Los Angeles Lakers LAL
107
Dallas Mavericks DAL
99
1234T
LAL 28 31 19 29 107
DAL 20 31 26 22 99
FINALIZADO
NBA | Lakers-Mavericks

Doncic y los Mavs: el reencuentro del morbo

Los texanos visitan el Crypto Arena en el que será el primer reencuentro entre Doncic y su exequipo. El peso emocional está por encima del resultado deportivo. El 10 de abril, la batalla será la misma pero en Dallas.

Doncic y los Mavs: el reencuentro del morbo
Alberto Clemente
Alberto Clemente es licenciado en Historia y Periodismo por la Universidad Rey Juan Carlos. Empezó su andadura en el periodismo en Cadena SER, donde estuvo de mayo de 2018 a enero de 2019, desempeñando sus funciones en la web, dentro de la sección de deportes. Tras dicha estancia, pasó a formar parte de As, siendo parte de la sección de baloncesto.
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Llegó el momento: Luka Doncic y los Mavericks vivirán su primer reencuentro desde el traspaso de todos los traspasos, ese que puso patas arriba a una NBA que todavía no se ha recuperado del todo del que muchos consideran al mayor movimiento de la historia. El organigrama cambió totalmente cuando nadie se lo esperaba, en algo que se fraguó entre bambalinas, sin filtraciones y de forma tan inopinada como sorpresiva. Un bombazo en toda regla, esos que se ven de cuando en cuanto en la mejor Liga del mundo pero cuyas magnitudes y consecuencias han sido mayores que nunca. El traspaso, adelantado por un atónito Shams Charania (ESPN), fue rápidamente definido por los expertos como el más grande de la historia. Y puede serlo: en un rápido revisionismo histórico, nunca se ha visto nada semejante. Que una estrella, un futuro jugador generacional, sea cambiado sin su conocimiento a un rival directo. Y que, además, el equipo que reciba la mejor parte del pastel sean precisamente los Lakers, que siempre (cómo no) están a la altura de la historia. Frotarse los ojos es poco para recuperarse de noticia semejante. Una que se sigue asimilando mientras pasan los días y se suceden los partidos. Como el que tenemos por delante.

El resultado deportivo no es lo de menos, pero sí que cuenta con una importancia secundaria si tenemos en cuenta el peso emocional de un reencuentro que dará mucho que hablar. “Cuando regresé al equipo que me traspasó, era como un tiburón en el agua. No espero menos de Luka. Creo que habrá mucha emoción”. Las palabras de DeMarcus Cousins (que no tiene por qué ser un referente de la opinión pública, pero dio en el clavo con este tema en particular) en referencia al partido entre Lakers y Mavericks son bastante definitorias. Pero arrojan también varias dudas: ¿Qué actitud tendrá Doncic con sus excompañeros? ¿Y los jugadores texanos con el que era su referente hasta ahora? El esloveno ha dejado muy claro desde el principio que el traspaso le pilló por sorpresa, algo que también ha reconocido la plantilla de Dallas. Kyrie habló también del partido en el Crypto Arena (a las 04:00), uno que tendrá todos los focos puestos. Luka va a tener obviamente mucha confianza, jugó bien el último partido, así que se siente bien y tenemos que ser conscientes de ello, aseguró el base., ahora líder deportivo y espiritual de los Mavericks.

El reparto de responsabilidades ha sido breve y es de suponer que Doncic no tendrá ningún mal gesto con sus compañeros ni viceversa. De hecho, los culpables de la situación son por unanimidad esos que se hicieron con el poder de la entidad en diciembre de 2023, arrebatándole (dinero mediante) la mayoría de las acciones a Mark Cuban, otro que ha alucinado con lo ocurrido. Patrick Dumont y la familia Adelson, peligrosamente relacionados con el turbio negocio de las casas de apuestas, han sido los promotores de un traspaso que nadie ha entendido en lo deportivo ni en lo cultural. Y Nico Harrison ha sido la herramienta para llevar a cabo el alucinante cambio, con el que los Mavericks recibieron a Max Christie y a un Anthony Davis que, para el colmo de la mala suerte, se lesionó en el primer partido que disputó. Y que tampoco estuvo de acuerdo con el movimiento. Nadie lo ha estado excepto Rob Pelinka, Jeannie Buss, los Lakers y, en última instancia, un LeBron que parece que no sabía nada (Rich Paul, su agente, ha dicho lo mismo), pero que colecciona su enésima estrella con el esloveno, la joya de su particular corona.

Desde entonces, la directiva de los Mavericks no ha parado de repetir hasta la saciedad excusas que no han convencido a nadie y justificaciones innecesarias por poco creíbles, hablando del estado de forma de Doncic, del poco cuidado de su cuerpo o del libertinaje que ejercía para ponerse a tono. Algo con lo que a saber qué quieren conseguir, saliendo a la palestra otros nombres históricos (Shaquille O’Neal, Charles Barkley...) que no se caracterizaban precisamente por su ética de trabajo. Más allá de los brindis al sol realizados por la directiva y la propiedad de los Mavericks, dolió más la actitud de Jason Kidd, que no quiso mencionar al esloveno (al menos, su nombre de forma explícita) en determinadas ruedas de prensa y habló de “ese jugador al que hemos traspasado”. Un ninguneo con todas las letras en otra cara de la verdad, esa que ha puesto un entrenador que seguro que no ha podido estar contento con algo que le ha quitado a su pieza más valiosa. Esa, recordemos, que lideró a los Mavericks a las pasadas Finales y dejó a la entidad a tres victorias del anillo. A la ciudad de Dallas no se le ha olvidado eso. Por mucho que a determinados personajes de su franquicia sí. Vivir para ver.

Ganador en pista, ganador moral

La victoria será para el perseverante, el que mantenga la cabeza fría y la muñeca caliente. Doncic viene de su primera gran exhibición con la camiseta de los Lakers al vencer a los Nuggets (la bestia negra de los angelinos) con 32 puntos, 10 rebotes y 7 asistencias. En ese partido precisamente el equipo de JJ Redick demostró que es una máquina defensiva que no ha alcanzado el cuarto puesto de la Conferencia Oeste de casualidad (su mejor posición desde 2020, el año del último anillo) y que la conexión entre el esloveno y LeBron James es muy grande. El Rey cedió el último puesto de la presentación a su nuevo compañero en el debut, algo que le agradeció enormemente. El la relación simbiótica entre ambos es brutal demostrando que son dos jugadores que pueden estar sin el balón y adaptarse al otro. Y que, junto a Austin Reaves, forman un trío que demuestra unas habilidades extraordinarias para el pase, aprovechando la línea de fondo, encontrando a sus compañeros abiertos o liderando contraataques con una finura casi poética.

Los Lakers están, de momento, 2-2 con Doncic en pista, tuvieron una derrota incomprensible ante los Hornets en un partico que tenían ganado y otra inesperada en Salt Lake City ante los Jazz, contra los que vencieron en el debut del esloveno. La mejor cara mostrada con la nueva adquisición jugando al lado de LeBron fue en Denver. Veremos si eso se sostiene en el tiempo teniendo en cuenta otra realidad impepinable: los angelinos forzaron ligeramente el debut de Luka por la expectación generada y en los primeros encuentros se demostró que la estrella estaba todavía bajo de forma, renqueante de la lesión que tuvo el día de Navidad, a la postre el último que disputó con los Mavericks. Ahora, ha tenido todo el parón del All Star (al que no fue seleccionado) y se le ve de otra manera. Y, de nuevo, hay que insistir en su asociación con LeBron, en las posibilidades que eso da a los compañeros: “Estoy obteniendo tiros tan abiertos que me siento con el culo al descubierto. Disculpen mi lenguaje”, aseguró Dorian Finney-Smith. De repente se juntan dos de los mejores pasadores de la historia en el mismo equipo. Y uno de ellos parece ya recuperado del todo.

En la otra cara de la moneda están los Mavericks. La plantilla ha decidido mantenerse al margen de todo y de todos y hacer piña. Empezar a creer en lo que tienen más que en lo que han perdido. Y, una vez recuperados del (enorme) shock inicial, parece que han hecho un espectacular ejercicio de supervivencia y madurez, más si tenemos en cuenta la lesión de Anthony Davis (cuya carrera tiene un nuevo prisma en su nuevo destino), y han decidido ponerse manos a la obra. Llevan cinco victorias en los últimos siete partidos desde el traspaso, se han hecho fuertes en la desgracia e incluso han olvidado que Klay Thompson abandonó el calor de San Francisco para jugar al lado de un Doncic que ya no está. Ironías del destino, injusticias poéticas y situaciones que salen en las películas de Hollywood. En esa cuna de idealismo crítico y falso realismo se enfrentarán esta noche Lakers y Mavericks. En la misma sede a la que hace unos días acudió Dirk Nowitzki a ver el debut de Luka Doncic para echar más sal en una herida abierta que no para de sangrar. Frente con frente y codo con codo. Cada vez más solos, rodeados de gente. Es lo que tiene.

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El partido será, seguro, lo más visto de la noche, y permitirá a la NBA presumir de ser el mejor show del planeta. Veremos cómo se saludan los implicados y si Anthony Davis tiene su merecido homenaje y su vídeo de agradecimiento por los servicios prestados y el anillo de 2020. También por ser la otra cara de la moneda de un movimiento que, como los que hay de esa grandeza (que son pocos) siempre deja daños colaterales. LeBron, por su parte, se dedicará a verlas venir mientras saborea las mieles de la oportunidad, esa que sabe que existe y que le puede dar el ansiado quinto anillo de campeón, ya veremos si dentro de unos meses o el año que viene. La dimensión alcanzada por los Lakers en el traspaso se nota en la actitud del Rey, que exterioriza perfectamente lo que siente cuando olfatea algo que va más allá de la esperanza. Y que se reencontrará con Kyrie Irving, su gran amigo. Visto lo visto, todo serán reencuentros en la jornada de los reencuentros y en el partido de los reencuentros. Con Doncic y los Mavericks, obviamente, como máximo atractivo. El 10 de abril habrá un segundo asalto en Dallas. Ahí sabremos qué posición podrá ocupar cada equipo en la clasificación. ¿Se imaginan un Lakers contra Mavericks en primera ronda de playoffs? La madre de todo el morbo se juntaría en una misma serie. Pero eso, claro, son hipótesis. Lo esta noche será realidad. Por mucho que nos cueste creerlo. Otra vez: vivir para ver.

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