NBA | HORNETS 117 - LAKERS 114
Westbrook, sin cuento de hadas
El base firma una segunda parte emocionante pero no acierta con el tiro ganador. Los Lakers remontan 20 puntos sin LeBron ni Davis pero se quedan a un paso de la victoria en Charlotte.
Cuando es que no, es que no. Y además es imposible. No hay manera. No hay alegrías que duren en la casa del pobre. Cuando llueve, diluvia. Se puede tirar de tópicos y de refranero todo lo que se quiera para constatar una realidad: este no es el año de Los Angeles Lakers. Más allá de que el equipo esté mal hecho, de que la apuesta era arriesgada y de que ahora no hay plan B ni muchas formas de enmendar un poco el A de aquí al cierre del mercado (10 de febrero), a los angelinos les ha mirado un tuerto. O un ejército de ellos. Ambas cosas son compatibles: no es un equipo bien pensado y tampoco tiene ni una pizca de suerte. En Charlotte (117-114) volvió a quedar claro.
La mayoría de las noches que podían dar pequeñas alegrías, al menos, acaban en casi. En sabor amargo. Los tiros ganadores no entran, las remontadas no se consuman. Las pequeñas historias (al menos esas) que podían ser bocados dulces acaban atragantadas en el paladar. Un día tras otro tras otro tras otro. Hasta el actual 24-26, en el purgatorio del play in. Sin mucha posibilidad real de escapar, al menos ahora mismo, y con la sensación de que es eso… y gracias. Pero es que no hay forma de ver a este equipo (regular, malo o muy malo: lo que se quiera) al completo. Después de la alegría del regreso de Anthony Davis y la victoria en Brooklyn, cayó LeBron James (que se ha perdido dos partidos por problemas en una rodilla) y antes de jugar en Carolina cayeron Malik Monk (se quedó sin revenge game) y Anthony Davis, que tiene problemas en una muñeca después de solo dos partidos y que, además, no podía forzar nada más volver en un back to back. Los Lakers están en una gira durísima por el Este: mañana en Atlanta tienen su sexto partido a domicilio en nueve días. Todo parece confabularse para echar paladas de arena en una tumba que, eso sí, los propios Lakers se empeñaron en cavar desde verano. Lo dicho: ambas cosas son compatibles.
Así que sin LeBron ni Davis ni Monk (ni Nunn, que ni ha debutado), los Lakers perdían en Charlotte 18-5 nada más empezar, 65-49 en el descanso y 71-51 iniciado el tercer cuarto. Pero reaccionaron, pusieron mucho corazón y realmente merecieron remontar. Empataron en nueve minutos furiosos (84-84, parcial de 13-33) y estaban 105-101 en el último cuarto cuando enlazaron algunos fallos clave que se unieron a un error arbitral que dio un 2+1 vital a los Hornets. Con 111-102 y 150 segundo por jugar, volvieron a levantarse. Y con 115-114, LaMelo Ball falló uno de sus dos tiros libres (116-114) y Russell Westbrook tuvo el triple para dar la victoria a su equipo. Para salir sonriendo en la foto, para darse al menos un pequeño gusto en un año horrible. Lo habían merecido, esta vez, él y unos Lakers en cuadro. Pero no. No es el año. Ni de las grandes guerras ni de las pequeñas batallas.
Miles Bridges, que se quedó en el cambio de asignaciones tras el bloqueo con Westbrook, dijo que sabía que el base tiraría de tres para intentar ganar, que no forzaría una canasta de dos para ir a la prórroga. Es lo que hizo Westbrook y, por una vez, tenía sentido. Su equipo estaba bajo mínimos y en back to back, así que mejor jugárselo a un tiro que ir a una prórroga agónica. Ganar o morir. Además, Westbrook acababa de meter dos triples seguidos (uno casi idéntico al del fallo final) y estaba en ese punto en 3/6. Había enlazado 10 puntos seguidos para convertir el 111-102 en 115-112. Esta vez tenía todo el derecho a tirarse ese triple. Era la jugada, y no fue un tiro pésimo ni salió mal de sus manos. Pero no es el año. Westbrook, sin LeBron ni Davis, puso una tonelada de orgullo tras el descanso y tras varios gestos despectivos de los jugadores de los Hornets. Acabó con 35 puntos, 4 rebotes, 5 asistencias y solo una pérdida. Pero, sobre todo, sumó 30 puntos en la segunda parte, 16 en el último cuarto. 30 puntos en medio partido por primera vez en casi cinco años. 30 en medio partido para un laker por primera vez desde los 38 de Kobe Bryant en su última noche de baloncesto (para aquellos 60 del adiós contra Utah Jazz, en abril de 2016). Todo estaba listo para una noche, por fin, de narrativa feliz… pero no entró el tiro final. Este año, nunca entra.
A Westbrook se le sumaron Carmelo Anthony (19+5+5) y el excelente rookie Austin Reaves (16+8+3). Estuvo a punto de bastar… pero-no-bastó. Los Hornets (28-22) casi matan del susto a Michael Jordan, que gesticulaba histérico en su palco, pero salvaron la noche, por su parte sin Gordon Hayward ni Kelly Oubre. Con 26+8+6 de Bridges, 20 puntos de Rozier y 20 con 18 tiros y solo dos asistencias de LaMelo, que ha tenido partidos mucho mejores. En buena línea, los Hornets son séptimos del Este. En una constante tortura, los Lakers son novenos del Oeste. Con muchas noticias siempre a su alrededor. Pero, ay, malas, casi todas malas.