NBA | MAVERICKS 97 - CLIPPERS 99

Explosión sin milagro de Doncic

El esloveno anota 23 puntos, 19 seguidos, en el último cuarto, y acaba en 45+15+8 pero esta vez no puede con los pegajosos Clippers. Cuando rompió a jugar estuvo muy poco acompañado.

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Explosión sin milagro de Doncic
Richard Rodriguez AFP

Luka Doncic odia a los Clippers. Son su enemigo íntimo, su primera rivalidad en la NBA. Ha ido dos veces a playoffs y ha perdido las dos, en primera ronda, contra los californianos. Esta temporada ha jugado cuatro veces contra ellos… y no consigue quitárselos de encima: dos victorias por bando, tablas en regular season (2-2). Doble duelo, en Dallas y en 48 horas, y una victoria por bando. Los Clippers, aferrados con uñas y diente a la temporada sin Paul George ni Kawhi Leonard, encontraron una forma de ganar (97-99) en un partido horrendo durante tres cuartos… y muy interesante al final.

Reggie Jackson (24 puntos, 8 asistencias), un guard que pasó de amago de estrella a estrellado y de ahí a resucitado en los Clippers, inclinó el partido al final. O más bien aguantó lo justo a su equipo cuando arreciaba el vendaval Doncic. El base anotó los puntos que congelaron la remontada local (la remontada de Doncic, básicamente) y a falta de ocho segundos, con 97-98, recibió un saque lateral y consiguió esprintar sin que le hicieran falta durante casi cinco segundos. Solo metió un tiro libre (97-99) pero dejó sin tiempo a los Mavs, que tuvieron un triple final lejanísimo de Doncic. No entró, no hubo milagro, ganó el menos malo: 28-30 para los Clippers, aferrados (mucho mérito) al play in y que ganaron sin el recién llegado Norm Powell. Y 33-24 para los Mavs, quintos del Oeste, ahora a dos partidos y medio del cuarto y con uno y medio sobre el sexto… y tres y medio sobre el séptimo: la zona de repesca.

Durante más de tres cuartos, los Mavs fueron un horror (67 puntos al final del tercer parcial), 69 a falta de ocho minutos (69-79). Sus interiores no evitaban una sangría de puntos en su aro, sus secundarios no metían tiros, su banquillo se quedó en cuatro puntos totales: 2 de Ntilikina, 2 de Green… con un 2/11 en tiros entre ambos y un 1-3 por cabeza. Mala cosa. En un mal día de Finney-Smith, que empeora cuantas más cosas tiene que hacer, quedaban los tiros de Bullock, la aportación general de Brunson… y Luka Doncic. Sobredosis de Doncic. Otra vez. Una historia que empieza a ser recurrente en Dallas, un guion peligroso por habitual y que cuesta creer que, cerrada con fracaso la etapa Porzingis, vaya a cambiar mucho con los que han llegado desde Washington, un Bertans negado en el tiro (su única baza, además, para estar en pista) y un Dinwiddie sin chispa física tras su última lesión y que plantea cuestiones de convivencia con Doncic (le encanta amasar posesión) incluso antes de verlos jugar juntos.

Sobredosis de Doncic: con el partido perdido, el esloveno apareció. Estaba mal, sin energía o con demasiada energía puesta en protestar a los árbitros y enredarse con Terance Mann, una lapa que le volvió a sacar de quicio. Los Clippers le bombardearon con ayudas agresivas y la cosa funcionó… hasta los últimos ocho minutos. Ahí, más allá de esquemas y pizarras, Doncic desató la tormenta: 23 puntos hasta el final pero, ay, 23 de los 26 de su equipo. Un triple de Bullock… y nada más. El esloveno anotó los últimos 19 de los Mavs a base de triples imposibles y penetraciones. Falló algún tiro libre importante y acabó dando a su equipo una opción improbable de ganar: y también visiblemente agotado. Jugó casi 40 minutos y esa explosión final le puso en 45 puntos, 15 rebotes, 8 asistencias, 7 pérdidas, 15/33 en tiros, 6/13 en triples, 9/13 en tiros libres.

¿Es eso sostenible? Esa es la cuestión... e imaginamos la respuesta. Cuál va a ser el precio en las piernas de Doncic y cuánta ayuda de verdad va a tener, otra vez, cuando lleguen los playoffs. En dos partidos en 48 horas contra el mismo rival, Doncic (que ha jugado 38 o más minutos en cinco de los últimos siete de los Mavs) ha apilado 80 minutos en pista y 96 puntos. Ha metido 96 de los 207 de su equipo, una barbaridad, y el máximo de un jugador contra el mismo rival en dos noches seguidas desde Wilt Chamberlain en 1967: 100 a Seattle en dos noches. 96 puntos, 24 rebotes, 14 asistencias, otras 14 pérdidas, un cuarto de 28 puntos para abrir el primer partido, uno de 23 para cerrar el segundo… y 59 tiros (32/59), casi 30 de media, y un 13/27 en triples… Lo dicho, no es lo ideal pero la verdadera cuestión es si es sostenible (y para conseguir qué), y más ahora que Nico Harrison, el mandamás en los despachos, ha dicho que la plantilla está a priori cerrada y que no se buscarán refuerzos en el mercado de buyouts.

Doncic tira del equipo, lo levanta, carga con él, lo pone en posición de ganar incluso en noches en las que no debería tener opciones. Pero su trabajo hercúleo, ahora que está fino y en forma y que vuelve a tener trazas de aspirante al MVP (demasiado tarde), solo sirve para repartirse dos partidos, ambos en casa, con unos Clippers sin sus dos estrellas. Y para estar en quinta posición del Oeste. Que no está mal… pero obliga a plantearse dónde llegaría este Doncic mejor acompañado y, sobre todo, cuándo va a estarlo si se atiende a los últimos movimientos de la franquicia. Mientras, queda la pista, y quedan trances como esos ocho minutos en los que Doncic casi gana solo un partido que estaba perdido y del que minutos antes parecía desconectado. Es así de bueno, está así de solo. Ahora mismo, es lo que hay.