El Barça se recompone y acaba tercero la Euroliga

Un tercer y cuarto puesto que es más un castigo que un premio, una penitencia obligada para los caídos en semifinales, que le deja al Barça un sabor muy amargo pese a la victoria ante el Olympiacos (84-74). Una victoria que es la mejor manera de cerrar la Final Four, pero que no deja de ser la prueba fehaciente de que no habrá revancha contra Efes. De que no habrá Euroliga esta temporada. Un fracaso que, sin embargo, también es un éxito: lo que hoy se vive como una derrota durísima, ser el tercer mejor equipo de Europa, no hace tanto era visto como una alegría. Y eso es mérito del Barça de Jasikevicius.

El partido empezó bien para los azulgranas, con una pequeña ventaja, pero sobre todo porque jugadores que no aparecieron en la semifinal sí contribuyeron ante Olympiacos. El primero Calathes, mucho más cómodo, que conectó con Mirotic. Y el segundo Sanli. Acertado de tres y defendiendo a Fall, todo lo que no pudo hacer ni con Tavares ni con Poirier. Y esta fue la gran noticia para el Barça, no ya por el partido en sí, sino porque tanto base como pívot han de ser importantes en los playoffs de liga endesa.

Sin nervios ni presión, las prestaciones defensivas de ambos equipos fueron más bajas. Tanto que permitieron a los exteriores tirar casi a placer, pero con unos resultados bastante pobres. Antes del descanso el Barça llevaba 4/13 en triples por un 2/9 de Olympiacos sin que este fuera un factor determinante en el devenir del choque. Los griegos, arropados por la inmensa mayoría del público, vivieron de los robos (y las pérdidas del Barça) cuando Jokubaitis estuvo a los mandos de la nave azulgrana. Sin Mirotic en pista, recibió un golpe en la cara, entre Sanli y Davies mantuvieron al Barça por delante. Dos triples de Abrines fueron también determinantes (45-38).

Ante el Real Madrid el Barça cayó porque fue inferior sobre el parqué, pero sobre todo porque lo fue mentalmente. Toda la fe que sí tuvo el Real Madrid le faltó al Barça, que no supo ni pudo matar el partido. Una falta de “instinto asesino”, como lo definió Jasikevicius, que tampoco mostraron ante Olympiacos. Llegaron a tener una gran ventaja (57-42), pero en lugar de matar el partido permitieron a los griegos volver al mismo. Vezenkov, también mucho más acertado que en la semifinal, lideró a los suyos (64-60).

Para colmo de males, además, se lesionó Abrines. No fue grave, una torcedura de tobillo que no le impidió tener algunos minutos más, pero que sí cortó de raíz el buen momento del mallorquín. Acertado de tres y muy activo en defensa, demostró toda la intensidad y entrega que les exige su técnico.

Las transiciones rápidas volvieron a acercar a Olympiacos (68-65) en un partido que estaba ya claramente destinado a decidirse en los últimos minutos. Aunque en realidad no tuvo ninguna emoción. Mirotic volvió a pista y lanzó a un Barça que entró al último minuto siete arriba para lograr la más amarga de las victorias.