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NBA

Durant, Westbrook y la 2015-16: la historia que pudo ser y no fue

Kobe y Duncan se retiraron, los Warriors sumaron 73 victorias y LeBron conquistó el anillo prometido. La 2015-16 fue histórica, pero todo pudo cambiar por culpa de los Thunder.

Kevin Dururant y Stephen Curry se saludan tras la conclusión del séptimo partido de las finales de la Conferencia Oeste, en el que los Warriors se impusieron a los Thunder.
MediaNews Group/Bay Area News viMediaNews Group via Getty Images

A los Thunder les faltó algo de fritura para cambiar la historia. Lo habían hecho todo bien, con dos de las victorias más inapelables que la dinastía de los Warriors sufrió jamás, en el tercer y cuarto partido de una serie que ganaron por 28 y 24 puntos respectivamente. Ni con 2-1 arriba se dejaron acobardar por un rival dominado por la urgencia que no pudo responder, ni física ni tácticamente, al poderío de la Ciudad del Trueno, con una grada envalentonada que celebró igual la última canasta que la primera. Los Thunder tuvieron ventajas de más de 10 puntos en cinco de los siete partidos de la serie, incluido el séptimo en el Oracle, donde llegaron a estar 13 arriba en la primera mitad. Y en el sexto, iban ganando 96-89 con cinco minutos para la conclusión. Y ahí se acabó el sueño: les tembló el pulso, recibieron un parcial de 19-5, anotaron solo un tiro de campo en ese espacio de tiempo y perdieron hasta seis balones, para quedarse sin suerte. Todo eso y 11 triples de un histórico Klay Thompson fueron los que acabaron con un sueño y un proyecto. Y también, los que propiciaron que se escribiera la historia que hoy día conocemos y no otra muy distinta, que habría afectado tanto a la resolución de ese año como (posiblemente) a los que vinieron después.

En la temporada 2015-16, la NBA, tal y como la conocemos, cambió. El 13 de abril (hace ya cinco años), Kobe Bryant puso fin a una de las carreras deportivas más legendarias que se recuerdan. Ese mismo día, los Warriors ganarían a Memphis en el Oracle, y conseguían su victoria número 73 del curso, récord histórico que acabaría con ese que se creía inalcanzable, el conseguido por los Bulls en la 1995-96 (72-10). Poco tiempo después, el 5 de mayo, Tim Duncan disputaría su último partido en la NBA, anunciando su retirada poco tiempo después. El adiós de los dos máximos referentes de su generación (Kobe y Duncan) dejó vía libre de forma definitiva a una era, la del triple, que ya se había instalado en la NBA, pero que lo haría del todo en un curso dominado por un equipo, los Warriors, que cambiaron el baloncesto. También esa temporada Stephen Curry se estableció como uno de los mejores jugadores de todos los tiempos y logró el primer MVP unánime de la historia, superando a Shaquille O'Neal, que en el 2000 recibió todos los votos menos uno, que fue a parar a Allen Iverson. En definitiva, fue un año de hechos nunca vistos, hazañas increíbles y unas Finales sin las cuales es imposible de entender la competición norteamericana.

Entre los 60 puntos de Kobe el día de su retirada, las 73 victorias de los Warriors, el dominio de un LeBron que buscaba dar a los Cavaliers el anillo prometido en el Este y la candidatura de los longevos Spurs (67 victorias en regular season), emergieron los Thunder. Con 55 victorias en temporada regular, parecía que iba a ser un año clave para el proyecto; James Harden había salido por la puerta de atrás como chivo expiatorio de la derrota en las Finales de 2012, pero la lesión de Westbrook en los playoffs de 2013, la derrota en las finales de Conferencia ante los Spurs en 2014 y la desastrosa campaña de 2015, en la que Durant cayó a las primeras de cambio y no hubo playoffs, generaban cierta impaciencia. En 2012, se perdonó lo que se pensaba un tropiezo de cara a un futuro prometedor en el que iban a dominar el mundo, pero los resultados, por una cosa o por otra, no terminaban de llegar y Sam Presti decidía despedir a Scott Brooks y contratar a Billy Donovan, mítico entrenador de la Universidad de Florida, pero sin experiencia en la NBA.

Los Thunder disputaron sin presión la 2015-16. Donovan, que estuvo apunto de entrenar a los Magic en 2007 pero solicitó que se rompiera el contrato ya firmado para quedarse en la Universidad, controló perfectamente la química grupal. Russell Westbrook se iba a 23,5 puntos, 7,8 rebotes y 10,4 asistencias, consiguiendo por primera vez dos dígitos en esta última categoría estadística. Kevin Durant promedió 28,2 puntos, 8,2 rebotes y 5 asistencias, números con los que cualquiera habría optado al MVP si se tratase de una temporada en la que no hubiera estado Stepehen Curry. El equipo estaba compensado: Serge Ibaka ayudaba en los dos lados de la pista, Steve Adams martilleaba la zona, André Robertson se erigió como uno de los mejores defensores de la competición y gente como Dion Waiters o Enes Kanter aportaban minutos de calidad en el banquillo. Los Thunder fueron el segundo equipo que más puntos por partido anotaba de la competición, primero en rebotes, tercero en tiros de campo, segundo en lanzamientos de dos y sexto en tapones, además del tercer mejor net rating de la competición. La temporada fue buena, pero todavía quedaba lo mejor.

Unos playoffs con un solo error

Phil Jackson decía que los playoffs los deciden el talento y la suerte. Y, desde luego, los Thunder tuvieron un poco de las dos cosas. Ya no eran el equipo inexperto de los años anteriores, lo que demostraron en la primera ronda ante unos Mavericks a los que no dieron opciones (4-1). En semifinales, el rival era mayor: los Spurs, con Duncan en caída libre pero Kawhi en ascenso y LaMarcus Aldrige de fichaje estrella, aunque sin todavía adaptarse al equipo. A los texanos les habían batido en 2012 para llegar a las Finales, pero la venganza se sirvió fría en 2014, en una temporada que acabó con el quito título para Gregg Popovich y compañía. También estaban Tony Parker y Manuu Ginóbili. Pero de nada sirvió: los Thunder ganaron de un solo punto el tercer partido y empataron la serie en el cuarto (con 41 puntos de Durant), ante la amenaza rival de irse 3-1 arriba a San Antonio. El quinto y el sexto también fueron para OKC, que jugaron como si se tratase de un equipo campeón. En el último de ellos, fraguado con 37 tantos de Durant, despidieron a Tim Duncan, que se quedó en 19 en su último partido. El único de todos los playoffs, por cierto, en los que superó la decena de puntos.Y otro dato: los Thunder lograron dos victorias en casa de los Spurs, una más de los que estos habían perdido en toda la temporada. Los texanos acabaron 40-1 en su pista, récord de la historia de la NBA empatados con los Celtics de la 1985-86. Y en primera ronda barrieron a los Grizzlies (4-0). En otras palabras, minipunto para OKC.

El plato gordo se sirvió en las finales del Oeste. Los Warriors, todopoderosos, llegaban con la vitola de favoritos, tras ganar en cinco partidos a los Rockets en primera ronda y hacer lo propio con los Blazers en semifinales. Los Thunder dominaron el primer asalto, fueron apabullados en el segundo y se pasearon en el tercero y el cuarto, delante de una afición encendida que creía, ya legítimamente, en el anillo. En el cuarto encuentro, Westbrook consiguió 36 puntos, 11 rebotes y 11 asistencias. Esos dos choques dejaron entrever, casi la manera única hasta las Finales, que los Warriors eran humanos, sin ser capaces de defender las embestidas de su rival, la calidad del dúo dinámico de los Thunder o los contraataques de Russ (26,7+7+11,3 en la serie, por 30+8 de Durant)), más veloz que nunca. El momento clave también fue en el cuarto, con una fea falta de Draymond Green sobre Adams que no fue sancionada. Curiosidades del destino, eso sí pasó en las Finales, con el pívot siendo baja para el quinto asalto, el primero de la remontada de los Cavaliers. En el sexto, ya conocemos la historia. Y el séptimo, con 36 puntos y 7 de 12 en triples de Curry, fue la constatación del campeón, esa que han tenido los grandes equipos a lo largo de la historia, la sensación de que los Warriors, al librarse de semejante situación ignominiosa, eran inmortales.

En las Finales se demostró lo contrario, con la consabida heroicidad de LeBron James junto a Kyrie Irving y la consecución del anillo prometido. También fue el broche de oro para una temporada histórica, con el consiguiente palo para unos Warriors que fallaron al final. Harrison Barnes hizo 1 de 6 en triples en el quinto partido y 0 de 5 en el sexto, que se fraguó con 41 puntos de LeBron y otros tantos de Kyrie. En el séptimo, entre Curry (cojo durante la serie) y Klay, fallaron 18 triples. El pulso que le tembó a OKC en las finales del Oeste fue premonitorio para los Warriors, que sufrieron algo parecido en el momento decisivo. Y, además de todo eso, otro apunte: el séptimo en el Oracle entre Warriors y Thunder fue el último de Kevin Durant en su equipo original (de Sonics a OKC, pero original, al fin y al cabo). El alero puso rumbo al rival que les había eliminado, emulando para muchos la The Decission de LeBron en 2010 y convirtiéndose en el enemigo público número 1. Avisó a Westbrook, por cierto, a última hora y por un mensaje de texto, como quién deja a su pareja por watshapp. En definitiva, esa serie cambió la historia reciente de la NBA y el futuro de un Durant que es hoy un jugador histórico (y con dos anillos). Y el de Westbrook, que sin Durant es... en fin, lo que puede y todos sabemos. Y una cosa está clara: de los concidionantes no se vive. Pero ese "y si..." da para mucho juego en este caso. Y en otros muchos, claro.