LeBron James pierde la paciencia
"Hay cosas que no puedes controlar", asegura el alero, cada vez con un peor lenguaje corporal en pista: "Todas las temporadas son cuestión de paciencia, pero esta más que las últimas".
LeBron James está enfadado, frustrado y cada vez más visiblemente desmotivado en lo colectivo. Todo eso es cierto, también que sus números son una cosa de otro mundo: con 37 años y 78 días, y en su temporada 19 en la NBA (más de media vida en la Liga), promedia 29,5 puntos, 8,1 rebotes y 6,2 asistencias. Pelea por ser el máximo anotador de la temporada, algo que solo ha conseguido en 2008. Hace catorce años. Y va en ritmo de convertirse en el máximo anotador de todos los tiempos: lleva 36.873 puntos y está ya a solo 55 de Karl Malone, el segundo, al que pasará en dos partidos, o tres… o uno. Y está a 1.514 ya de Kareem Abdul-Jabbar (38.387). En un ritmo de unos 25 puntos por partido que parece perfectamente asumible, LeBron será el máximo anotador de siempre en unos 60 o 61 partidos. Es decir, en la próxima temporada. Se acaba de convertir en el primer jugador con al menos 10.000 puntos, 10.000 rebotes y 10.000 asistencias. De hecho, está por encima de 30.000+10.000+10.000.
Así que a LeBron la temporada sí le está sirviendo para agigantar su monumental leyenda, impulsada por una longevidad que empieza a parecer antinatural. Sin embargo, en lo colectivo la cosa es un desastre. Con Anthony Davis lesionado (otra vez) desde hace más de un mes, con el experimento Russell Westbrook explotando en la cara de la franquicia y con un equipo mal hecho y muy corto de talento, físico y especialistas defensivos, los Lakers están 29.40, novenos del Oeste… y gracias. Intentando no quedarse fuera incluso del play in porque los Spurs están a dos partidos y medio. ¿Intentándolo? Se podría pensar que ni eso. Desde el parón del All Star, los Lakers están 2-9. Salen casi a paliza por partido y los dos que han ganado han sido porque LeBron ha tenido 50 y 56 puntos.
Pero lo cierto es que más allá de eso, a LeBron se le ve menos implicado en el juego, desconectado en defensa, lento o desinteresado en la transición defensiva. Parece obvio que ha dejado de creer que hay salvación para este proyecto 2021-22 que se está pegando una costalada histórica. Su malestar llega a las salas de prensa. Después del desastre contra los Raptors le preguntaron qué podía hacer el equipo para anotar más tiros exteriores y contestó esto: “Meterlos. Es una obviedad. Los equipos nos dejan lanzar y no los anotamos. Hay que meter los tiros y ya está. No es ciencia muy complicada. Solo meter los tiros”.
También ha reconocido que es muy difícil mantener la paciencia en la situación actual del equipo: “Al final, sigues intentándolo. Me siento cómodo estando incómodo, así que no es algo que preocupe mucho. Cada temporada es una cuestión de paciencia para mí. Y esta no es distinta, pero puede ser que esté poniendo esa paciencia a prueba más que cualquiera de los últimos años. Por cómo estamos jugando, porque las derrotas no dejando de acumularse… Lo único que queda es no caer en una mentalidad perdedora, encontrar formas de concentrarse, ayudar a que los compañeros mejoren. Lo que no voy a hacer es estar en una posición en la que asuma las derrotas como algo normal. Soy un competidor, quiero ganar. Desde luego hay cosas que pasan en la pista que te frustran. Pero no puedes controlarlo todo, y no puedes preocuparte de lo que no puedes controlar. Sigues empujando. Sigues liderando, viendo qué puede ser bueno para tu equipo… Cuando ganas, es fácil estar cómodo. Se trata de cómo de cómodo puedes estar cuando las cosas se ponen incómodas. Hay equipos muy buenos en esta Liga. Yo intento poner al mío en situación de ganar, y este año la mayoría de las veces no está yendo bien. Pero eso no cambia mi forma de afrontar las cosas”.