NBA | CLIPPERS 100 - KNICKS 106

El martillo pilón de los Knicks también acaba con Kawhi

Exhibición colectiva de los Knicks, que se imponen a los Clippers y se consolidan en la cuarta posición de la Conferencia Este. El renacido Rose, diferencial.

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Los Knicks no paran. En una temporada de ensueño, ya son por derecho propio la revelación del presente y el equipo del futuro. Tom Thibodeau ha hecho lo que parecía impensable, reconstruir el orgullo herido de una franquicia a la deriva, hacer olvidar la nefasta gestión del tacaño James Dolan, acabar con una sequía que duraba demasiado en un mercado tan grande y hacer competitivos a los Knicks hasta el punto de plantar cara a todos y cada uno de sus rivales. Hoy han tocado los Clippers, uno de los muchos candidatos al anillo que no terminan de convencer a dos semanas para que se inicien los playoffs. Y con la victoria, se consolidan en el cuarto puesto de la Conferencia Este, por delante de unos Hawks con los que tendrían ventaja de campo en primera ronda, un dato importante ahora que empieza a haber público y que el Madison Square Garden recupera la grandeza de días pasados. Podrían ganar y colarse en semifinales, el tope de la franquicia desde el 2000. Y luego, por soñar que no quede... No parece que el recorrido del equipo sea mucho mayor para el presente curso, pero el mérito de lo que han conseguido y las bases que están sentando de cara al futuro son inequívocas.

De Nueva York a Los Angeles, las luces del glamour norteamericano son inherentes a los Knicks mucho más que a los Clippers, siempre a la sombra de unos Lakers ahora en crisis. Pero la lujosidad del Staples ha provocado que los de Thibodeau, 22-11 fuera de casa esta temporada, se sintieran cómodos. Lección baloncestística ante un equipo con, a priori, más talento bruto. Exhibición coral, en defensa, pero sobre todo en ataque. Y victoria al final controlando el tempo del partido, como si se tratara de un grupo de veteranos cansados de ganar y no de unos jóvenes imberbes que están mostrando un descaro solo visto en revoluciones del pasado. Los Knicks han dejado a los Clippers en 100 puntos (promedian más de 114 esta temporada), en un 43% en tiros de campo y en un 34% en triples, han provocado que pierdan 13 balones y han atrapado más rebotes, repartido más asistencias, robado más balones y puesto más tapones. En otras palabras: han sido neta y completamente mejores que sus rivales.

Esta vez, el héroe no fue Julius Randle, que tuvo un mal día en el lanzamiento (7 de 19, con 0 de 4 en triples), pero aportó 14 puntos, 14 rebotes y 5 asistencias, con problemas de faltas pero sin cebarse ante el desacierto. Tampoco lo fueron Reggie Bullock o RJ Barret, que aportaron 18 y 24 puntos respectivamente en más de 44 minutos por barba, una de esos datos marca Thibodeau que deja a cualquiera sorprendido. El héroe, de manera tan inopinada como merecida, fue un tal Derrick Rose que se ha reencontrado, tras salir de los Pistons, con el mentor con el que consiguió el MVP en 2011 y con el que mejor ha rendido en toda su carrera. El base es utilizado a la perfección por su entrenador y ha estado fino en todo, recordando a su mejor versión: 25 puntos, 6 rebotes y 8 asistencias, con una buena selección de tiro (11 de 17) y un muy buen 2 de 3 en triples. Y bien en defensa a pesar de su castigado físico, pasando bloqueos y con unos correctísimos movimientos laterales, aunque hoy haya coincidido una buena parte del tiempo con un base más estático que explosivo, como Rajon Rondo.

En los Clippers, el propio Rondo se ha quedado en 4 puntos, pero ha sumado 8 rebotes y 8 asistencias, siendo el líder de una segunda unidad en la que también ha aparecido Nicolas Batum. Los angelinos tienen a 8 jugadores por encima del 40% en triples, pero su principal arma se ha diluido en exceso ante la defensa coral y asfixiante de unos Knicks vigorosos que llegaban a todo. Kawhi Leonard fue el líder anotador con 29 tantos, pero lanzó mucho y mal (9 de 26), a pesar, eso sí, de un tremendo esfuerzo en el último cuarto, que acabó con 13 tantos sin suerte. Eso sí, suerte es lo que va a necesitar cualquier rival que quiera enfrentarse a un equipo tan trabajado y de ideas claras como los Knicks, que siguen su camino al estrellato sin que nadie vislumbre su techo y con la sensación, cada vez mayor, de que pueden dar algún que otro susto en playoffs. De momento, han batido a los Clippers en una actuación formidable. El resto, ya lo veremos.