NBA | KNICKS 106 - LAKERS 100

El nuevo arranque de los Lakers sólo dura un día: derrota en N.Y.

Los Knicks sacaron partido de la ausencia de LeBron James y los problemas físicos de Anthony Davis y no dejaron escapar la victoria del Madison.

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Los Lakers realizaron una remontada considerable en el partido del pasado domingo ante los Pistons, el del altercado entre James y Stewart, y la sensación dentro del equipo pero también en las cabezas de muchos aficionados fue que aquello podía ser un punto de inflexión durante la temporada. Como si por ir perdiendo claramente frente a Detroit no se pudiera caer más bajo y la recuperación sin la estrella más brillante fuera una señal de cambio. Bueno, igual es momento de que se vaya borrando ese pensamiento de las mentes de todos. Sólo pasaron unas horas y se vio que aquellas malas vibraciones están lejos de ser espantadas del seno de la plantilla. 

No bastó con que James volviera a fallar en el Madison, que tampoco jugó allí el año pasado, tras la sanción que le puso la Liga por el manotazo intencionado a Isaiah Stewart en el Little Caesars Arena. También tuvo que haber penalización por Anthony Davis, el segundo mejor jugador de este equipo. El ala-pívot tuvo síntomas de fiebre durante la primera parte del día, era duda para jugar y llegó con menos de una hora de antelación al partido, lo que le impidió hacer un calentamiento correcto. Era otra piedra en el camino para los Lakers, que no dieron la misma sensación de arranque ante la adversidad que sí se les vio en Detroit dos días antes. 

Es cierto que hubo remontada y no fue pequeña. 25 puntos (54-29) en el segundo cuarto, se convirtieron en nada cuando se llegó al cuarto acto, pero en la parte caliente del encuentro los angelinos no pudieron hincar el diente. Es verdad que los Knicks no son los Pistons, pero tampoco son los Nets (la comparación que no gustará en N.Y.) y siguen teniendo una plantilla amplia para sacar partidos así. 

La rabia que sacaron Westbrook y Davis, sobre todo, en Detroit el partido anterior, asfixiando a los jugadores rivales al ver a LeBron James expulsado, no se vio en el Madison Square Garden. Faltó ese colmillo. Los dos jugaron bien para las circunstancias, con muy buenos números especialmente para el primero, pero los otros también juegan. Un elemento muy válido la pasada campaña que se había quedado en tierra de nadie, Immanuel Quickley, metió cuatro triples en el último cuarto para desarmar completamente a unos Lakers que, pese a acercarse a un punto, no se pusieron por delante cuando tuvieron oportunidad y volvieron a caer para no volver. 

El primer empujón, con Fournier a fuego, fue un 10-0. Ya tuvieron que remar fuerte los Lakers desde pronto, pero la canoa que tenían al lado les quitaba las pegatinas. Barrett también estaba acertado yendo hacia dentro y manejando por fuera y conformó una buena dupla con el escolta francés, que se iría hasta los 26 puntos con 6/9 en triples. Las ganas de Malik Monk hicieron que la diferencia no se fuera a un escándalo antes de acabar el primer cuarto y, pese a estar ya desenganchados, permitió que la distancia no fuera insalvable. La fuerza de Randle o Toppin era demasiado para, por ejemplo, un Davis flojo por cómo tenía la cabeza. Pero poco a poco se fueron acercando. El comienzo de la segunda mitad fue un vendaval en el que Westbrook hacía de todo y aprovechaba el punto más que metieron en defensa para convertir en puntos todo lo que le llegaba a las manos. 25 de los 31 puntos del '0' de los Lakers fueron a partir del descanso. A mitad del tercer cuarto la igualdad estaba cerca de ser real y el encuentro entró en otra dimensión. Un triple de Carmelo, ovacionado en el Madison por la que fue su afición, puso el 85-84 al entrar al periodo final, pero ahí quedó todo. Los Knicks metieron el turbo con un gran Quickley y sin Randle, retenido por cinco faltas en el banquillo, y pudieron cerrar con algo de holgura la noche. Otra noche agitada para los de Vogel.