¿Por qué los jugadores no llevan la camiseta de sus equipos en el All Star de la NBA?
Los uniformes del Partido de las Estrellas siempre son uno de los asuntos más comentados del evento. A lo largo de la historia han cambiado y se han basado en distintos conceptos.
En Cleveland se va a disputar el All Star Game número 71 de la NBA, un evento que vivió su primera edición en el Garden de Boston, en 1951, y que ahora celebra, de paso, el 75 cumpleaños de la mejor Liga de baloncesto del mundo. Una competición que aprovecha este fin de semana para presumir de buen estado de salud y enseñar el músculo de su inigualable colección de estrellas. Eso incluye el diseño de unos uniformes que siempre son uno de los asuntos más comentados en cada edición. Especialmente ahora, en la edad de oro del marketing y el merchandising.
Sigue en vivo el partido de las estrellas del All Star de la NBA
No siempre fue así. En el primer All Star, en 1951, los jugadores llevaban unas camisetas con número, sin letras y sin más adorno que unas estrellas bastante grandes. La cosa fue evolucionando, claro, y en 1967 llegó el primer uniforme verdaderamente diseñado para destacar en un All Star Game: como la cita era en San Francisco, se usó la temática de The City en unas camisetas que recuerdan a alguno de los modelos que han usado los Warriors en los últimos años. En 1972, con la cita en el Forum de L.A., las camisetas del All Star evocaban a los Lakers. Ese gusto por lo temático dio algunos uniformes muy celebrados, como el de 1980, en Washington y con recuerdo a los Bullets. Y volvió en los 90 con los inolvidables diseños de Phoenix 1995 (con el cactus y los colores blando y morado) y San Antonio 1996, la edición Fiesta.
Pero las camisetas más recordadas son las que jugaban con diseños simples y los colores rojo, blanco y azul. Inamovibles entre 1985 y 1990 y que regresaron como temática principal a partir de 2002. Entre 1997 y ese 2002, sin embargo, se produjo una anomalía que muchos recuerdan como uno de los mejores momentos en cuanto a uniformes de los All Star: cada jugador se ponía el habitual del equipo en el que jugaba, la versión de blanco los que eran locales (Este u Oeste) y la de colores del visitante el que teóricamente jugaba a domicilio en función de la sede. Así llegaron algunos de los mejores All Star Game de siempre: el debut de Kobe Bryant en 1998, con su duelo contra Michael Jordan, o la remontada del Este en 2001 a hombros de Allen Iverson.
El efecto era atractivo, eso es incuestionable. Pero en 2002 se regresó a los patrones de blanco, rojo y azul, y al diseño de unos uniformes particulares para cada All Star. Básicamente, por una razón económica. A medida que los aficionados gastaban más dinero en merchandising, las camisetas del All Star se convirtieron en piezas valiosas que la marca que las diseñaba y fabricaba quería explotar. Así que no tenía sentido que los jugadores se limitaran a llevar la equipación de su franquicia. En cambio, se apostaba por diseños distintos y significativos cada año, también para convertir esa parte estética en otro de los puntales del evento, un asunto diferenciador del Partido de las Estrellas. Por eso, aunque hay quienes las reivindican, no han vuelto esas equipaciones del propio equipo. Lo más parecido que hemos visto son camisetas especiales (negras y blancas) con los logos de cada equipo en el pecho dentro de un diseño igual, salvo ese logo, para todos los que jugaban en el mismo bando.