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NBA | WARRIORS 117 - LAKERS 115

Los tiros libres matan a LeBron

Los Lakers mejoran mucho pero pierden en pista de los Warriors, superados en el último cuarto por un Klay Thompson maravilloso. LeBron pudo forzar la prórroga desde la línea de personal.

Los tiros libres matan a LeBron
Cary EdmondsonUSA TODAY Sports

Ya no está en los Cavaliers, ya no viaja al vetusto Oracle de Oakland, en el lado duro de la Bahía, sino al rutilante Chase Center del downtown de San Francisco. Y ya no juega por el anillo, porque será difícil que lo haga esta temporada salvo que sus Lakers firmen una de las resurrecciones más improbables de la historia del deporte. Pero la noche, incluso con todo eso, tuvo algo de especial. Tan marcados nos dejaron aquellos cuatro años de lucha LeBron-Warriors, Cavaliers-Splash Brothers. Una de las mayores rivalidades que ha visto la NBA. Ganaron los Warriors (117-115), como en tres de las cuatro Finales en las que se vieron las caras, LeBron vs Curry y Klay. Pero el caso es que los Lakers, en pleno incendio, pudieron ganar. Casi debieron ganar. Hasta que volvió a dar la sensación de que se han olvidado de como hacerlo. Por trágico que suene.

La cosa está tan rematadamente mal (26-31, novenos del Oeste y a cinco partidos del 50% de victorias) que rozar el triunfo y dejar una buena imagen parece suficiente, mientras se cuentan los días para que llegue el parón del All Star: queda un partido, en L.A. contra Utah Jazz. Después de (días convulsos) la paliza de los Bucks, del ridículo en Portland, de la congelación de los despachos en el cierre de mercado y de los rumores de guerra civil en todos los frentes (Rob Pelinka-Frank Vogel-big three), los Lakers al menos no se arrastraron ni fueron barridos en pista del segundo mejor equipo de la NBA (42-15, a cuatro paridos y medio de los Suns). No debería ser suficiente, no debería ser el objetivo… pero aquí estamos. Es lo que hay.

El caso es que los Lakers pierden. Si juegan mal, son avasallados. Si juegan bien… no aciertan, no rematan, no tienen el último golpe de talento o de suerte. El triple de Westbrook en Charlotte, la suspensión de Davis contra los Clippers… nada. Esta vez, con 117-114, los árbitros pitaron una dudosa falta a LeBron James en la línea de tres. Pero LeBron, con opción de empatar, falló el primer tiro libre, acabó con la opción de prórroga y lanzó a fallar el tercero, sin milagro en el rebote. Y derrota. Pese a que el equipo jugó bien, dentro de lo que hay: enchufado y con criterio, con intensidad. Y después de remontar 15 puntos (41-26), llegó 103-109 a los últimos cuatro minutos.

Ahí, con el partido en su mano, acumuló fallos: bandejas, tiros libres… mientras, Klay Thompson anotó tres triples, Andrew Wiggins otro y Stephen Curry, que no había estado nada bien, sumó un canastón a 47 segundos del final. Cuando hacía falta, la antítesis esta vez de un LeBron que se quedó en un 1/10 en el último cuarto, asumió la culpa de la derrota y aseguró que vio al equipo “conectado” tras dejar atrás los rumores y jaleos previos al cierre de mercado. Acabó con 26 puntos, 15 rebotes y 8 asistencias pero un 9/27 en tiros por ese muy mal final que condenó a su equipo. Eso sí, sigue sumando cifras de leyenda, apabullantes: ya es (44.157) el máximo anotador de siempre si se suman regular season y playoffs. Kareem Abdul-Jabbar queda por detrás (44.149) pero sigue por delante en el gran número, el de puntos de regular season. La medida oficial. LeBron, que primero tiene que adelantar a Karl Malone, está cada vez más cerca.

LeBron, la vieja batalla, no pudo con Curry (24 puntos pero 1/8 en triples) ni, con Draymond Green lesionado, el mejor Klay Thompson de la temporada: 33 puntos, su primer partido de más de 30 desde la maldita noche del sexto partido de las Finales de 2019, la de la lesión de rodilla que inició su pesadilla. Klay, sobre todo, anotó 16 puntos en el último cuarto y salvó a su equipo, que se apoyó en el trabajo de Wiggins y el rookie Kuminga (18+9), cada vez más productivo.

Los Lakers necesitaban una victoria como esta que estuvo en su mano, pero no son capaces de ajustar las defensas claves, meter los tiros decisivos… Anthony Davis (16+7 y 3 tapones) estuvo flojo y ha lanzado tres veces a canasta en los dos últimos cuartos, dos derrotas milimétricas contra Blazers y Warriors. Mala señal. Russell Westbrook, raro como siempre en defensa, estuvo sólido: 19+7+5 y 7/13 en tiros. Esta vez tuvo más que ver con que su equipo pudiera ganar que con la derrota final. Y hubo un empujón del banquillo con Monk (12 puntos), el brillante rookie Reaves (13) y Talen Horton-Tucker (17+7+3). Buenas noticias apagadas por otra derrota, por la certeza de que siempre falta para cruzar la meta. A veces un kilómetro, a veces un simple paso… pero siempre falta. Si juegan como esta vez, al menos los Lakers podrían navegar en perfil bajo y sin dramas hacia el final de esta terrible temporada. Hacia el rincón de pensar del verano. Pero, claro, también harían falta victorias, algunas al menos. Y no solo morales, que ahora mismo parece que valen. Así de mal está la cosa. Tanto, que se habla como refuerzo vía buyout de… Dennis Schröder. Ah, la ironía sigue viva en este mundo.