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LOS ANGELES LAKERS

Los Lakers asumen la realidad: año a la basura

Con un récord de 26-30, Rob Pelinka no hace movimientos y los Lakers entierran sus posibilidades en un mercado en el que confirman que no hay esperanza.

Con un récord de 26-30, Rob Pelinka no hace movimientos y los Lakers entierran sus posibilidades en un mercado en el que confirman que no hay esperanza.
Steph ChambersAFP

Nuevo fracaso de los Lakers. Enésimo, si llevamos la cuenta de una temporada que se está haciendo larga para ellos y que acabará en el play-in o en la primera ronda de playoffs. Llegarán ahí por inercia, que no por merecimiento: tienen un récord de 26-30, están en la novena posición de la Conferencia Oeste, no tienen sentido ni dirección y antes del cierre del mercado cayeron en otro bochorno más, esta vez ante los Blazers. Dicho resultado hacía presagiar que la situación era tan insostenible que Rob Pelinka y el resto de la directiva de los Lakers se iban a mover en algún tipo de dirección en el cierre del mercado. Sin embargo, los angelinos las han visto pasar y podrán pescar en los buyouts venideros, pero nada más. La plantilla es la que es, el equipo es así de malo y será tal cuál hasta el final de una temporada cuyo final, por tedio y total pesimismo, parece no llegar nunca.

Los Lakers, que han perdido 19 de sus 30 partidos por 10 puntos o menos (han ganado 16 de 26 por la misma diferencia), están en tierra de nadie, no tienen ambición, muestran una apatía notoria y llegan a cada noche como quién va a fichar a la empresa, solo por cumplir. Pelinka, principal responsable de la llegada de Russell Westbrook junto a LeBron James (todo el mundo sabía lo que iba a pasar menos, parece, ellos) no se ha movido, constatando que el año está tirado a la basura, algo que nos hemos resistido a creer hasta que no hemos tenido más remedio que creerlo. La fe ciega que cada vez menos gente tenía en este grupo de jugadores veteranos, vanidosos sin motivo, se convirtió en un sentimiento absolutamente injustificado que ya ni el más optimista de los aficionados tiene.  "Al final, no encontramos un trato que tuviera un efecto positivo neto para el éxito a corto plazo del equipo y a largo plazo, y esas son las dos cosas que consideramos", ha dicho Pelinka sobre la ausencia de movimientos. Pues eso.

La situación es tan dantesca que, a las críticas de Magic Johnson y James Worthy la pasada madrugada, se ha unido Christian Rivas, un blogero angelino que escribe para SB Nation y que es, por nombre, infinitamente menos importante que las dos leyendas mencionadas de los Lakers, pero que ha definido a la perfección esta temporada: "Ahora que ha pasado la fecha límite de cambios, definitivamente puedo decir que este es mi equipo de los Lakers menos favorito de todos los tiempos", rezaba un tuit que, siendo una clara exageración, también constata perfectamente los sentimientos negativos que hay en los corazones angelinos, llenos de hartazgo y sin ninguna esperanza esta temporada más allá de ver pasar los partidos y rezar para que en verano ocurra algún tipo de milagro.

Westbrook se queda dónde está

Ha sido lo principal, lo que ya se sabía, lo que todo el mundo daba por hecho y lo que el aficionado angelino quería que pasase, incluso a sabiendas de que no podía pasar. Algunos rumores apuntaban a que con el sí de LeBron, Westbrook podía poner rumbo a los Rockets a cambio de John Wall, pero parece que se ha decidido no hacer nada porque para qué. Eran dos contratos prácticamente idénticos y para fichar a un John Wall tocado físicamente, se puede dejar, si es necesario, a Westbrook en el banquillo. Una práctica que ya ha sido utilizada por Frank Vogel (otro cuyo futuro pende de un hilo) en un par de ocasiones, con resultados dispares para los angelinos y enfados del base, que dijo eso de que se había ganado el derecho a estar en los minutos finales. Ese es el nivel.

Westbrook se embolsará 44 millones este curso y tiene una player option de 47 el año que viene, una cifra que asumirá casi con total seguridad, ya que si sale a la agencia libre no se va a encontrar nada ni remotamente parecido a ese sueldo. Los equipos no le quieren, mucho menos los de primer nivel, y puede que se quede una temporada más en los Lakers, el equipo de su ciudad natal, en esa historia tan bonita que no se ha dado por parte de un base denostado y un tío objetivamente simpático, que no consigue trasladar a pista la agradable personalidad que muestra fuera de la misma. Y mientras tanto, promedia 18,3 puntos (la peor cifra desde su año sophomore), 6,5 rebotes y 7,8 asistencias, con un pírrico 43,4% en tiros de campo y por debajo del 30% en triples. En los últimos cuatro partidos, 10,3, con un 27,5% y un 15,4% respectivamente. Sobran las palabras.

Y Westbrook, si se queda un año más, saldrá a la agencia libre en 2023, mismo año en el que lo hará un LeBron James que estará por entonces muy cerca de los 39 años y encarando su 21ª temporada en la NBA. Cada vez son más las voces que sitúan el final de la carrera del Rey (29,1 puntos por partido esta temporada, increíble) en su Ohio natal. En Cleveland, en Akron. En la franquicia en la que ha estado 11 temporadas, sumando cinco Finales en total y un título. En los Cavaliers, el equipo al que puso en el mapa. Y quizá, quién sabe, con su hijo Bronnie. Y todo sin posibilidades de ese quinto anillo que le elevaría un poco más arriba en la eterna lucha del GOAT, que se juzgará del todo en su retirada. De momento, los Lakers tiran esta temporada, salvo sorpresa mayúscula, a la basura. En febrero. Algo increíble para una entidad que cuenta en sus vitrinas con 17 anillos de campeón. En fin: vivir para ver.