación algunos periodistas de Florida, hablaron sobre la posibilidad de lograr un 82-0 en regular season. Nada más lejos de la realidad. Un inicio dificultoso ponía a Spoelstra contra las cuerdas. LeBron y Wade fueron al despacho de Riley a pedirle que regresara al banquillo. El directivo no estaba por la labor. En la 2005-06 lo hizo de buena gana, pero Spoelstra era su protegido y nadie le movería de allí. Lo reafirmó en su posición y aseguró a sus estrellas que seguiría en el puesto. Una actitud poco vista en el baloncesto actual.

En la temporada anterior al lockout los Heat cayeron en las Finales. Al año siguiente vencieron a los Thunder (4-1). LeBron ganaba su primer anillo (al igual que Bosh) y Wade el segundo. También se estrenaba Spoelstra, del que casi nadie hablaba. Ni para bien ni para mal. Ya no había voces en su contra, pero para el público el anillo era del Rey y el técnico estaba en un segundo plano. La situación no incomodó lo más mínimo al entrenador, que repitió al año siguiente. Un triple de Ray Allen empató el sexto partido cuando los Spurs ya rozaban el anillo. La jugada, que venía precedida de un rebote ofensivo de Bosh, señaló a Popovich, que había sentado a Duncan en el banquillo sin tener a nadie para proteger la zona. Pop, el último reducto del baloncesto de fundamentos, erró. Spoelstra no. El anillo se lo llevaron los Heat en el séptimo. De nuevo, claro, con el técnico en los banquillos.

Valorado tras la marcha de LeBron

El tiempo pone cada cosa en su sitio (o eso dicen). En el caso de Spoelstra ha sido así. La derrota en las Finales de 2014 supuso la consumación de la venganza spur y la salida del Rey, que regresaría a casa para ganar un nuevo anillo y seguir reconciliándose con la opinión pública en un movimiento que Riley definitió como “el mayor error de la carrera de LeBron”. Un Riley, por cierto, que en 2020, en plena burbuja de Orlando, se reencontró con una parte gigantesca de su histórico pasado: los Lakers, sus Lakers, y LeBron James, el jugador al que sacó de su despacho elegantemente cuando este y Wade le sugirieron, en la difícil temporada 2010-11, que despidiera a Spoelstra y dirigiera él al equipo. Lo mismo, pero de manera distinta, a lo ya relatado de la 2005-06, después de acordar con Van Gundy la salida de este para hacerse él con el equipo de Wade y Shaquille. La segunda vez, como en 1982, en la que cogió a un equipo iniciada una temporada y lo llevó al título de campeón.

Los 9 años que han pasado desde la marcha de James han servido para confirmar a Spoelstra como el técnico del equipo. Los resultados fueron dispares al principio (tres participaciones en playoffs en un lustro), y la 2018-19 sirvió más para despedir a Wade que para competir. Pero la llegada de Butler y la explosión de esos robos del draft (o ni siquiera del draft) de Riley, que tan bien ha gestionado el técnico, permitieron en 2020 volver a las Finales de manera tan inopinada como merecida. Con una temporada regular buena pero no brillante (44-29) y un aprovechamiento óptimo de la burbuja, en la que tomaron la delantera ante la ausencia de ventaja de campo. Era primera vez que un equipo se cuela partiendo desde el quinto puesto de su Conferencia (o menos) desde que los Knicks (octavos) lo hicieran en 1999. Ahora, en 2023, es la primera vez que un octavo alcanza dicha ronda desde el mismo año. Esos Knicks, vaya, eliminaron a unos Heat entrenador por Riley en primera ronda. Vivan las casualidades.

El discípulo de Riley fue renovado a finales de 2019 y su tiempo en Florida no parece llegar a su fin. Es la cara de la franquicia. Un hombre que ha sobrevivido a un nombramiento cuestionado y a nada menos que a LeBron, siempre, eso sí, con su maestro como máximo protector. Y que regresa a las Finales tras llegar a la última eliminatoria del Este el curso pasado, cuando cayeron ante unos Celtics que este año no han podido con la revolución. Algunos dirán que las cosas han cambiado mucho pero que, en realidad, todo sigue igual. Las caras van cambiando, pero las bases las mismas, con unos pilares sólidos pero encofrado frío, de fácil mutación, y una adaptación superlativa a estilos y eras que han puesto a los Heat de nuevo en la lucha por un título que puede no llegar. Pero eso, que siempre importa, no empequeñece a Spoelstra, que sigue con su impecable trabajo en el lugar al que llegó y nunca se fue. Más de 20 años en los Heat. 15 como técnico principal. Un récord de 704 victorias y 491 derrotas. 12 temporadas jugando los playoffs. Seis finales. Y dos anillos... de momento. Casi nada para un técnico que ha pasado desapercibido pero que ha visto pasar estrellas y mitos mientras él sigue ahí, incansable, escribiendo su propia historia. Como lo hacía Riley, su maestro. Y ahora, por fin, ha terminado de ser reconocido como la leyenda que es en los banquillos. Mejor tarde que nunca.