NBA | PELICANS 116 - LAKERS 108

Los Lakers se llevan el Razzie

Interpretación bochornosa de los Lakers en casa de los Pelicans: ganaban por 23 puntos y acabaron perdiendo. Ahora sí tienen un problema de verdad.

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El tiempo para las medias tintas se termina en los Lakers. Ahora sí se han metido en un problema de grandes dimensiones. La derrota en casa de los Pelicans y la victoria que allí lograron los Spurs un día antes es una mezcla que les sitúa al borde del abismo: décima posición, al borde de caer, y con sólo una victoria de ventaja frente al equipo de Gregg Popovich. Una de las batallas más interesantes del final de a fase regular va a estar ahí. Pero para los Lakers no es que sea un plato de buen gusto o no, en lo que no es posible disyuntiva alguna, es que es un plato que han pedido ellos. En el día D y la hora H ganaban de manera imponente, haciendo el trabajo, y cayeron en el más profundo de los agujeros para volver a darle un grado de emoción a la clasificación de la Conferencia Oeste que creíamos perdido.

Regalo de los dioses que escriben este guión. En la noche de los Premios de la Academia de Cine, de la excelencia en el arte de interpretar papeles, a los Lakers les tiene que caer el Razzie. Es la versión paródica de los Oscar y cuya gala tiene lugar unos días antes de la de los galardones más importantes. A LeBron James le han otorgado uno este año por su participación en Space Jam 2, cinta en la que hacía de sí mismo, pero es toda esta plantilla el que se lo debe llevar. Colectivo. ¿Cómo puede caer tan bajo un equipo, no ya el que más Anillos tiene en la historia junto a los Celtics, para pasar de favorito al título antes de la temporada a pelear por mantener el décimo puesto unos meses después? Ellos son la peor interpretación de sí mismos. Y más cuando está en emisión la serie Winning Time, que narra las peripecias de esta franquicia cuando lo era todo en la década de los 80. Que la realidad supera a la ficción es un concepto manoseado, pero no deja de ser acertado en este caso. El play-in va a pasar a ser una bendición si al final pueden disputarlo.

La salida de tono de los Lakers en el Smoothie King Center no es que sorprenda, en realidad supone mantener la tónica de toda la temporada en la NBA. Es simplemente la confirmación de que los angelinos deben sudar sangre para sobrevivir. Con Davis todavía fuera por lesión y los vaivenes en torno a Westbrook, LeBron James está intentando sacar de un hoyo que ellos mismo han cavado a los Lakers y, de momento, no puede. A los Pelicans, que se sitúan novenos en la tabla de la conferencia, les vino grande el inicio del partido y terminaron venciendo gracias a las numerosas grietas por las que los de Vogel les dejaron colarse. Es la historia de una temporada que, en este punto, se acaba de poner difícil.

116-108 abajo cuando los Lakers llegaron a estar 23 arriba. Su segunda parte fue una bajada de brazos preocupantes ante un equipo en el que volvía Ingram pero sigue faltando Williamson. El partidazo de LeBron James, con 39 puntos en 42 minutos y un positivo 14/27 en tiros, quedó en nada si se compara con la actuación colectiva que les llevó a perder. 65 tantos permitidos entre el tercer y cuarto periodo...

El juego de los Lakers era delicioso al principio de la noche. Es difícil explicar cómo se pudo venir abajo. Pese a tener algunos problemas para mantener el balón en el primer cuarto, la apertura fue un 0-10 limpio de polvo y paja y se veía a LeBron como si estuviera en una misión. Dos triples para empezar y búsqueda de las esquinas, un buen termómetro para ver si un equipo está moviéndose bien. El primer descanso de los más habituales trajo consigo el primer resbalón de los visitantes. El marcador se volvía a apretar y, entrando en el segundo cuarto, el trabajo volvía a ser el mismo para los Lakers. En ese segundo tirón iban a dar lo mejor de sí. LeBron, con otros tres triples (en la noche, 7/13) y cada cual más complicado, subía el tono. No se podía frenar a un conjunto con esa confianza. Westbrook, con otro tiro de tres y una bandeja a la contra, fue el que puso esa máxima de 23 con el 42-65. Pero el rival también juega.

A pesar de que James encestó otro triple cuando, en la tercera manga, los Pelicans ya habían rebajado la distancia a la barrera de los diez puntos, los Lakers empezaron a trabajar mal en defensa, llegando tarde a los tiros del rival. Murphy fue la sorpresa y McCollum e Ingram actuaron como se les pide. El vendaval empezaba a ser real.

El acierto de Murphy (21) sorprendió a los de Vogel, que no tenían plan para el daño que podía hacer. Jugaba junto a Hayes, que se movía de fuera a dentro con facilidad, y los espacios dejaban libre al tirador. Al comienzo del último cuarto, al haberse transcurrido tres minutos del mismo, los Pelicans ya estaban sólo 93-94. Murphy anotó otro triple para empatar y estaba hecho. A la paliza recibida en el tercer cuarto se unió que los Lakers empezaron a bajar su ritmo anotador cuando el balón quemaba. Monk fue el que sostuvo un buen duelo con el base rival, McCollum, hasta que las fuerzas pasaron a los grandes: Ingram percutía, LeBron aguantaba. Pero llegó el último minuto y la cuenta no volvió al principio. Valanciunas aprovechó su altura en un corte a canasta en el que se quedó con un pequeño para meter un gancho y McCollum anotó una bandeja que James taponó ilegalmente. Y por si la derrota fuera poco, el '6' de los Lakers se fue del partido con dolor tras torcerse el tobillo en la primera mitad.