El All-In faraónico de los Suns
La renovación de Okogie implica más de 50 millones entre salario y penalizaciones. Los Suns pagarán también a tres entrenadores a la vez.
Con la incertidumbre de la entrada en vigor definitiva (se ha ido implementando progresivamente) del nuevo convenio colectivo y sus ajustes y cambios en las reglas del juego, el mercado de verano en la NBA se va agotando a un ritmo más lento de lo que solía ser habitual. Un reguero de fichajes, entre muchos rumores, que sigue con nombres todavía de cierta relevancia en danza muchos días después de la apertura de una ventana de contrataciones que solía ser mucho más voraz.
Josh Okogie, el escolta nigeriano de 25 años que lleva en la NBA desde 2018, se convirtió once días después de la apertura del mercado, en el jugador número 15 de Phoenix Suns, la última ficha disponible de los de Arizona. Okogie es un escolta pequeño (1,93 oficial que quizá ni sea tanto) y que tiene unos enormes problemas para contribuir a la producción ofensiva. Pero es un defensor tenaz, físico y con un tremendo motor. Y eso vale un puesto en una rotación. En la de los Suns lleva desde 2022, y para esta temporada rechazó su player option de 2,95 millones para intentar salir del rango de los contratos mínimos. Lo ha hecho: los Suns lo tienen de vuelta por dos temporadas y 16 millones de dólares.
Es un curioso baile de ingeniería salarial. Los Suns están gastando tanto, están tan metidos en los excesos y problemas del impuesto de lujo (y más con el nuevo convenio) que su opción es no mirar atrás y correr hasta que se acabe el camino. Mantener a Okogie en plantilla supone para la próxima temporada un extra de 47 millones en la factura de las penalizaciones por superar el límite del impuesto de lujo. Su contrato de unos ocho millones suma así unos 55 en las cuentas de los Suns 2024-25. Pero el equipo lo ha hecho con pleno conocimiento de causa y en la línea del de perdidos, al río: solo está totalmente garantizada la primera temporada, así que el contrato de este año de Okogie es una pieza que podría ser fácil de traspasar si se diera la ocasión durante la temporada. Y, en ese caso, tiene más valor por el recambio que se puede recibir por ocho millones que por menos de tres.
Esa es la lógica de los Suns que, aplastados por los rigores del nuevo convenio y metidos de lleno en las penas del second apron, el último límite para gastar de los equipos en el nuevo panorama laboral, apenas tendrán margen de maniobra para operar durante el curso. En caso de traspasos, no podrán agregar contratos ni recibir más dinero del que envían en el total de una operación. Al menos, y por si tienen que buscar un parche sobre la marcha o si aparece una buena oportunidad, disponen ahora de cinco contratos de entre 6,75 y 18,1 millones. Un tejido más apropiado para ir al mercado (repito: con unas enormes limitaciones) que los contratos por el mínimo de veterano.
Una apuesta gigantesca... y a contracorriente
Mientras todas las franquicias intentan huir de ese second apron de todas las formas posibles, tantean qué hacer con cada dólar y cómo ubicar cada lugar de su rotación, los Suns exprimen su todo o nada, convencidos de que en el corto plazo no hay otro plan posible después de los traspasos por Kevin Durant y Bradley Beal. La formación de su big three, ya tenían a Devin Booker, no trajo felicidad la temporada pasada: 49-33, vulgar sexto puesto del Oeste y desastre (barridos por los Wolves: 4-0) en primera ronda de playoffs. Pero así son los todo o nada, así que será otra vez órdago a grande con éxito masivo o, seguramente, el final definitivo de este proyecto, por ahora faraónico y ultra mediático… pero muy decepcionante en la pista.
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Con este fichaje y su brutal factura para el castigo por pagador de impuesto, los Suns 2024-25 se convierten en el equipo más caro de la historia. Sus quince fichas ya completas implican 223,1 millones en salarios y 198 millones en penalizaciones. En total, más de 421 millones. Conviene recordar que el salary cap ha quedado fijado, un pelín por debajo de lo proyectado, en 140,58 millones por equipo. Así que los Suns lo superan por más de 276 millones (casi el doble del cap original). El límite para entrar en impuesto de lujo está en 170,8 millones, las penalizaciones del primer apron en 178,1 y las del segundo, en 188,9.
Los Warriors y los Clippers han sido en los últimos años los equipos más gastadores de toda la historia de la NBA. Pero ninguno había superado hasta ahora la frontera de los 400 millones totales en una temporada. Los Warriors 2023-24, que ni jugaron playoffs, se fueron a casi 382 millones (205 en salarios y 176,8 de multa por pasar en 40 del límite más los cargos por excesos y condición de repetidor); Los Clippers, que perdieron en primera ronda contra los Mavericks, llegaron a casi 343 (200 y 142 de multa por 34,7 de exceso). Los decepcionantes Suns fueron terceros con más de 262 millones gastados en salarios (191,3) y multa (68,1 millones 26 de exceso).
Los Suns han firmado a Okogie con los early bird rights, así que el contrato tenía que ser como mínimo de dos años. La solución para pactarlo y que pudiera seguir siendo interesante (como expiring) en el mercado ha sido no garantizar el sueldo de la temporada 2025-26. James Jones, el mandamás en los despachos, tiene orden de maximizar esta (difícilmente sostenible) apuesta, el all in de los Suns de un Matt Ishbia (fortuna valorada en más de 10.000 millones) que ha decidido ir a contracorriente, su primer gran proyecto desde que compró en 2022 la franquicia en una operación que valoró el lote Suns+Phoenix Mercury (WNBA) en unos 4.000 millones de dólares.
Un baile incesante en el banquillo
A este dispendio en plantilla hay que sumar el viraje en el banquillo, con la salida de Frank Vogel y la llegada del local (nacido en Holbrook, Arizona) Mike Budenholzer. El que fuera campeón con los Bucks (2021) y Entrenador del Año con los de Wisconsin y también con los Hawks (2015, 2019), firmó, nada más confirmarse el adiós de Vogel, por cinco años y más de 50 millones de dólares. Por media anual, en el top 5 de la NBA en su posición. Es el tercer entrenador de Ishibia, que antes de despedir a Vogel había hecho lo propio con Monty Williams, el técnico que llevó al equipo a las Finales de 2021, perdidas precisamente contra los Bucks de Budenholzer. También es el séptimo de la franquicia desde la temporada 2015-16, cuando Devin Booker era rookie.
Así que las cuentas de los Suns también asustan en el banquillo: Budenholzer (54 años) tendrá un salario de más de diez millones anuales. A eso habrá que sumar lo que se debe a Vogel, que firmó por cinco años y 31 millones y que, cubierta solo una temporada, tiene pendiente cobrar casi 25 todavía. Pero es que, además, Monty Williams, que ha estado un año en los Pistons (muy bien pagado: seis temporadas y casi 79 millones) y ya ha sido despedido también, debería haber empezado la próxima temporada, 2024-25, la extensión que había firmado con los Suns en el verano de 2022, cuando le quedaban dos años del contrato de cinco y 25 millones que había firmado. De ese tenía un curso pendiente (unos cinco millones) cuando fue despedido. Sobre esa extensión no se llegaron a conocer con exactitud la duración y las cantidades, pero la prensa de Arizona cree que era por dos o tres temporadas extra y en el rango de los 8-10 millones anuales.
Así que se calcula que el despido de Monty se movió entre los 21 y los 30 millones, a los que hay que sumar más de 24 por Vogel y el contrato del nuevo entrenador. Una operación total de unos 100 millones por tres técnicos que deberían tener contrato con los Suns la próxima temporada. Y que se suma a los más de 400 millones que habrá en la pista, todo en busca de un resultado mejor (mucho mejor) que el del pasado curso, y del primer anillo de la historia de la franquicia, algo que no parece precisamente cerca a la vista del desastre del que se viene. Todo lo que no sea eso, all in sin más futuro que el ahora, supondrá seguramente cambios otra vez importantes dentro de un año: el nuevo convenio no da respiro.
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