MINNESOTA TIMBERWOLVES

Juancho se apunta a la enésima sonrisa

Tras 20 días alejado de las pistas y sin encontrar su mejor estado de forma, el ala-pívot empieza a crecer de la mano de los Wolves y Anthony Edwards.

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La temporada está siendo una montaña rusa en casa de los Hernangómez. Willy, que llegaba a New Orleans Pelicans con el freno de mano puesto, tenía la opción de dar un giro de 180 grados a su carril. Por paradas. Después de un inicio decepcionante, que auguraba otra temporada con sensación de vacío, puso primera, y segunda y tercera. Por momentos, hasta cuarta y quinta marcha. Una breve lesión de Steven Adams, el pívot titular del equipo, le abrió las puertas de una rotación que parecía cerrada con candado. Adelantó a Jaxson Hayes, su competencia en la retaguardia; pero, de nuevo, ha vuelto a caer en el olvido. Entre las telarañas de Stan Van Gundy. En esas seguirá, con idas y venidas. Así es la NBA. Un viaje tan distinto como similar para Juancho. Así de rara. En su caso, arrancaba el curso reforzado, tras cerrar un tramo final de campaña, en los propios Timberwolves, más que notable: 14 partidos, 14 titularidades, 12,9 puntos por partido, 7,3 rebotes y un 42 % de acierto en el triple. Todas ellas, las mejores marcas de su carrera estadounidense. Un proyecto renovado, de pasado muy oscuro y, por ello, de mirada aún más ilusionada en el presente. ¿Qué podía salir mal? Todo.

Tras dos victorias iniciales que avivaron aún más la fe, se empezaron a contar los partidos por derrotas. Ni los dos primeros triunfos significaron algo de alivio para Juancho, de hecho. Doble castigo. En ellos, promedió 8,5 puntos, cuando se le esperaba, incluso, de titular, y no consiguió ningún punto ni asistencia. Cuatro rebotes rellenaron un casillero vacío de registros y lleno de resignación. Pero el maquinista se puso a jugar: acelerón hasta la cúspide y, con la cabeza hacia bajo y los pies en algo que debía parecer el cielo, caída en picado. Viendo de frente el suelo. Después de seis titularidades seguidas, con un pico de 25+8, doce partidos alejado de los terrenos de juego. En total, 20 días bajo los protocolos por la COVID-19. "Probablemente, soy el MVP de esperar mi oportunidad", dijo al volver, en un partido frente a Dallas Mavericks en el que sumó poco más de 8 minutos, 5 puntos y 4 rebotes. A partir de ahí, más rusa todavía. Dos encuentros más sin jugar, otros 9 minutos, tres fuera, etc. Las sensaciones se perdían en un lugar tan oscuro como el de su equipo, último en el Oeste y con el peor récord de la competición. 

Un túnel en el que se empieza a vislumbrar algo de luz. Siempre algo, en unos Wolves bien untados, escurridizos entre las garras de los resultados. La sonrisa de Minnesota se dibuja en la cara de Anthony Edwards, número uno del pasado draft. El rookie, aunque constante en unos números dignos, ha empezado a hacer honores a su cartel. Ha explosionado y de ello procede la errática luz. En los últimos diez partidos promedia 25,3 puntos y 5,9 rebotes, con 42, 34 y 27 tantos en las últimas tres victorias del equipo. En seis partidos, además. Un parcial del 50% que contrasta con el 23,8% del cómputo total de la temporada. "Mantengo el ánimo de la gente. Siento que soy la vida del equipo", dijo, acertadamente, hace cosa de un mes. Justo después de recibir uno de esos halagos con doble filo: "Creo que puede ser mejor jugador que yo", afirmó Dwyane Wade en la TNT. Un impulso importante, pero también una de esas metas que, cuando se hace arduo el camino, terminan pesando de manera innecesaria. De momento, vuela con ella. En este tramo positivo, se ha convertido en el primer jugador de la historia de menos de 20 años en alcanzar los 100 puntos en tres partidos, según datos de la ESPN. Así mismo, se ha colocado tercero, tras LeBron James y Kevin Durant, en la carrera por lograr antes los 40 puntos en un partido. Precocidad estelar.

Una mueca contagiosa

Da gusto verle sobre la pista, pero también escucharle en rueda de prensa. Por extensión, seguramente, también dentro del vestuario y, más visible para los foráneos, durante los encuentros. No duda a la hora de asumir la responsabilidad en los tiros importantes, pero tampoco cuando tiene que dar titulares. Como el de este artículo. Y, aunque la llegada de Chris Finch también habrá tenido algo que ver, ha conseguido enchufar una máquina que parecía tener programada la obsolescencia para mucho antes de lo previsto. Karl-Anthony Towns, después de un calvario desproporcionado para cualquier humano, vuelve a disfrutar. Cuando las lesiones y el coronavirus se lo permitieron, ya hacía números, pero con un aura que recordaba a sus duras palabras: "Karl murió el 13 de abril de 2020".

Ahora no, ahora se lo pasa bien. "Tener a estos muchachos apoyándome de la forma en que lo hacen significa mucho. Les debo mucho de mi cordura. Hacen que el baloncesto sea divertido cuando no sabía que iba a ser divertido", describe él mismo. Promedia 26,8 puntos, 8,3 rebotes y 6 asistencias en los últimos seis partidos. Y hay química, más allá de la semejanza en sus nombres. En el primer partido del back to back frente a Phoenix Suns, los Anthony se convirtieron en la segunda dupla en la historia de Minnesota en alcanzar, en el mismo partido, los 40 puntos. Desde 2010, según StatMuse, sólo otras cuatro parejas (una de ellas, el propio KAT junto a Wiggins) han logrado poner su nombre en esta hoja de cálculo.

Un virus tan contagioso como positivo, aunque suene mal en estos tiempos. Ricky Rubio también le ha dado la mano para alcanzar su mejor estado de forma, aunque le persigan los rumores de traspaso. "Es el mejor líder que he tenido en toda mi vida", aseguró hace una semana Edwards sobre el de El Masnou. Y el líder se ha sentido reforzado. Todo buen maestro también aprende de sus alumnos. En los famosos últimos seis partidos, promedia 12,8 puntos, 8,3 asistencias y 3 rebotes. Considerablemente por encima de los estándares de su temporada (8,7+6,7+3,1). Sin ir más lejos, en el último partido, la vuelta frente a su exequipo, los Suns, firmó, posiblemente, su mejor actuación hasta el momento, a pesar de la derrota. Pero es que las derrotas empiezan a saber de otra forma. Y le ha llegado el turno a Juancho, con un paladar necesitado.

"Juancho puede tirar a su antojo, mandando donde quiera el balón. Yo le digo a Juancho, 'si agarras la pelota abierta y no la lanzas, estás perdiendo dinero. Así de fácil. Así de simple", declaró Edwards tras la inopinada victoria en el primer partido del back to back en Phoenix. En la rueda de prensa, donde empieza toda esta historia y, quién sabe, si la próxima de la franquicia. "Tiró dos triples complicados y los convirtió. Claro que sí. Le pagan para que haga eso", concluyó impregnando el ambiente de una ternura que lleva el cuchillo entre los dientes. Quiere reclutarle para la causa y, después de su particular odisea, el pequeño de los Hernangómez ya está preparado. Tras promediar 7,6 minutos durante los siete partidos siguientes a su regreso, acumula 21,2 en los últimos cinco. Su cuerpo ya responde y su mente empieza a hacerlo. En la victoria frente a los Suns fue vital, cerrando el partido con un mate tras asistencia de Ricky. Un pase que dio el base, pero también Edwards. "¿Cuál ha sido tu mate favorito del encuentro?", fue preguntado el escolta. En la respuesta, no se contemplaba otra opción que no fuera alguno de los suyos, que ya deben presidir las habitaciones de algún que otro jovencito de Minnesota. "El de Juancho", fue su respuesta.