NBA | GRIZZLIES 117 - TIMBERWOLVES 130 (0-1)

Beverley es un pollo con cabeza

Un buen final de partido sentencia una victoria aún mejor de los Timberwolves en casa de los Grizzlies. Edwards, Towns y Beasley, también destacados.

0
Patrick Beverley
Justin Ford AFP

Empiezan con fuerza los visitantes en los Playoffs NBA de este año. Las dos primeras son para ellos. Hay que unir las dos del horario internacional de este sábado: la de los Jazz en Dallas y la de los Timberwolves en Memphis. Las dos, del Oeste. En el caso de los Grizzlies hablamos de uno de los conjuntos más temidos, capaz de mantener el ritmo cuando faltaban estrellas como Brooks, Jackson o, de igual forma, Ja Morant. El juego de los de Taylor Jenkins ha enamorado y les ha encumbrado como una realidad más que un proyecto de futuro. Pero las series por el título te hacen replantearte todo. Eso deberán hacer después de encajar 130 puntos en su FedEx Forum y de sólo meter 117. El triunfo viaja a Mineápolis y con él va el factor-cancha para otra de las plantillas que representa la juventud y el rejuvenecimiento de los que más lejos llegan en este torneo.

De nuevo, como elemento ajeno al juego, hubo una protesta contra el todavía dueño de los Wolves, Glen Taylor, por eliminar en una de las granjas que son de su propiedad una partida de pollos después de que en la misma se desatara un brote de gripe aviar. Pese a que las cámaras de televisión no lo captaron, una mujer trató de encadenarse a una de las canastas del pabellón durante la primera parte. Espectáculo dantesco. En el anterior encuentro otra se intentó adherir al parqué con pegamento.

Fueron realmente constantes los Timberwolves durante la práctica totalidad de los minutos, dejando poco aire para que respirara el talento que tienen los Grizzlies y que quedó reducido a poco. En una noche muy mala de D'Angelo Russell lideró Edwards (36) y Towns (29) y Beasley (23) se quedaron como escuderos más acertados. Una rotación corta, de diez jugadores pero en la que Reid y McLauhglin tuvieron escasa incidencia, valió para dar cobertura a todo ese caudal de puntos que tenían en sus manos. El encargado de encarnar el espíritu defensivo, para completar el giro de guión, fue el que dio la puntilla a los Grizzlies y no sólo a la hora de proteger el aro. Estos lobos tienen corazón y ese pollo tiene cabeza. Patrick Beverley es un espectáculo en sí mismo y en Memphis, que de eso van cargados esta temporada, él se encargó de dar el último grito.

La primera jugada del partido fue un estorbo de Vanderbilt a Jackson. La segunda fue un tapón de Jackson a Vanderbilt, justo a la vuelta. Esto era lo que prometía este encuentro y, por ende, la eliminatoria: juego sin miedo, electricidad, ataques a navaja y competitividad. Para el aficionado no decepcionó porque es lo que tuvo, pero hay que hacer examen de conciencia. Minnesota es uno de los equipos que más se deja en defensa, pero para Memphis recibir tanto en contra es algo a arreglar y más viendo que le ha costado la derrota. En el primer cuarto ya tuvieron que soportar 41 puntos. Las primeras ventajas llegaron hasta los 13 para los visitantes de la mano de Anthony Edwards, sobre todo y en una dinámica que también se extendería hasta el minuto 48. Un buen trabajo de Jones, Anderson y Clarke saliendo como suplentes equilibró en el segundo cuarto algo la balanza. Pero algo, sólo algo. Si los Grizzlies juegan con todo, con un perro de presa como Dillon Brooks lanzado a por las estrellas rivales pero con orden también de anotar, los Timberwolves tienen eso en el exterior con, por ejemplo, Malik Beasley o Taurean Prince. Se han reconvertido en eso porque es lo que se pide. Por dentro, amargando la vida a Steven Adams, un pívot que campeona en triples como Karl-Anthony Towns. Tienen antídoto. Los Timberwolves supieron parar casi todos los arreones de los Grizzlies y supieron dar el último empujón. Apoyándose en los triples, ya que metieron 16 en 41 intentos, lo hicieron. Russell, con 1/10 en tiros, metió uno de tres a mitad del último cuarto para distanciar a siete a unos Grizz que venían con el último impulso. Beverley salió a 3:16 para el final y el mundo (según San Juan) le amó: defensa para cambiar un tiro, paso a un lado y triple desde la parte frontar, deslizamiento por pista para conservar posesión y dejar en superioridad a los suyos para que Beasley rematara... Con esos tres golpes los de Finch se fueron más allá del +10 y cerraron la velada con tranquilidad.