El Zaragoza cumple la tradición y se pasea ante el Bilbao Basket
Partido muy completo de los rojillos ante un rival blando en defensa, sin ideas en ataque y que bajó los brazos. Mobley, espectacular. La asistencia no llegó a los tres mil espectadores.
Todo se hacía extraño al entrar esta tarde a Miribilla. Hasta el horario. ¡Un jueves a las siete, baloncesto ACB! Año y medio después se veía asomar gente en una de las fieras calderas de España. Y allí había un escenario, en un fondo, porque como solo se puede ocupar el 40 por ciento del aforo y cuesta una pasta quitarlo tras cada concierto que se organiza, que son unos cuantos ahora que la pandemia remite, pues se deja ahí. El reencuentro provocó que casi todos se sintieran extraños, se andaban palpando para ver si era real. Por encima del juego, estaba el sentimentalismo; el estreno en casa tocó el alma, como ese minuto de aplausos, mejor que de silencio, por Manoli, la abuela del Bilbao Basket perdida en estos meses de drama. Los 2.747 del Bilbao Arena (es de suponer que no andará muy lejos el número de socios, aunque nadie lo confirma oficialmente) se empezaron a meter en faena, a entender que recuperar la costumbre no es tan complicado. Se podían imaginar que era como un partido de Eurocup o Champions ante un rival de perfil bajito. Y todo tan normal. Pero la repatriación no tuvo un final feliz. Más bien amargo.
RESUMEN
Surne Bilbao Basket (20+11+22+23): Rousselle (18), Hakanson (12), Bigote (3), Miniotas y Delgado (6) -cinco inicial-; Luz (3), Goudelock (12), Reyes (8), Masiulis (2), Withey (6), Rigo (6) y Galán (0).
Casademont Zaragoza (16+27+26+31): San Miguel (3), Mobley (18), Okoye (5), Vanwijn (15) y Hlinason (11) -cinco inicial-; Javi García (14), Sipahi (4), Waczynski (13), McLean (10), Radoncic (7), Vilà (0) y Font (0).
Árbitros: Jordi Aliaga, Juan de Dios Oyón y Vicente Martínez. Sin eliminados.
Incidencias: partido correspondiente a la segunda jornada de la Liga Endesa disputado en el Bilbao Arena de Miribilla ante 2.747 espectadores, menos de los 4.000 que podían acudir a presenciar el choque debido a las restricciones sanitarias
A la hora de la verdad, lo que se promueve es el baloncesto, ese juego de toda la vida. El Zaragoza recordó lo que era esto antes de que llegara el virus. Es un equipo que se le da fatal al Bilbao Basket y cumplió con la tradición. Año tras año, la misma paliza. Ya sea en pretemporada o con la fase regular corriendo. Fraguó el baño en una labor coral, con Ponsarnau poniendo el acento a un proyecto que pita. Su victoria se cimentó en un tremendo acierto en los tiros (23/37 de dos y 15/31 en triples) y una manifiesta superioridad en el rebote (23-40). Datos en los que, como el marcador final, no hace falta ahondar con más explicaciones, aunque no es normal manejar semejante perfección. Lo de Javi García en el tramo final metiendo y metiendo fue de otra galaxia.
El equipo de Mumbrú llegó a la línea de salida de la temporada lleno de orgullo por una exhibición en la Euskal Kopa ante el Baskonia, pero ha demostrado que eso fue un espejismo. Especialmente ante los rojillos, el Surne se mostró caótico, a veces poniendo en marcha un correcalles, y sin rigor defensivo. Con todo, lo que más preocupa es la falta de deseo, la bajada de brazos, pecados que echó en cara a su gente el entrenador al final del choque. En el último suspiro del tercer acto, McLean anotó una canasta de dos y dejó aparentemente ventilado el debate: 51-69. Los pies de los 'hombres de negro' si alguna vez este verano se han puesto a flotar, están plantados de nuevo en el suelo.
Lo doloroso es que no sacaran el orgullo los chicos de Mumbrú con la gente, su gente, como testigos. Cuando amagaban con sacar la cabeza de la alcantarilla, como un par de arrebatos de Goudelock y otro de Rousselle, no solo no recortaban la diferencia, es que el Casademont la ampliaba con su incesante bombardeo. Está sobrado de recursos, de gente con puntos. Ante un par de buenas defensas, una canasta por hambre que les hacía mella a los locales. "El rebote es deseo", proclamó Mumbrú. Y ese frenesí vestía de rojo. Tras la igualdad en un primer acto de tanteo, el segundo les dejó vacíos de ganas. Al primer golpe, se acostaron en la lona.
El Bilbao Basket quiso agarrarse al partido, hizo levemente la goma como en Badalona, pero sus desconexiones y anarquía le otorgaron una merecida derrota. Para rematar el desastre, luego apareció la ansiedad. Estamos en el amanecer de la temporada y hay muchos jugadores que aún tienen que ajustarse en cuanto a conocer su papel y a los galones que ostentan en la estructura general del equipo. Bigote y Goudelock empezaron fallando mucho (0 de 7 en triples) y su producción es básica para asentar ideas y mentalidad. El Zaragoza demostró que ahora mismo está a años luz de los vizcaínos, muy blandos y sin un sistema de ayudas que cerrase el aro. Cuatro minutos sin anotar en el segundo cuarto dibujaron un 0-14 que obnubiló las ideas y el alma de los ‘hombres de negro’.
El final fue un baile aragonés, con 27 de diferencia y la gente empezando a desfilar de esa grada que tanto echaba de menos cuando quedaban casi cuatro minutos. Una huida antes del bocinazo final que no está recomendada según las normas COVID. En ese instante, es decir, con siete minutos consumidos de último cuarto, los vascos llevaban cero faltas. Rousselle puso voluntad y 18 puntos, pero es el timonel y solo dio una asistencia. Hakanson se salvó de la quema, aunque al final no se le vio. Y Mumbrú se desesperaba: "Todos queréis anotar y ninguno defender". El 'regalo' a la gente en su vuelta al pabellón fueron cien puntos en contra. Enorme naufragio. Queda un trabajo gigantesco por hacer.
Mumbrú: "No hemos sido capaces de competir"
Mumbrú admitió después de la contundente derrotada encajada frente al Casademont Zaragoza (76-100), que el conjunto aragonés "fue mejor" y lamentó que su equipo no haya sido "capaz de competir".
"Defensivamente solo hemos estado en el primer cuarto. Estábamos un poco ansiosos por volver a jugar con público, fallando tiros fáciles, y en la segunda parte hubo falta de deseo y quizás de actitud esas cuatro o cinco veces en las que nos acercamos y nos metían canasta en el último segundo", reflexionó.
"Eso hace mella en la confianza, pero lo que no puede ser es que acabáramos vencidos por esas canastas. El rebote es deseo y si nos falta deseo, corazón y lucha no somos el mismo equipo", se quejó el técnico
Mumbrú, no obstante, no cree que este resultado rebaje las expectativas del Surne Bilbao después de una buena pretemporada. "Sabemos lo que somos, de dónde venimos y a dónde vamos. En ningún momento nos vinimos arriba por ganar algún partido", subrayó.
Ponsarnau: "El marcador refleja más nuestro acierto que lo que pasó"
Ponsarnau admitió que la abultada victoria de su equipo por 76-100 frente al Surne Bilbao Basket refleja "más el acierto" de sus jugadores que "lo que pasó" sobre la cancha de Miribilla.
"El Bilbao Basket empezó muy físico y nos costó jugar, casi vivíamos de inspiraciones individuales. Ahí la daría más mérito a Bilbao. Pero en el segundo cuarto el partido fue cogiendo ritmo y los jugadores entraron en confianza y con un ritmo bueno", destacó el técnico del equipo aragonés.
"Sin jugar bien encontrábamos jugadores y tuvimos el acierto de aprovechar los balones divididos", añadió Ponsarnau, que ve a su equipo "convencido y con confianza" en este inicio de temporada que ha arrancado con dos victorias.
"No me pongo mucho mérito porque no jugamos del todo bien, pero el equipo está convencido y con confianza. Los problemas de lesiones que tuvimos en pretemporada quizás nos han hecho más fuertes y más duros. Estamos disfrutando de jugar y de estar todos", se felicitó.