Campazzo impulsa un milagro
Robo clave del base, cuya energía fue decisiva en una reacción increíble de los Nuggets que lideraron, como siempre, Jokic y Murray. Los Bulls tuvieron el partido en el bolsillo.
No es que los Nuggets remontaran 14 puntos en ocho minutos, que no es algo especialmente milagroso en la NBA, al menos en esta de tanto furor ofensivo. Es que ganaron después, cuando habían vuelto a perder: de ese 89-103, peligrosísimo pero con el suficiente tiempo por delante, se pasó a un 108-107 a tres minutos del final que debería haber quedado en nada porque los Bulls sacaron la cabeza con un triple de Otto Porter, un fino tiro frontal de Zach LaVine y una canasta, aparentemente decisiva, de Coby White: 108-114 a 48 segundos del final.
Ahí llegó el verdadero milagro, el triunfo imposible. Tras ese 0-7 que pareció tirar por tierra la reacción frenética de los Nuggets, que habían jugado un pésimo primer tiempo, se desembocó en la prórroga de una forma que los Bulls todavía deben estar cuestionándose. Primero Jokic anotó un triple (111-114) y ahí, con medio minuto por jugar y la bola en las manos de LaVine, apareció el Facu Campazzo, que apretó al nuevo all star de los Bulls, metió la mano por donde pudo y forzó una pérdida (finalmente por falta en el intento de evitar el desastre) que devolvió la bola a los Nuggets, de repente en territorio Jamal Murray: el base canadiense, un killer que siepre aparece en momentos así, anotó entre el tráfico de la zona (113-114) y, después de dos tiros libres de LaVine (113-116) mandó el partido a la prórroga con un triple desde el lateral derecho, casi desde la esquina y tras fintar a Thad Young… que ha tenido mejores momentos defensivos.
Ahí los Bulls ya tenían cara de perdedores, y en la prórroga no la cambiaron. Los Nuggets anotaron los primeros nueve puntos (125-116) y tenían el partido ganado cuando su rival se quiso dar cuenta de lo que estaba pasando, en shock tras tirar una ventaja a priori definitiva. Para los Bulls, que suman trece temporadas sin ganar en Denver, es un 18-22 con sensaciones encontradas, del buen funcionamiento de LaVine (32 puntos) y un bloque que es más duro con Satoransky, Young y Porter (22 puntos), a la poca estabilidad de Wendell Carter Jr y un Lauri Markkanen que podría cambiar de aires en los próximos días, antes del cierre de mercado del jueves. Carter y Markkanen deberían ser parte importante del futuro de los Bulls, pero quizá pronto estemos diciendo tendrían que haber sido. Veremos.
Los Nuggets siguen con su escalada, atrás ya lo peor de la temporada para ellos: 25-16, a medio partido de los Clippers, que es el cuarto del Oeste. Y con ocho victorias en nueve partidos en los que tienen el mejor net rating de la NBA y en los que Nikola Jokic ha promediado 27,4 puntos, 12,2 rebotes y 9,2 asistencias. Esta vez el serbio acabó en 34+15+9 y Jamal Murray en 34+5+4. Una pareja con una química maravillosa, como pocas en la actual NBA, y que es un tiburón blanco en cuanto llegan los minutos calientes de los partidos. Michael Porter Jr (19+6) va encajando cada vez mejor en una rotación en la que los tres, un amago de big three, cerraron con Will Barton y un Facundo Campazzo que estuvo en los minutos importantes (jugó 34 en total) y tuvo un papel clave en el triunfo a pesar de que solo anotó 2 tiros libres. Pero su tesón, su energía, su inteligencia y su agresividad, su falta absoluta de miedo tenga a quien tenga delante, fueron un valor clave para su equipo, un catalizador en la reacción final a base de asistencias inteligentes (8 en total) y jugadas defensivas (que pregunten a LaVine) que no salen en la hoja estadística pero que también deciden partidos. Su entrenador, Michael Malone, lo tiene claro: “Es uno de esos tipos… se te mete debajo da piel, siempre lo tienes ahí, encima. Por eso en nuestro equipo le quieren tanto todos, porque no tienen que jugar contra él”.