NBA | GRIZZLIES 111 - TIMBERWOLVES 109 (3-2)

Ja Morant reina en el manicomio

El base anota 18 puntos en el último cuarto y decide el partido en el último segundo. Los Grizzlies remontan 13 en 10 minutos para lograr un triunfo vital en una serie desquiciada.

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Ja Morant reina en el manicomio
Justin Ford AFP

El que entienda esta eliminatoria, que la compre. Si el drama, los momentos que pueden cambiar legados y los giros de guion que van conduciendo al anillo (veremos a quién) parecen manejarse en otras series, el Grizzlies-Timberwolves está siendo algo así como la llamada de lo salvaje, una montaña rusa en la que chirrían demasiadas tuercas pero de la que te acabas bajando con la adrenalina por las nubes. Un asunto para no pensar, ante el que los entrenadores se santiguarán y que debería suministrarse con la advertencia de que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

La cosa está 3-2 después de un cardíaco 111-109 que deja a los Grizzlies, el segundo mejor equipo de la fase regular en toda la NBA (aunque ahora no lo parezca) con dos bolas de partido, la primera el viernes en Minneapolis. La segunda, si se llega al séptimo, el domingo de vuelta en Tennessee. La cosa está 3-2 pero podía ser ya un 4-1. Y, sobre todo, podría ser un 2-3… o un 1-4. Los Wolves han sido mejores durante gran parte de la eliminatoria, han dominado en tramos más largos y han aplicado más su plan... si es que alguien se atreve a sugerir que cualquiera de estos dos equipos tiene algún tipo de plan. En el tercer partido, los Wolves perdieron dos ventajas de 25 puntos. En este quinto, el balancín entre el 3-2 y el 2-3 y generalmente la llave para la clasificación, ganaban por 11 al final del tercer cuarto y por 13 (79-92) a menos de 10 minutos para el cierre. Pero los Grizzlies encontraron, otra vez, la forma de escapar. No están jugando a su nivel, no están haciendo muchas de las cosas básicas que deberían hacer. Pero están a una victoria de avanzar.

No tiene mucha explicación, o tiene una: Ja Morant. El base, que está haciendo una eliminatoria discretísima, con tramos desastrosos, estaba jugando otra vez mal. Pero anotó los últimos 13 puntos de los Grizzlies y 18 en el último cuarto (con un 9/10 en tiros libres). Tuvo sangre fría desde la línea de personal, metió el triple que había que meter (para el 107-106) después de haber fallado sus tres intentos anteriores y, sobre todo, decidió el partido con una canasta marca de la casa, una penetración de elevación interminable en el último segundo. Anthony Edwards había empatado (109-109) a falta de 3,7 segundos. Pero después buscó el robo en lugar de la defensa posicional y dejó vía libre a un Ja que vio camino limpio hacia el aro, con Towns perdido en el otro lado de la jugada. Y el éxtasis, claro: en la grada del FedExForum no hay entrenadores ni académicos del juego: hay aficioandos de los Grizzlies, y se lo habían pasado de maravilla.

En justicia, Brandon Clarke debería salir en la foto al lado de Ja Morant. El pívot, que está jugando una serie tremenda una vez que Steven Adams tuvo que quitarse de en medio porque la percusión exterior de Towns le saca de la pista, no anotó el chorro final de puntos ni la canasta ganadora. Pero los Grizzlies no se habrían llevado el partido sin él. Primero, por su trabajo del primer cuarto cuando llovían los triples del rival. Finalmente, por sus diez rebotes con siete de ataque (¡siete!) solo en el último cuarto. Acabó con 21 puntos y 15 rebotes (9 de ataque). Si el rebote contó gran parte de la historia del partido, Clarke estuvo tan cerca del MVP de la noche como Morant. Su energía y su trabajo en las zonas permite, además, a Jenkins jugar los minutos decisivos con quintetos mucho más pequeños y móviles que los de los Wolves.

Desmond Bane, la presencia más estable de los Grizzlies a lo largo de estos cinco partidos, acabó con 25 puntos. Dillon Brooks no metió nada (1/10 en triples), Tyus Jones jugó en un perfil más bajo de lo habitual y Jaren Jackson Jr volvió a cargarse de faltas y a perder así cualquier efecto sobre el partido, incluidos otra vez demasiados minutos fuera en el último cuarto, ya eliminado. Sumado todo eso y que doblaron (7-14) a su rival en triples anotados, los Wolves deberían haber ganado. Y deberían estar 2-3. Pero los deberían no escriben la historia de los playoffs. Otra vez Towns y Beverley gesticularon mucho, retaron y dieron carnaza a las redes sociales. Pero están al borde de la eliminación. Lo que, en una serie como esta, no se sabe cuánta trascendencia real tiene. Si ganan el viernes, en su pista, llevarían la resolución a un séptimo en el que es mejor ni pensar. Por la salud mental de todos.

Towns acabó con 28 puntos y 12 rebotes, Edwards con 20 puntos y demasiados fallos y Russell con otro partido muy discreto (12 puntos, 8 asistencias, 4 pérdidas). El trabajo de la segunda unidad (Prince, Beasley, Reid…) empujó, y ese 79-92 del último cuarto queda como testimonio de lo cerca que están los Wolves… pero también de lo lejos que aterrizan después de una derrota dolorosa que les convierte en el primer equipo que pierde más de un partido en la misma serie de playoffs tras llegar con ventajas superiores a los 10 puntos al último cuarto. En el manicomio, en una lucha de equipos inexpertos e imperfectos, por ahora ganan los Grizzlies. No se sabe muy bien cómo, y quizás por eso la tentación es pensar que tiene ya un pie y medio en semifinales. O precisamente todo lo contrario. Vaya usted a saber.