Chet Holmgren, un poco más cerca de Wembanyama
Los Thunder ganaron a los Spurs en el primer duelo entre ambos equipos de esta temporada. Holmgren está 3-1 en sus cara a cara contra Wemby.
Chet Holmgren tiene 22 años. Fue número 2 del draft en 2022. Su talento, sus posibilidades, eran de número 1. Pero había miedo porque era un fideo de 2,16 con el que había dudas: ¿podría resistir el castigo de las zonas NBA, el ritmo de contacto físico y partidos constantes del baloncesto profesional? Preparando su debut, se rompió un pie y se tuvo que perder su primera temporada completa. ¿Temores confirmados? No, más bien una desgracia puntual: Holmgren sí jugó la pasada temporada, que fue la de rookie para él porque no había debutado en la anterior. Y, de hecho, jugó los 82 partidos.
Holmgren mide 2,16, tiene una envergadura de 2,31 y llegó a la NBA, después de maravillar en Gonzaga, como el unicornio definitivo, un prodigio físico de brazos inacabables pero movimientos y tiro exterior de alero. La cosa es que justo detrás del unicornio definitivo venía el unicornio todavía más definitivo: Victor Wembanyama: 20 años, 2,21 de altura y 2,44 de envergadura. Todavía más incomprensible en su constitución física, todavía más larguirucho, de brazos todavía más inacabables; más amenazador cerca del aro y más móvil y creador (bote, tiro, pase…) con la bola. El año en blanco de Holmgren hizo que coincidieran como novatos… y que Wembanyama se llevara el premio de Rookie del Año. Holmgren jugó, y fue muy importante, en el mejor equipo de la Conferencia Oeste (y semifinalista en playoffs). Wembanyama hizo lo suyo en el segundo peor. Pero fue Rookie del Año de forma unánime: se llevó los 99 primeros votos y 495 puntos. Holmgren se llevó 98 segundos y un tercer voto (295 puntos).
Si a principio de temporada, parecía que Holmgren podía llevarse el premio porque estaba en un equipo ya competitivo y porque a Wembanyama le costó un poquito encontrar el punto en unos Spurs mucho menos funcionales y en los que Gregg Popovich le animó a hacer cosas fuera de su zona de confort y a cometer errores para acelerar el aprendizaje, la cosa acabó siendo indiscutible por el excepcional rendimiento de Wemby en el segundo tramo del curso. El hecho es que, seguramente, rivalidad para muchos años en el Oeste. Cara a cara, se han enfrentado cuatro veces: por ahora, 3-1 para los Thunder. Wembanyama ha promediado 16,5 puntos, 11,8 rebotes y 3,8 asistencias. Holmgren está en 16,3 puntos, 7,7 rebotes y 4 asistencias. Y ha comenzado mucho mejor esta temporada. Él… y unos Thunder que van lanzados en el Oeste.
Su primer duelo de este curso se saldó con un 105-93 para los Thunder: Holmgren acabó con 19 puntos y 5 rebotes y Wembanyama jugó uno de sus peores partidos desde que llegó a la NBA: 6 puntos, 8 rebotes, 2 asistencias por 4 pérdidas y un 1/5 en tiros de campo. Antes de ese choque, el periodista Michael C. Wright (ESPN) recalcó que la mayor prueba de que hay algo entre Wembanyama y Holmgren, además de un enorme respeto mutuo, es que el francés ni siquiera citó al pívot de los Thunder antes del enfrentamiento y se limitó a decir que era apasionante enfrentarse “a los Thunder”: “Victor ni siquiera dice su nombre. Y así ha sido con él básicamente desde que llegó a San Antonio. Creo que es porque hay una rivalidad real entre ellos. Creo que los dos quieren quitarle atención al otro y ponerla en ellos y sus equipos. Se respetan, pero no se gustan”.
Lo que es incuestionable es que son dos jugadores que pueden marcar el futuro de la NBA y que, de hecho, pueden ser ya all star esta misma temporada. Nadie había logrado 100 triples, 150 tapones y 200 asistencias en la misma temporada hasta que ellos dos lo hicieron, los dos, en su curso rookie. También fueron los únicos con al menos 125 triples y 125 mates. Wembanyama promedió 21,4 puntos, 10,6 rebotes, 3,9 asistencias y 3,6 tapones (254 en total, la cifra más alta en los últimos ocho años); Y Holmgren 16,5, 7,9, 2,4 y 2,3.
Los dos son obviamente perfiles óptimos, superdotados, para el baloncesto. Especialmente para el actual, en el que los interiores tienen que incidir en las dos zonas con intimidación en la propia y, por fuera, tiro exterior que habrá espacios para sus compañeros en la contraria. El propio Holmgren lo explica así en ESPN: “Si puedes defender y tirar, vas a poder jugando cuando sea y en cualquier lado. Eso es lo que siempre ha hecho falta, y esa es la base que quiero que tenga mi juego”. Su entrenador, Mark Daigneault, va más allá: “Lo primero que me llamó la atención cuando le vi fue lo rápido que recupera la posición y cierra los espacios al rival. Hay jugadas que crees que sencillamente es imposible que llegue... pero es como una mantis religiosa. Aparece encima de la bola de la nada”.
Wembanyama, por su parte, asegura que ni siquiera le interesa convertirse en un pívot clásico: “No creo que el juego esté evolucionando en función de las posiciones. Mira a Jokic, juega de base muchas veces. Los equipos ahora buscan la mejor manera de maximizar a los jugadores que tienen, sea en la posición que sea”. Y Brook Lopez (Milwaukee Bucks), uno de los primeros pívots que reconvirtió su juego para pasar del estilo old school, y de espalda al aro, a uno mucho más moderno y con muchos tiros de tres y juego de cara, sabe que los dos son, en esencia, absolutamente especiales: “Es una gozada porque hacen de todo en la pista y sus carreras no han hecho más que empezar. No hay nada que no puedan hacer. Manejan la bola de maravilla, se mueven... son muy especiales. Es increíble ver a pívots que puedan hacer esas cosas. Si piensas en el potencial que tienen todavía por delante...”.
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