Zion destroza todas las dudas
El jugador de los Pelicans, en su segundo año, confirma su enorme potencial. Destroza récords, domina y O'Neal se rinde a él: "Puede ser mejor que yo".
Zion Williamson aún no ha cumplido el centenar de partidos en la NBA. No lo hará ni al término de la presente campaña (con o sin la actual lesión de por medio). Difícil de digerir, tanto por su impacto actual sobre la pista como por el eco de su nombre. Su popularidad en el instituto no se quedó entre amigos, tampoco tuvo suficiente con su ciudad o Estado: fue mundial. En la era de lo viral, sus mates lo tenían todo para extenderse más allá de cualquier frontera. Casi todo el mundo conoce a Zion, o le suena, y desde hace mucho. Despertó las mayores expectativas en la NBA desde la llegada de LeBron. Y al Rey no se le compara con cualquiera. "Creía que LeBron era único, pero creo que él es el siguiente en llegar", llegó a decir Steve Kerr. Un fenómeno deportivo, pero también económico o social: su lesión en la universidad, acompañada de unas zapatillas Nike que se rompieron, provocaron más de 1.100 millones de dólares en pérdidas para la marca. Un prototipo potencialmente ideal para la mejor liga del mundo, que presume de talento baloncestístico, pero también de cultura organizativa, imagen o capacidad expansiva. Había muchas expectativas, y también sus correspondientes dudas. De momento, se confirman las primeras.
Stan Van Gundy, a lo Django, le ha desencadenado. 33,2 minutos de promedio sobre la pista han significado el adiós a todo atisbo de restricción de minutos. Una que el ala-pívot tuvo que aceptar bajo la batuta de Alvin Gentry, pero, seguramente, no por voluntad del propio; Alvin, como cualquier otro, disfrutaría de sus vuelos sin motor, mates de concurso y, sobre todo, de su capacidad superproductiva (Zion es de esos que, sin avisar a nadie, rellenan de números su casillero). Las bestias, de vez en cuando, también necesitan mimos. Y concedérselos suele ser buena decisión, pues se ponen de tu lado. En su temporada de sophomore, se ha batido contra todos y contra todo en New Orleans, su lugar favorito para jugar al baloncesto por delante de Nueva York (¿o era al revés?). 27 puntos, 7,2 rebotes y 3,7 asistencias al servicio de un proyecto que no está explosionando como se esperaba (ni play-in...), pero que en Zion tiene un faro desde el que partir (y atracar).
Los récords como alimento
Con Williamson, los portales estadísticos trabajan a destajo. En cualquier partido suyo puede saltar una marca por los aires. Ya avisó en su debut. Sus cuatro triples frente a San Antonio Spurs, con un Smoothie King Center enloquecido, fueron prueba de que el idilio tiene su ligazón con lo racional, con sus exuberantes capacidades atléticas y, apurando en esta dimensión, con su sexto sentido a la hora de entenderse con la dirección del balón; pero también con lo irracional. Desde entonces, ha intentado, como máximo, tres triples en un mismo partido. Sólo en dos ocasiones, de hecho, y, además, con un acierto entre los seis. Esta temporada, promedia 0,5 intentos con un 32,3% de puntería; pero todo eso da igual. Ese récord, el de más triples anotados en un debut, le pertenecía, como tantos otros.
Michael Jordan, Shaquiller O'Neal, Elgin Baylor, Mutombo, LeBron... todos han compartido titulares con Zion en alguna ocasión. O Zion con ellos, con el debido respeto histórico. En ocasiones, para colocarse al lado; en otras, muy cerca y, ya en muchas, por encima. Con los Spurs como verdugo, de nuevo, Williamson logró alcanzar su punto 2000 como profesional, con tan solo 20 años y tras 79 partidos. A la altura de Baylor y de Rick Barry, por debajo de Wilt Chamberlain, Oscar Robertson o Kareem; pero siendo, desde 1985, con Jordan (73), el que ha necesitado menos encuentros para alcanzar dicha cifra. Y es el cuánto, pero también el cómo. Porque Zion está anotando mucho, pero como nunca antes. Su porcentaje de acierto (61,6%) se ha convertido en, prácticamente, su principal seña de identidad. Nadie sabe cómo, pero siempre termina encontrando un camino para llegar a resolver cerca del aro, con impulsos y rectificados que ponen en entredicho a Newton. Su promedio de puntos, al combinarse con dicho porcentaje, da lugar a algo nunca visto a lo largo de toda la historia de la competición: hasta ahora, ningún jugador había logrado anotar más de 15 puntos por partido con semejante acierto, según datos de StatMuse. Él registra 26,8. Según el mismo portal, Zion podría permitirse fallar más de 200 tiros y, aun así, seguiría por encima del 50%.
Hay más. Con su selección para el All Star de este año, se colocó entre los cuatro jugadores más jóvenes de la historia en conseguir tal condecoración (20 años y 244 días). Por delante, Magic Johnson (20 años y 173 días), LeBron James (20 años y 52 días) y Kobe Bryant (19 años y 169 días). No hay paso sin marca: se alimenta de ellas y no se acaban nunca. Esta temporada, también se ha convertido, junto a Allen Iverson y por detrás de Jordan, en el jugador más rápido en alcanzar su 20º partido con 30 puntos o más. Acotando las miras al historial de los Pelicans, todo se multiplica, claro. Este curso, por ejemplo, se ha convertido en el único integrante de su historia en encadenar seis partidos de 30 puntos con más de un 70% de precisión. Y, así, una tras otra. No hay fin.
"Junto a Doncic, Williamson es el futuro de la NBA"
Las comparaciones siempre llegan. Difíciles de esquivar en múltiples campos de la vida, en el deporte parecen inevitables. Y a Zion también le han llegado, haciendo méritos para ello. Frente a los Clippers, firmó su vigésimo partido de la temporada con más de 20 puntos y un 70% (72%), sólo al alcance de Artis Gilmore... y Shaquille O'Neal, su reflejo más recurrente. A pesar de la idiosincrasia de su juego (de ambos), las similitudes existen; aunque, como siempre, terminan siendo injustas con algunas de las dos partes, en un sentido u otro. De momento, sin embargo, Williamson lidia bien con la analogía, de autoridad tremenda, y las voces que se suman a ella no cesan. La de Shaq incluida: "No diría que es una deshonra. Está haciendo buenos números, está jugando duro, está jugando bien. Posiblemente pueda ser mejor", aseguró recientemente la leyenda de los Lakers, entre otros.
El dictamen de la palabra más autorizada, pero una entre muchas, que no pueden hacer caso omiso a los constantes datos que les acercan. Por poner otro ejemplo. Hasta mediados de abril, Zion promediaba 19,7 puntos en la pintura, algo que, desde la temporada 2001-02 no se lograba. ¿Obra de quién? Sobra la respuesta. "Es una fuerza inusual y, obviamente, un gran jugador. Tendremos que ver qué podemos hacer para pararlo la próxima vez, aunque esto se lo está haciendo a todos. Es un gran reto para las defensas y los árbitros. Va colisionando con todo allá por donde va. Tiene el tipo de fuerza de Shaquille O'Neal con habilidades de un base", le describió Rick Carlisle tras sucumbir ante sus características. Una comparación que se atisba eterna entre un jugador que ya lo es y otro que persigue serlo. "Junto a Doncic, Williamson es claramente el futuro de la NBA y debería ganar varios premios MVP en el transcurso de su carrera, siempre y cuando pueda mantenerse saludable", asegura Mike Schmitz, periodista de la ESPN, en un sentir muy generalizado. El devenir del "puede" decidirá. Mientras, los récords seguirán temblando.