Milagro del Bilbao Basket y descenso del Estudiantes
Ejercicio de fe del equipo de Mumbrú, que estaba muerto tras el confinamiento y sacó fuerzas de flaqueza. Paliza ante un Joventut que estaba pensando en el playoff.
En Miribilla pasó. En uno de los pabellones más jóvenes y mágicos de España. Donde todo es posible. Los sueños y alguna que otra tragedia. El colofón a ocho meses en la Liga ACB más complicada de la historia, un periplo que en el caso del Bilbao Basket ha tenido todas las zancadillas posibles. Las salidas de Sulejmanovic y Lammers, los pinchazos en hueso con Moses y Jones, el rosario de lesiones, los positivos, el confinamiento, los siete fichajes… Y, aun con todo eso, el equipo llegó con aliento a un inesperado todo o nada. Cara, permanencia; cruz, descenso al infierno de la LEB, dos años después. Y volvió a hacerlo, otra gesta, porque es el orgullo de todo un pueblo. Sin su gente, el motor de estos 21 años desde la fundación, por culpa de la pandemia. Lo de estos 12 días es lo más grande que ha hecho en la élite, por encima del subcampeonato nacional, las participaciones coperas, la final de la Eurocup o el cruce de Euroliga ante el CSKA. El Estudiantes miraba de reojo. Le permitió tener una vida extra y se la cobró. Los colegiales han tentado al drama en 2012 y 2016, y cuando se paró la competición el año pasado eran últimos con 5-18 (luego se anularon los descensos). Parecían inmortales, pero de tanto pasear el lobo por Magariños, ha acabado comiéndose el rebaño. El cántaro se hizo añicos de tanto viajar a la fuente. Ante nueve derrotas seguidas en una dura pugna ante el equipo de milagros, siempre gana este.
Casi 200 aficionados, con la distancia de seguridad obligatoria, animaron a los jugadores a la llegada al pabellón desde temprano. Después estos elevaron la moral con una pancarta gigante: ‘Somos 10.000 Gara ('somos', en euskera)”. Al final, tras la victoria, los jugadores tuvieron que interrumpir la fiesta en el vestuario y la protocolaria ducha al técnico con decenas de botellas de agua para celebrarlo con más de un centenar de seguidores que les vitoreaban fuera.
La matinal empezó con un guiño cómplice, otro más, porque el destino jugaba a su favor, sonreía al RETAbet. Fue una comedia en el calentamiento que incrementó la espuma vasca. En la rueda, cogiendo un balón, chocaron cabezas Tomic y Dmitrijevic. El pívot, que tiene la negra cuando pisa Miribilla, cayó a plomo en la zona del tiro libre y el base se llevó la peor parte. Sangraba por la nuca y estaba aturdido. Le tuvieron que atender en la banda ante la mirada incrédula de Duran. No tenía buena pinta, como tres días antes con Jenkins en una acción con el madridista Tyus. Al canterano macedonio se lo llevaron en camilla, le pusieron tres grapas y apareció ya con chándal en el segundo cuarto, con una toalla en la cabeza. Quedó borrado del partido muy a su pesar. Un alivio para los ‘hombres de negro’ que se unía a la baja ya conocida de Birgander, con un esguince.
Mumbrú optó por recuperar a Serron, en detrimento de Zyskowski, en la convocatoria. Un acierto en toda regla porque el belga da cien veces más a ambos lados de la pista. Todo empezó como un cuento de hadas para el Bilbao Basket, con 9-0 en dos minutos, merced a dos triples de Jenkins y uno de Serron. Pero el norteamericano se cargó con dos faltas muy pronto y alteró el guion. Balvin sufría con Brodziansky, el cuatro abierto, en un inicio de la Penya sin un referente interior. Todo se estabilizó más tarde. A falta de 1:54 para acabar el primer acto, Ventura puso por delante por primera vez a los verdinegros: 15-17.
Faltaban ideas en ataque en los vizcaínos, la pelota apenas tenía movimiento y a la Penya no le hacía falta ni gastar faltas para contener a los locales. Metió tres triples seguidos el RETAbet y luego falló los nueve posteriores. El primer acto se cerró con 15-19 y sin un mínimo concepto de juego colectivo en el bando que viste de negro.
Brown salió con ganas de protagonismo. Y con mucho arrojo, como de costumbre. La defensa del Joventut era muy blanda, dejaba espacios y no punteaba las escopetas desde el perímetro. Jenkins cometió la tercera falta en el minuto 15, con 28-25. El Bilbao Basket ponía el alma en defensa, y empezó a activar su ataque con ese motor en campo propio.
La salida tras el descanso rompió el partido, con un vendaval de triples y un techo de +33 (73-40 y 77-44). Caían de todos los colores, hasta a tabla, facturado por la muñeca de Kulboka o un 3+1 de Athinaiou desequilibrado tras falta de Ribas. Al final, 17/35 (en el tercer acto, 7/9), igualando el récord de supercanastas en la historia de los 'hombres de negro' en la élite. También lograron semejante cifra en octubre de 2006 (17/34 frente a Fuenlabrada) y en enero de 2016 (17/37 contra el Obradoiro), pero en ninguno de ambos casos hubo un eco tan trascendental: esta vez valían la salvación. Bilbao State Warriors. Les sobró cuarto y medio, algo increíble. Los últimos diez minutos fueron para darse un homenaje, que bien que se lo han ganado. Seis jugadores con diez o más puntos. Solo Brodziansky se salvaba del naufragio visitante. Adiós al maldito año de tortura, un auténtico calvario cerrado con el momento más dulce. La gente estará orgullosa en la distancia de sus hogares. El Bilbao Basket ríe. El Estudiantes llora. Solo una renuncia en LEB le salva de este nuevo enredo.
Duran era muy claro al final: "Me alegro por la ciudad y por la gente, no por el club, que se portó muy mal conmigo, esta ciudad merece estar en la ACB. Nosotros no hemos pintado nada en esto, el Bilbao Basket ha ganado un partido más que el Estudiantes y se ha salvado".
Balvin ha hecho un año espectacular en cuanto a números, segundo en valoración y máximo reboteador: "Gracias a todos, no era nada fácil. Poca gente fuera de nuestro equipo pensaba que íbamos a tener posibilidades. Dimos todo lo que podíamos, el último trozo de basket que teníamos, para mantenernos. Eso fue la clave. El Joventut no vino a pasar, fue una lucha y tenemos suerte de que fuimos capaces de romper el partido. Acabo contrato el 30 de junio, no me preocupo por mi futuro, algo pasará. Le dije a mi agente que hasta que no concluya la temporada no quiero decir nada. Después ya veremos".
Mumbrú reunió a la gente en el vestuario y, empapado tras la pertinente ducha con botellas de agua, les soltó en inglés: "Gracias por creer, gracias en nombre de los aficionados y de la ciudad". Luego valoró: "Me gustaría agradecer a la directiva la empatía que ha tenido con nosotros. Muchas veces es difícil tomar decisiones en momentos límite. En cuanto hemos ganado, me he acordado de Cortizas (periodista deportivo vizcaíno fallecido), le dedico una parte a él. Me acuerdo de la gente que se quedó en el camino cuando descendimos, de Raúl López, Hervelle, Sergio Sánchez, Mauraza, Minteguia, Blanco, Gómez-Rubiera... estábamos todos juntos y se rompió una parte por todo lo que pasamos. Y del alkate (alcalde) y nuestra afición. Les hemos echado mucho de menos. Nos han hecho salir del vestuario. Jugábamos mucha más gente que los que estábamos en pista. A ver si con esto les podemos dar una alegría. Y pienso en mi familia, que ha estado siempre ahí. El Bilbao Basket es algo más que un equipo para mí. Estar en una situación así tras el partido contra el Granca... el 90 por ciento nos veía descendidos. Y es muy grande ser capaces de dar la vuelta y jugar cuatro partidos, incluido el de Madrid, muy bien. El mérito se lo doy a los jugadores, han estado increíbles confiando desde el minuto uno en lo que hacíamos. Se merecen la recompensa. Estoy muy feliz. Había participado en el descenso de hace tres años, en un año conseguimos devolver al Bilbao Basket donde se merecía. Y en un año con todo lo que nos había pasado, no era justo volver a descender. No lo veía nunca acabado, pero sabía que las oportunidades se nos iban acabando y convencer a los jugadores era complicado, pero se hizo, lo demostraron. Tenía la confianza de que éramos capaces. Primero voy a disfrutarlo, lo hemos sufrido todos. Hay muchos que lo sufren: los bares, mucha gente, hasta vosotros...".