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NBA | PLAYOFFS 2023 | WARRIORS-LAKERS

El fin de una era

LeBron y los Warriors se ven las caras por quinta vez en playoffs, primera fuera de las Finales. Un nuevo capítulo de la rivalidad. Una cita con la historia. El fin de una era.

LeBron y los Warriors se ven las caras por quinta vez en playoffs, primera fuera de las Finales. Un nuevo capítulo de la rivalidad. Una cita con la historia. El fin de una era.

LeBron, Warriors. Warriors, LeBron. Se repite la historia. Un día más, un día menos. Una pelea eterna por un trono inconquistable. El de una NBA que no espera a nadie, pero que está viendo que la lucha contra el tiempo puede ser batida por un hombre que a nada teme y una dinastía legendaria, la última que hemos visto en la mejor Liga del mundo. Ambos siguen vivos: ese ser celestial que lucha contra la lógica y la razón y se mantiene competitivo y entre uno de los mejores jugadores de la competición en su 20ª temporada y con 38 primaveras a sus espaldas. También ese proyecto ganador que supera cada desafío como si eso fuera lo normal, lo típico, lo clásico. Dos caminos que se han entrelazado, pero jamás se han unido. Los éxitos y los fracasos de uno son imposibles de entender sin el otro. Han protagonizado luchas extraordinarias, imágenes icónicas, batallas legendarias. Y el baloncesto, en un ejercicio de justicia poética, ha vuelto a juntar los destinos de las dos caras de una moneda que no para de dar vueltas en el aire, protagonizando una película de larga duración que, a cámara lenta, se piensa de forma muy profunda si va a ser cara o cruz. Si van a ser los Warriors o LeBron. La dinastía, o la revolución de los Lakers. En esas estamos.

La WWE, competición de lucha libre profesional, tituló al combate entre The Undertaker y Triple H de Wrestlemania XXVIII como El fin de una era. Era un buen patrocinio con Shawn Michaels (al que retiró el propio Enterrador dos años antes) como árbitro en una pelea en la que el primero derrotó al segundo tras un esfuerzo titánico de más de media hora y aumentó su invicto en el evento a 20-0 (25-2 al final de su carrera). Con 47 años, el luchador derrotó al de 43 en un Hell in a Cell. Fue el culmen a su carrera en la competición norteamericana, su última gran batalla antes del inevitable declive físico que da la edad y que él sufrió de forma inexorable en la parte final de su trayectoria, que se alargó de cualquier manera hasta 2020. En total, 30 años de dedicación a su devoción. ¿Se ven las similitudes?

El Lakers-Warriors es también el fin de una era. Por el duelo, el definitivo, entre LeBron y la dinastía. Es la primera vez que no se ven las caras en unas Finales (al margen de los partidos de temporada regular), también la primera que se cruzan en la Conferencia Oeste, en la que el Rey se encuentra desde 2018, cuando abandonó el cobijo de los Cavaliers con los deberes hechos e inició una nueva aventura. Steve Kerr se mantiene invicto en el Oeste desde 2015, año del primer anillo de estos Warriors. En total, son 19 series ganadas de forma consecutiva. Y la lógica nos dice que va a ganar algún partido en Los Ángeles, ya que lleva 28 eliminatorias seguidas ganando al menos un partido fuera de casa. Dos de los muchos datos que hay que tener en cuenta en un enfrentamiento en el que los Warriors son favoritos. El problema es que este equipo, esta dinastía, la plantilla que tantos récords ha conquistado, es inmune a todo menos a una cosa, el antídoto que hace temblar el veneno más letal: LeBron James.

Nuevo duelo, nueva táctica

La situación es ahora distinta a la época de los mejores años de la dinastía de los Warriors, y no sólo porque LeBron vista nueva camiseta. Ni porque hayan eliminado en 7 duros partidos a los Kings. Los campeones se enfrentan, aparentemente, a una de las defensas más duras y físicas que han tenido delante. No tienen a Kevin Durant, MVP de las Finales en 2017 y 2018. Y su plantilla es más corta y menos talentosa que la que tenían entonces (un Iguodala sano, Shaun Livington, Festus Ezeli...). Los Lakers, por su parte, no pueden recurrir a dejar un tirador liberado como hicieron los Cavs en 2016 con Harrison Barnes, que acumuló un 5 de 32 en triples en los tres últimos duelos de la famosa e inolvidable eliminatoria. Y LeBron, además de tener 38 años y no poder permitirse las mismas florituras que antaño, no está rodeado de su tradicional horda de tiradores (Kyrie Irving, Kevin Love, Iman Shumpert, Richard Jefferson, JR Smith, Iman Shumpert...) para penetrar, abrir el balón fuera y que sus compañeros aprovechen su marca libre. De hecho, los Lakers, además de compartir más la pelota, son el séptimo equipo que peor ha tirado de tres durante la regular season.

Los Lakers han sido terceros en ritmo de juego (pace), siendo los Warriors los primeros, pero es posible que Darvin Ham utilice a LeBron igual que lo hacían entonces los Cavs, para ralentizar a sus rivales e imponer su potencia física en media pista. Pero el tema, y así lo ha mencionado Draymond Green, es que LeBron juega más que nunca en su carrera sin balón. Y además tiene una de las defensas más completas, profundas y llenas de jugadores de rol que ha tenido durante su carrera. Jared Vanderbilt será un buen complemento para perseguir a Curry (ya lo ha hecho con Ja Morant) o Klay Thompson, mientras que también se puede ocupar de Andrew Wiggins. Austin Reaves, incansable, puede correr mucho y pasar los bloqueos que ponen los Warriors para liberar al tirador. Y Rui Hachimura llega muy bien a las ayudas desde el banquillo. El problema aquí será, ya se sabe, lo que pueda hacer D’Angelo Russell y el tiempo que está en pista un talento ofensivo y un pobre defensor que te da a veces y te quita casi siempre. Una variable preocupante que podría perder minutos a favor de Vanderbilt, por mucho que Ham sea favorable a su persona. Dennis Schröder también asoma de candidato para defender a Curry. Veremos.

Hay más, y no son buenos precedentes para los Warriors, que no ganan a los Lakers desde el 23 de noviembre, día en el que se estrenó la temporada regular. Las tres derrotas posteriores, dos de ellas en el Chase Center (33-8 de récord, terceros de la NBA en casa), han sido después de la fecha de traspasos y la salida de Russell Westbrook. Es decir, contra este equipo. Y en tres partidos que entran dentro del top 15 particular de los de de San Francisco en lo referente a sus peores balances de eficiencia. En los dos últimos choques no estuvo, por motivos personales, Andrew Wiggins ni su 39% en triples. Habrá que ver qué papel tienen secundarios como Jonathan Kuminga y JaMychal Green en la serie. También el plan que puedan tener los Warriors para enfrentarse en la zona a un center como Anthony Davis. Es difícil pensar que contra él Kevon Looney haga tres partidos de 20 o más rebotes, algo que consiguió contra los Kings y no se realizaba desde 2008. En las derrotas de regular season ante los Lakers recibieron muchos puntos en la zona y la fortaleza de los angelinos está en ese lado de la pista.

Será una eliminatoria de ajustes constantes. Kerr se quedó hasta las 2 de la mañana en el Chase Center tras la derrota ante los Kings del sexto encuentro revisando vídeos. Y ajustó, despejó la zona para Curry y eso permitió a base anotar mucho dentro de la línea de tres. Ham ha sabido mantener focalizados a los suyos incluso tras el infructuoso inicio de 2-10 y el puesto 13 que han mantenido de forma sostenido durante una buena parte de la temporada. Lo que haga un entrenador lo tendrá que deshacer el otro. Y viceversa. Kerr, cuya reputación es intachable, es ya por derecho propio uno de los tres mejores entrenadores de la historia de la NBA. Ham, cuestionado a ratos, se ha ganado el respeto de LeBron (que no es poco) y el derecho a ser considerado no solo un buen tipo, también un técnico con ideas, principios y que sabe ajustar cuando es necesario. Su lío con las rotaciones es el único fleco a corregir y algo que puede ser determinante en lo que está por venir. Pero tiene una oportunidad y hay que considerarle. Ya, pase lo que pase, la suya es una gran temporada.

LeBron, Warriors, Curry....

No nos deis por muertos todavía. No deis a LeBron por muerto todavía”. Son palabras de Draymond Green, que ya ha dicho que hay que disfrutar cada paso del camino. “Aquí estamos, 8 años después de la primera vez que nos encontramos en una serie de playoffs y seguimos jugando a este nivel. Eso es especial. Dice mucho sobre quién eres como profesional”. Es parte de ese peso emocional ya mencionado, una rivalidad eterna por el trono de la NBA. En las Finales de 2015, LeBron promedió 36 puntos, 13,3 rebotes y 9 asistencias, desgastado por Andre Iguodala en los últimos cuartos y prácticamente sólo, con Kyrie Irving y Kevin Love en el dique seco. En 2016, año del anillo prometido, se fue a 30+11,3+9, con dos partidos consecutivos por encima de 40 tantos y un triple-doble en el séptimo, definitivo e histórico asalto. En 2017 se fue a 33,6+12+10. Y en 2018 a 34+10+8,5, incluidos 51 puntos, 8 rechaces y 8 pases a canasta en el estreno de la serie, con el lío de JR Smith como protagonista. No es la mayor anotación de LeBron ante los Warriors: el curso pasado, además de una temporada infructuosa, hubo una victoria de los Lakers sobre el equipo de San Francisco en el que el Rey anotó 56 tantos. Impresionante.

LeBron, que también ha pasado en 7 ocasiones de los 40 puntos contra los Warriors, tiene también ganado el duelo individual contra Curry. En lo referente, claro, a lo estadístico: se va a los 28,8 tantos, 9 rebotes y 6,3 asistencias, por encima del 50% en tiros de campo y del 36% en triples. El base se queda en 22,3+4,2+6,5, más del 45% en tiros de campo y del 39% en triples. Pero en series de playoffs están 3-1, 15-7 en lo referente a los partidos. “Somos dos de los jugadores más competitivos que jamás hayan jugado este juego y queremos grabar nuestros nombres en los libros de historia tanto como podamos... No tengo nada más que el mayor respeto por Steph”, ha dicho LeBron en la previa de la gran cita. Se rumoreaba que se llevaban mal en el pasado. Ahora lo que hay es eso, un absoluto respeto. De la dinastía a la estrella. De la estrella a la dinastía. Que, 8 años después, vuelven a estar ahí. En otra ronda que no son las Finales, pero luchando por el anillo.

La serie, lo ha dicho un tal Kevin Garnett, es la que más significado narrativo tiene de la rivalidad. El cúlmen. El clímax. El final de todo. Habrá un punto y aparte después de lo que está por venir, esperemos que sin lesiones y con mucho baloncesto. Los Lakers reescriben la historia y LeBron pone rumbo a lo que puede ser su última gran oportunidad. El máximo anotador de la historia de la NBA por delante de Kareem Abdul-Jabbar se la juega ante la dinastía de los 4 anillos y las 6 Finales. De las 73 victorias y los innumerables récords. Será, por edad y situaciones varias, la batalla que decidirá la guerra, 8 años después de su inicio. En semifinales de la Conferencia Oeste, con el Chase Center y el Crypto Arena como sedes y el mundo del deporte mirando muy de cerca para poder ser testigo de la historia. LeBron, Curry, Davis, Klay, Reaves, Draymond, Ham, Kerr... Todo ello se junta en el mismo escenario, en unos días inolvidables. El resultado no es lo de menos, pero en este caso es más importante disfrutar del camino. Se acaba el mundo. Los Lakers, contra el mundo. Los Warriors, contra LeBron. El último baile. El fin de una era.