NBA | LAKERS 119 - GRIZZLIES 127

Atento, aficionado de los Lakers: no es el momento de ilusionarse

Los Lakers acaban con sus cuatro victorias seguidas dejando una mala impresión ante unos renqueantes Grizzlies, que sí que no frenan.

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Lakers - Grizzlies
Katelyn Mulcahy AFP

No tienen a Anthony Davis y siguen despertando dudas. Ganar cuatro partidos seguidos es una buena toma de contacto con el primer mundo, al que los Lakers pertenecen por definición, pero no hay que gritar a los cuatro vientos que has vuelto cuando alguien, a la mínima, te puede sacar de la pista. Es lo que está ocurriendo con la irregularidad de este equipo, todavía lejos de lo que dictamina el palmarés de las distintas leyendas que tiene en la plantilla. Los Grizzlies les han dado una buena mano de realidad, con doble capa, y la pátina que queda es la mencionada: los aficionados no deben ilusionarse aún con los angelinos, les queda mucho trecho por andar. 

Memphis estaba en el segundo partido de back-to-back tras jugar horas antes en ese mismo Crypto Arena contra los Clippers. Se habían desatado ante ellos sin Ja Morant, reservado para este segundo duelo angelino, y con la lesión de Dillon Brooks en ese mismo encuentro. El escolta estará alrededor de un mes de baja por su esguince en el tobillo izquierdo. Por no estar no estaba ni Taylor Jenkins, aislado en el Hotel Ritz Carlton tras dar positivo en coronavirus. Con Ja (16+5+7) de vuelta y manteniendo la versión espectacular del equipo, metidísimo en esta franja de la temporada para elevar ya su racha a las nueve victorias consecutivas, los Grizzlies dejan Los Ángeles con 119-127 ante los Lakers y con la sensación de que, de verse en una eliminatoria de playoffs con ellos ahora mismo, tendrían bastante posibilidades (algo que, en otro momento, no sería ni siquiera un pensamiento). 

Hasta un buen LeBron James se vio sobrepasado. El alero fue el mejor de los suyos, pero su nerviosismo se palpa en roces tan absurdos como el que tuvo con Desmond Bane. No pasó a mayores, es una muestra. Los Grizzlies hicieron lo que quisieron con los Lakers a partir del segundo periodo. Los de Vogel no llegaron a ser un trapo en manos del contrincante, eso sí, dejaron claro que no están al mismo nivel en este momento. Además de Morant y Bane entra en escena Jackson, dominador en la pintura con un doble-doble más seis tapones, y cualquiera se quiere quitar de en medio. 

El duelo estaba bonito, por lo menos en la primera parte, pero desigualado como pocos. Era LeBron por un lado y los Grizzlies por otro. El highlight, sin embargo, fue un tapón y no de Jackson: Morant, en el primer periodo, dejó una chapa descomunal a dos manos que era una declaración de intenciones. A los Grizzlies le entraban los triples, fueran o no de una de sus buenas jugadas para encontrar al tirador en mejor posición. James tenía que tirar de recursos e incluso buscar la suerte, como en su triple a una pierna que dio en el tablero antes del descanso. Aguantaron como pudieron los locales el empujón de los otros, metiéndose en la horquilla de los cinco a diez puntos de ventaja, pero el también retornado Kyle Anderson la elevó finalmente por encima de ella. 

En un abrir y cerrar de ojos, por la nula contención de los ataques de Memphis, los Lakers estaban más de veinte tantos abajo. No se podía calificar de sorpresa viendo el nivel que han demostrado los dos esta campaña y lo que los aficionados de los Lakers están sufriendo, pero era un castigo demasiado severo. El juego premió a los de Jenkins, que están haciendo una campaña fantástica y que va claramente a más. El upgrade de los angelinos fue ir palmando por casi treinta a ponerse a sólo siete al final del encuentro, una nimiedad que además tuvo cero efecto en el encuentro. Los de Vogel no tuvieron ni una posibilidad de acercarse para asustar de verdad durante la segunda mitad. Es un resultado que muestra muchas verdades de las que la Conferencia Oeste nos ofrece.