PHILADELPHIA SIXERS

Ben Simmons la lía de nuevo: vuelve de repente y sin avisar

El base australiano de los Sixers se presentó en Philadelphia sin avisar a nadie de la organización. La franquicia tiene trabajo por delante.

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El base australiano de los Sixers, Ben Simmons, se presentó en Philadelphia sin avisar a nadie de la organización. La franquicia tiene trabajo por delante.
CHRISTIAN PETERSEN AFP

Que el ritmo no pare. Parece el lema, casi convertido en mantra, de un Ben Simmons que no para de dar ni de acaparar titulares en un verano convertido en sainete, en el que se ha puesto en contra de su propio equipo, los Sixers, para recular y acabar cediendo para jugar con ellos. Independientemente de las intenciones del australiano, parece claro que la entidad de Philadelphia ha buscado un traspaso, pero ninguna franquicia de la NBA parecía dispuesta a dar nada por un jugador cuya reputación está en entredicho, que tiene un contrato casi vergonzoso (más de 177 millones en cinco años) y no ha estado a la altura de lo que se esperaba de él.

Pues bien, para seguir con el lío constante que no deja de provocar y en el que casi se ha convertido, Ben Simmons se ha presentado en Philadelphia sin avisar y sin que nadie de la organización tuviera constancia de este hecho. Según Adrian Wojnarowski (cómo no), que ha dado la exclusiva y ha extendido la información en un espectacular artículo de la ESPN,  Simmons cogió un vuelo desde Los Ángeles mientras sus compañeros se encontraban en Brooklyn, disputando un partido de pretemporada contra los Nets, para aterrizar en Philly para sorpresa de la organización, que le esperaba, en todo caso, a finales de la semana. El jugador ha pasado por su correspondiente prueba de coronavirus y se espera que se reincorpore con el resto del grupo en un futuro próximo. Uno que, claro, tampoco se puede concretar con exactitud.

En definitiva, Simmons sigue estirando el chicle, pero desde la franquicia ven la parte positiva en este hecho: ha vuelto a los Sixers. Un paso claro y rotundo en la dirección correcta, en una reconciliación eternamente postergada y que puede volver a unir franquicia y jugador. Eso sí, la reputación de Simmons sigue trastocada después de un sainete que ha sido ligeramente ridículo. Forzar un traspaso, algo generalmente normal en una década marcada por el auge de los jugadores empoderados, para no encontrar salida y tener que quedarse allí donde muchos ya no le querían.

Independientemente de todo lo mencionado, los Sixers tienen las cosas igual que las tenían. Ni el base ha podido irse ni el equipo que se vaya, y el intento, al final común, de ambas partes, ha tornado en fracaso. Ahora hay que rehacer las cosas con una plantilla prácticamente idéntica a la del año pasado, sin piezas de banquillo importantes como Dwight Howard, y el recuerdo de esa eliminatoria perdida de forma inexplicable ante los Hawks. Y, ya se sabe, el techo de la franquicia desde 2001, con Allen Iverson: las semifinales de Conferencia. Entre eso y la reconciliación de Simmons con Joel Embiid y el resto de la franquicia... Pues eso. Mucho trabajo.