LeBron James, los Lakers y un "matrimonio de conveniencia"
Un artículo de Sam Amick destaca que LeBron se plantea muy seriamente no ampliar su contrato con los Lakers y ser agente libre el próximo verano para afrontar un cambio de aires.
¿Y ahora qué? Esa es la pregunta que engloba todas las preguntas en el entorno de los Lakers, que han tenido que ver por televisión hasta el play-in, apartados incluso de un décimo puesto del Oeste baratísimo: los Spurs lo amarraron con solo 34 victorias (34-48): ¿Y ahora quién va a entrenar a este equipo? ¿Y ahora qué pasa con Russell Westbrook? ¿Cómo se puede facilitar que Anthony Davis vuelva a ser el jugador que era hasta hace dos temporadas? ¿Cómo se va a completar una plantilla completamente mal construida la temporada pasada? Muchos ¿y ahora qué? que incluyen uno más, uno decisivo. Absolutamente trascendental: ¿y ahora, qué pasa con LeBron James?
Durante la próxima temporada, LeBron James cumplirá 38 años y 20 en la NBA. Le queda un año de contrato por 44,4 millones de dólares y el próximo verano será agente libre salvo que firme una extensión con los Lakers que podría ser por dos años y 97,1 millones de dólares. Esta no podría sellarse antes de agosto, y LeBron jugó con eso en su comparecencia ante los medios en el último día de trabajo antes de irse de vacaciones sin playoffs por segunda vez en sus cuatro años en L.A., un tramo inestable y complicadísimo con puntos bajísimos y uno tan alto como un anillo: el de 2020, en la burbuja de Florida. Con un tono preocupantemente (para los Lakers) neutro, casi desinteresado o como mínimo de enorme distancia, LeBron dijo que “ya se verá”, que se hablará “cuando le convenio lo permita” porque “técnicamente” no se puede negociar ahora.
La realidad, y lo constante Sam Amick, en un revelador artículo en The Athletic, es que LeBron estaba dejando medidas dudas sobre su futuro, tal vez una advertencia a los Lakers, una muestra de dudas muy reales o una señal de que necesita ver (¿y ahora qué?) hacia dónde intenta dirigirse la franquicia. Es un testamento del desastre que ha sido la última temporada y media para los Lakers. Cómo de mal ha tenido que ir todo para que LeBron no tenga claro que no hay mejor lugar, dentro y fuera de la pista, que L.A. y los Lakers para terminar su carrera, buscar algún anillo más y superar, con el mítico amarillo y púrpura además, el récord de puntos de Kareem Abdul-Jabbar.
“Esto cada vez se parece más a un matrimonio de conveniencia”, asegura un Amick que tilda la actitud de LeBron en ese último día de un “yo solo trabajo aquí”. Cuando le preguntaron sobre la gestión de los despachos, incluido el adiós de Frank Vogel y su comunicación, LeBron fue tan poco claro que fue clarísimo: hay cosas que se pueden hacer mejor, las decisiones nunca dejan a todos felices, esto es lo que es, yo controlo lo que puedo controlar.
LeBron, dice Amick en boca de sus fuentes, se plantea seriamente no ampliar con los Lakers, irse en el verano de 2023 o pasar a un formato de contratos anuales al estilo de sus últimos años en Cleveland para controlar totalmente su futuro. Entra en juego también su deseo de jugar con su hijo Bronny, que entrará en el draft de 2024 y con el que LeBron ha repetido mil veces que quiere jugar. Él ha tenido culpa en parte del desaguisado, y su presión acercó a Russell Westbrook de forma decisiva a un equipo en el que nunca ha encajado. Pero en otras cosas no ha sido escuchado: la falta de acuerdo con Tyronn Lue es el ejemplo más claro.
En febrero, LeBron dejó un sainete público en el All-Star de su ciudad, Cleveland, que pareció alejarlo de Los Ángeles. A finales de ese mes, una reunión de su agente, Rich Paul, con Jeanie Buss y Rob Pelinka pareció dejar las cosas arregladas… pero después todo ha sido tal desastre que desde el bando de LeBron se desconfía del tinglado que tienen montado en los despachos Pelinka y el criticadísimo Kurt Rambis, cuya influencia parece asegurada mientras Buss siga al frente de la franquicia y al que solo ella parece seguir apoyando. De esas decisiones: despachos, banquillo, plantilla, salida de Westbrook, va a depender en gran parte qué hará o no hará LeBron, que en este momento parece encantado de airear que, ahora mismo, no está precisamente apasionado con su situación en los Lakers.