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NBA | IN-SEASON 2023

Darvin Ham, ¿ángel o demonio?

Llegó a los Lakers como un desconocido y su forma de entrenar siempre ha generado controversia, pero se reivindica con la Copa y su buen hacer en los pasados ‘playoffs’.

Actualizado a
Dec 9, 2023; Las Vegas, Nevada, USA; Los Angeles Lakers head coach Darvin Ham reacts in the second quarter of the in season tournament championship final against the Indiana Pacers at T-Mobile Arena. Mandatory Credit: Kyle Terada-USA TODAY Sports
Kyle TeradaUSA TODAY Sports via Reuters Con

El papel de un entrenador siempre es complicado. Las victorias suelen ser para los jugadores, mientras que en las derrotas los señalados son los que forman parte del cuerpo técnico. Tiene cierta lógica: al fin y al cabo, Phil Jackson, Pat Riley o Gregg Popovich son personajes muy concretos, únicos e inéditos. Parte intrínseca de la historia de una NBA que pertenece a las estrellas en la pista. Por eso Darvin Ham siempre ha tenido una labor compleja, especialmente desde que abandonó el cobijo de los Bucks, donde ejercía de asistente de Mike Budenholzer, para enrolarse a los Lakers, dirigir a LeBron James y ser responsable de la franquicia más grande de la historia. Un mercado inmenso y 17 anillos son los que están a las espaldas de la entidad angelina, que siempre va a copar titulares. Cuando las cosas van bien y, sobre todo, cuando no van tan bien.

Ham iba a estar en el ojo del huracán desde el primero minuto. Sometido al escrutinio constante, al análisis, al círculo mediático que envuelve siempre a unos Lakers muy cómodos en él. Venía para sustituir a un entrenador que había sido despedido (Frank Vogel), que a su vez había llegado por el mismo motivo (la salida de Luke Walton) y al que no le valió el título de 2020 en la burbuja de Orlando. A una idiosincrasia muy concreta, muy perteneciente al aura y al beneplácito de un jugador empoderado, líder de una era como LeBron. Pero también a una estructura complicada desde que Jeannie Buss ganó su particular juego de tronos a sus hermanos y se hizo con el equipo que su padre llevó a la cima para ejercer un mandato que desde fuera parece influenciable. Phil Jackson, su expareja, parece tener opinión para todo a pesar de estar retirado de los banquillos y de la vida pública. Y Kurt y Linda Rambis aparecen siempre que las cosas van mal. Por lo que sea.

Ham y LeBron se saludan.
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Ham y LeBron se saludan.Kyle TeradaUSA TODAY Sports via Reuters Con

El primer mérito de Ham es haber escapado de las garras de dichas personas. Y no haber recibido malas opiniones de ese sector que nunca las tiene buenas. Eso sí, su camino nunca ha sido fácil: empezó 2-10 en su primera temporada y las cosas no funcionaron hasta que Russell Westbrook, un error garrafal de la directiva que contó con el beneplácito de LeBron y Anthony Davis, salió. Antes, le convenció para salir desde el banquillo, algo que era impensable para el base en su momento. Ham, muy cuestionado por el sentido de sus rotaciones, muchas veces incomprensibles, se salvó. Tras el All-Star, los Lakers lograron un récord de 16-7, consiguieron la mitad de esas victorias con LeBron lesionado, se fueron a un 43-39 y alcanzaron el séptimo puesto de la Conferencia Oeste, logrando además vencer en el play-in a los Timberwolves de milagro y llegar a una forma física espectacular a playoffs.

Ahí se empezaron a ver algunas virtudes de Ham: físico, garra, rebote, buenos planteamientos defensivos y simplicidad, pero efectividad en ataque. Se atrincheró en casa, donde los Lakers no perdieron en las dos primeras rondas, atacó a Stephen Curry hasta la saciedad para aprovechar los problemas en ese lado de la pista que suele tener la estrella y desgastarle de cara al ataque. Introdujo a Lonnie Walker en la rotación cuando tuvo que hacerlo, sacó de la titularidad a Jarred Vanderbilt, cambió la defensa sobre Ja Morant primero y Curry después; se hizo fuerte en las virtudes y minimizó los defectos, quitando de la pista a D’Angelo Russell en momentos concretos, cuando más quemado estaba y no le entraban los tiros, algo muy común en un jugador donde confluyen a la vez lo mejor y lo peor. Y se aprovechó de la sabiduría de LeBron, que jugó con el pie lesionado, para ganar la partida a uno de los más grandes, un Steve Kerr que se quedó sin ideas ante un equipo que, simplemente, fue mejor. Fue el fin de una era y el Rey salió ganador.

La temporada acabó con un sabor agridulce, un 4-0 ante los Nuggets, luego campeones, que supo a poco tras la revolución conseguida. Y, al inicio de este curso, las críticas han vuelto para Ham: lío con las rotaciones, las manos permanentemente en los bolsillos, mala gestión de los minutos de LeBron (en su 21ª temporada y con casi 39 años), derrotas inexplicables y demasiado tiempo de juego para Russell. Pero el entrenador ha hecho caso omiso a Twitter (bueno, X) y a la opinión pública, no se ha dejado amedrentar y se ha mantenido firme. La realidad es que la plantilla ha tenido muchas lesiones y el calendario ha sido complejo, por rivales y kilómetros recorridos. La Copa NBA era un empecinamiento del Rey y se ha conquistado. Por el camino, Ham recuperó efectivos y ajustó metiendo a Austin Reaves (que empezó fatal la temporada) en el banquillo. Un acierto más.

Ham da instrucciones a sus jugadores durante la final del In-Season.
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Ham da instrucciones a sus jugadores durante la final del In-Season. ALLISON DINNEREFE

La final del In-Season Tournament (que los Lakers han acabado 7-0) ha ejemplificado la buena cabeza de Ham. A los Pacers no les iba a ganar a base de triples y sí castigando la zona, y los angelinos apenas han intentado 13 tiros desde el exterior. Ajustando según el rival, han abastecido a Anthony Davis de balones y han ajustado atrás, defendiendo bien los intentos de tres del rival (10 de 41) y asumiendo que no iban a poder parar lo que genera Tyrese Haliburton, al que había que dejar en pocos puntos (20 al final) a base de aislarle. Algo totalmente distinto al planteamiento que se utilizó ante los Pelicans, donde el poderío físico desgastó a Zion Williamson. Todo eso es mérito en parte de Ham, siempre bien asesorado por Phil Handy y su actividad en el banquillo, en contraste con la tranquilidad que transmite el primer entrenador. Eso lo han hecho siempre los más grandes. Lo de las manos en los bolsillos ya es otro tema.

Ham va a seguir estando controvertido a pesar de que los Lakers no hagan más que ganar. Van quintos de la Conferencia Oeste (14-9), empatados con los Nuggets (cuartos) y los Mavericks (terceros). Y a sólo una victoria de los Thunder. Más lejos están los Timberwolves (17-4), intratables. La victoria en la Copa NBA, en su primera edición, ha demostrado que tiene soluciones para los grandes momentos y que sus planteamientos pueden llegar a ser muy buenos, especialmente en la defensa. Eso sí, será el receptor de las críticas de forma sostenida y permanente y su futuro, igual que el de los Lakers, dependerá del físico de LeBron James. Por el resto, parece un entrenador de playoffs más que de regular season, algo mejor que serlo en el sentido contrario (como Mike Brown, Mike D’Antoni, Mike Budenholzer...). Un personaje con un papel difícil, pero que se ha ganado el respeto del Rey y el derecho a vivir antes que a sobrevivir. ¿Ángel o demonio? Quizá no sea ninguna de las dos cosas. O ambas al mismo tiempo. Qué más da.

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