El Madrid tiene una misión
Los blancos siguen con su espectacular Liga (25 de 26) a 48 horas de jugarse su futuro europeo ante el Villeurbanne. Garuba, cuatro 2+1. Carroll, 4/4 de tres al final. Muy bien Causeur.
El Madrid tiene una misión en la ACB: no permitirse ni un solo despiste contra rivales en teoría inferiores y llegar al playoff como primer clasificado. Luego, ya se verá. De momento, su temporada liguera es espectacular (25 de 26), muy por encima de las expectativas pese a la pila de inconvenientes que amontona. La victoria ante el Monbus Obradoiro fue una más de mérito (y trabajada) en un momento inoportuno. Los blancos empezaron pletóricos, con el vigor de Garuba y el acierto de Laprovittola; se desinflaron algo frente a los cambios defensivos locales y el empuje de Steven Enoch y de Kassius Robertson; y acabaron con un fuerte demarraje donde antes habían fallado, en el triple. Causeur (17 puntos, 3 asistencias y 22 de valoración) y Carroll (12 tantos en 12 minutos) protagonizaron un buen cierre de función en el Fontes do Sar de Santiago.
El Madrid no necesita levantar la cabeza para ver lo que se le viene encima en clave Euroliga en las próximas horas: básicamente, vivir o morir. Siente la presión por la cita del jueves en la cancha del Villeurbanne. De ahí que este duelo ACB aplazado fuese como una china en mitad del camino. El riesgo de que se le metiera en el zapato y le hiciera rozadura era elevado, por eso salió a darle un puntapié para despejar el camino. Tan bien lo hizo de salida, con uno de sus mejores quintetos (Laprovittola, Taylor, Deck, Garuba y Tavares), que casi pareció que lo resolvería en un acto. En el minuto 6, un triple de Laprovittola, después de otro de Deck y el segundo 2+1 de Garuba (¡acabó con cuatro!), ponía el +16: 4-20. Lapro hacía y deshacía a su antojo, Garuba era un factor decisivo atrás frente a Daum y Taylor neutralizaba a Robertson mientras que Tavares tapaba agujeros.
El Obra no podía causarle menos daño al líder, así que tocaba rendición o reacción. Y vimos lo segundo, sobre todo, por la entrada de Steven Enoch (estadounidense con pasaporte armenio), un pívot muy físico recién salido de la universidad y con buena mano, que venía de su actuación estrella del curso: 24 puntos y 34 de valoración contra el Unicaja. En sus primeros 11 minutos, acumuló 10 tantos, 4 rebotes y 17 créditos (14+5 al final). Su fuerza cerca del aro dio un empujón en el perímetro y en las penetraciones a Robertson (Causeur había cogido el testigo de su marcaje). Ambos se retroalimentaron: gran zancada del Obradoiro (29-34).
La china amenazaba de nuevo con colarse en el zapato blanco. Y ahí siguió la piedrecita, desafiante casi hasta el final pese a los vaivenes. Robertson y Enoch fueron de nuevo capitales en un tercer periodo que se llevaron los locales (17-16). Laso trataba de repartir los minutos, de no sobrecargar a ningún jugador, en especial a Thompkins y Tavares, aunque ambos volvieron a coincidir en el asalto decisivo (tres minutos, los que tardó Edy en cometer su cuarta falta), después de que Beliauskas lo apretara todo un poco más: 56-60. El Real giró una vuelta la llave defensiva con Abalde de base y pasó de viajar con un paupérrimo 4 de 21 en triples a descerrajar 7 de 8, cuatro de cuatro de Carroll, el primero de costa a costa con finalización frontal y el último desde la esquina en caída, y otros dos de Causeur sin mácula. Un jaque mate de ajedrecista grande.