La Euskal Kopa se negaba a disputarse
Primero un retraso de la expedición del Baskonia por un atasco, que obligó a aplazar el inicio 45 minutos, y luego la condensación, que acabó por suspender el choque, dan forma a un esperpento de final Baskonia-Bilbao, que encima no se retransmitía por ETB.
La final de la Euskal Kopa 2023 será recordada durante mucho tiempo. Un esperpento que debería sonrojar y hacer recapacitar a más de uno. Para empezar, la cita entre los dos grandes colosos del baloncesto vasco, Baskonia y Bilbao, quedó en el cofre del ‘streaming’, ya que el canal autonómico Euskal Telebista no consideró oportuno lanzarlo a los hogares de los ciudadanos que lo sustentan con sus impuestos. A media tarde, el club vitoriano anunciaba que estaba atrapado en un atasco por culpa de un accidente. Ahí quedó parado durante una hora y media. Así que el partido retrasó el inicio durante 45 minutos. Antes se supo que Smith estaba de baja a causa de una fractura en un dedo de la mano izquierda. Los alaveses se presentaron sin el mundialista Marinkovic, el lituano Sedekerskis y Markus Howard, por una indisposición.
Era un ensayo general para ambos conjuntos, una buena piedra de toque para ver cómo están de cara al cercano inicio de curso. Pero llevar la cita al polideportivo Urreta de Galdakao sembraba ciertas dudas, ya que es una pista con algunas deficiencias. Y pronto se vio que el pabellón no estaba capacitado para albergar una cita de tanta envergadura. La condensación empezó a provocar estragos y no es cuestión de arriesgar, más viendo lo que ocurrió el año pasado en el conjunto de Ponsarnau, con lesiones gravísimas de Goudelock y Rigo. El derbi arrancó al menos como gesto de generosidad hacia los baskonistas tras un viaje tan accidentado, y a la gente allí congregada. No se pudo ver gran cosa, tan sólo el abuso en el tiro exterior de los azulgrana y las recuperaciones, algunas en primera línea, del Bilbao Basket, que se puso con 6-12 pero luego le vino un parcial de 11-0. Killeya-Jones completó la jugada más brillante del minipartido, un mate volando a gran altura por encima de Costello.
Pero los jugadores mantenían la estabilidad con enorme dificultad sobre una pista de patinaje. Mucho calor y continuos deslizamientos. La mopa trabajó más que los árbitros. Dani Díez se pegó una costalada y algunos empezaron a decir ‘basta’. La diferencia se fue al 28-20 y cuando el marcador lucía un 33-29, a 4:29 para el descanso, se suspendió. El enésimo resbalón, esta vez de Killeya-Jones al subir al poste alto a poner un bloqueo, fue la gota que colmó el vaso. Los directores deportivos, Félix Fernández y Rafa Pueyo, se decantaron por recoger los bártulos. Final de un bochorno. 300 espectadores a la calle casi sin sentarse. Los jugadores agradecieron la asistencia de la gente, algunos como Moneke, siempre tan dispuesto, se hicieron fotos con la concurrencia y a otra cosa, mariposa. Una tarde echada a la basura. No es el verano del Surne, ya que en su estadía en Oporto se suspendió la cita ante el Göttingen cuando este iba a desplazarse, por un aviso de bomba en el aeropuerto de Colonia. Al menos puede decirse que los ‘hombres de negro’ siguen invictos tras medirse con Palencia, Madrid, Liege, Oporto y este simulacro inconcluso de Galdakao. Era el último ensayo de preparación para ellos y el penúltimo para los de Peñarroya antes de comenzar la Liga Endesa el próximo fin de semana.