NBA | LAKERS 108 - TIMBERWOLVES 103
Los Lakers apagan las luces a tiempo a los Timberwolves
Victoria para equilibrar el balance clasificatorio para unos Lakers que supieron darse cuenta a tiempo de los errores y remontar antes de acabar.
Los Lakers se va quitando espinas del cuerpo. Duele al sacarlas, pero desaparecen y el dolor se mitiga poco a poco. Los Timberwolves, que les habían ganado los dos choques entre ambos de esta campaña, eran una de ellas. Ha tenido que llegar el equipo de Finch carente de su principal estrella, Karl-Anthony Towns, para que sean capaces de sacarles una victoria en cancha propia. Los fantasmas se van alejando, de nuevo, poco a poco.
108-103 fue el resultado final de esta velada en la que los Lakers de nuevo tuvieron que hacer un esfuerzo por remontar. Esa historia sí está lejos de terminar, por lo visto.
Los Timberwolves tiraron de la vuelta de Anthony Edwards y de un Naz Reid dominador en la pintura, otro problema de los Lakers ya descrito hasta la saciedad y para el que no se halla solución, para hacer su función. Los angelinos se apoyaron en los veteranísimos, cómo iba a ser si no si la mayoría lo son, para destruir el espíritu del rival en el último cuarto y sumar una victoria que equilibra de nuevo el balance de victoria y derrota.
No parecía que fuera a ser así, pero estos Lakers son el día de la marmota hasta que algo cambie radicalmente. Se metieron en el segundo periodo con una ventaja que rondó durante muchos minutos los cinco puntos, con sapiencia para aprovechar las debilidades del rival, pero la dilapidaron en apenas dos minutos. Y por tres errores, uno de ellos clamoroso por no estar concentrados, en defensa, la gran losa con la que tienen que cargar esta campaña. 45-45. Y salió el mejor Reid. Incluso para contestar a LeBron, que anotó un triple antes del descanso con el que esperaba devolver la ventaja a los suyos sin esperar el 2+1 del pívot en su cara en la jugada posterior.
Fueron cambiando cosas. Como decíamos antes, poco a poco. Westbrook acabó con nueve pérdidas de balón, pero cometió ocho en la primera mitad y sólo una en la segunda. Tiene que darse con un canto en los dientes y eso, evidentemente, también es negativo. Reid llegó a los 23 puntos durante el tercer periodo y se quedó ahí clavado, no volvió a aportar más en ataque. Los Wolves empezaron a pasarse el balón como la patata caliente del Grand Prix y fueron quedándose atrás. Mención especial para el titular Malik Monk y sus 22 puntos, para dos canastas milagrosas de Anthony y Bradley en el tirón final y para la mala racha de la demasiado nerviosa Minnesota, que anotó una única canasta en juego en los últimos dos minutos y medio.