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NBA | BLAZERS 123 - KINGS 119

Lillard contra el mundo

El base de los Blazers cuaja otra exhibición (44 puntos) para batir a los Kings, que se quedan tiritando. Espectacular Kanter (22+21) y partidazo insuficiente de Fox (32+8+12).

Damian Lillard, durante el partido de la NBA que ha enfrentado a Portland Trail Blazers y Sacramento Kings.
Damian Lillard, durante el partido de la NBA que ha enfrentado a Portland Trail Blazers y Sacramento Kings.Steph ChambersAFP

Hay dos historias de amor: la de Romeo y Julieta y la de Lillard con los Blazers. Independientemente de que el base acabe siendo campeón durante su carrera, algo difícil de imaginar si acaba sus días en la franquicia de Oregón, hay pocos ejemplos recientes de un compromiso de su estilo. Ya no porque se mantenga fiel a unos colores dentro de una competición, la NBA, que dista mucho de los valores europeos y prima el negocio sobre el compromiso, tal y como se entiende en, por ejemplo, España, y esto sin juzgar cuáles son los valores adecuados. Tampoco porque siga perteneciendo, por noveno año consecutivo, al equipo que le drafteó. Pero sí, quizá, por mantenerse entre sus filas sabiendo que no va a salir campeón con un proyecto de techo bajo y aspiraciones pequeñas, un mercado que disputó dos Finales de la NBA en 1990 y 1992 pero que no ha regresado a cotas tan altas desde entonces, una entidad que necesita gente como Lillard para estar en el mapa y que se mantiene en una relativa élite gracias a sus proezas individuales, a su juego hasta la extenuación y a sus heroicidades varias, sin cambiar un ápice su discurso ni amagar, en plena era de los jugadores empoderados, con poner rumbo a destinos en los que el viento sople de forma más favorable.

La excusa del dinero (Lillard cobrará 31 millones esta temporada y 39, 42, 45 y 48 en las cuatro próximas) puede valer también dentro del pensamiento europeo, pero alguien de su nivel podría haber cobrado cifras similares en cualquier otro equipo, teniendo en cuenta que va camino de los 31 años y no se trata de un veterano que esté dando sus últimos coletazos. Desde luego, esto último está bastante claro, ya que Lillard promedió 30 puntos y 8 asistencias por partido el año pasado, metiendo a los Blazers en playoffs en la burbuja tras una lucha contrarreloj en la que se consiguió una remontada por obra y gracia del líder supremo. Esta temporada, el base ha bajado ligeramente sus prestaciones, pero se mantiene en números de un MVP que no parece que vaya a ganar (por la franquicia en la que se encuentra y la idiosincrasia de la propia Liga), pero al que opta legítimamente: 29,4 tantos, más de 4 rebotes, 8 asistencias y un 37,8% en triples (el año pasado superó el 40%), en poco menos de 36 minutos de juego, potenciado por una plantilla que no ha tenido tantas lesiones (alguna sí), como la del año pasado, cuando la estrella tenía que permanecer en pista una ingente cantidad de tiempo para ayudar a su equipo a seguir sumando.

Ante los Kings, Lillard consiguió su cuarto partido de la temporada por encima de los 40 puntos. En concreto se fue a 44, una actuación suprema que completó con 7 asistencias y con grandes series de lanzamiento: 13 de 26 en tiros de campo y 8 de 15 en triples, sin fallo desde la personal (10 de 10) y con, atención, ninguna pérdida. Lillard anotó 15 puntos en el último periodo, que los Blazers iniciaron con una desventaja de tres tantos, y lo hizo con 5 de 7 en tiros, incluidos 3 triples en 5 intentos. En otras palabras, exhibición. Y no sólo eso, sino que el base mejora siempre que el partido está apretado, uno de los motivos que permiten sumar a su equipo. Fuera del clutch time (últimos cinco minutos de partido con una diferencia de cinco o menos puntos), sus porcentajes son de un 43,1% en tiros de campo, el 36,5% en triples y el 92,2% en tiros libres. Dentro del clutch time, sus estadísticas se vuelven de videojuego: 61,4%+60%+100%. Algo asombroso que permite al equipo de Terry Stotts salir vivo de situaciones ignominiosas y sonreír antes del parón del All Star. Al que, por supuesto, irá Damian Lillard.

El poder de Enes Kanter

El otro gran protagonista del partido fue Enes Kanter, que cuajó una de las mejores actuaciones de la temporada. Un tío molón, el pívot es famoso por tener unos eternos problemas defensivos que solventó parcialmente hace dos temporadas, cuando se vio obligado a ocupar el puesto de titular tras la lesión de Jusuf Nurkic, precisamente en una época en la que se encontraba en Portland, lugar al que ha vuelto tras un año de permiso en los Celtics. En la presente campaña, Nurkic ha vuelto a caer y el turco, de nuevo titular, promedia algo menos de 12 puntos y 12 rebotes por partido, grandes números. Y desde el 25 de enero hasta ahora, sus estadísticas son de 12,9+13,5, con un 56,3% en tiros de campo y en, aproximadamente, 30 minutos de juego. Ante Sacramento, Kanter ha sumado 22 puntos, 21 rebotes y un +13 con él en pista, el mejor +/- de todo el choque. Y ha anotado 11 de sus 15 lanzamientos, sin lanzar una sola vez desde la personal, siendo el receptor del último pase o atrapando rebotes ofensivos, una de sus mejores especialidades.

En los Kings, poca cosa. Venían de ganar a los Lakers y necesitan más victorias, pero no dan una y pierden en demasiados finales igualados. De'Aaron Fox cuajó una actuación enorme, con 32 puntos, 8 rebotes y 12 asistencias, pero insuficiente para un equipo que volvió a fallar en los últimos minutos. Seis jugadores por encima de la decena, juego colaborativo... pero problemas de pizarra y un Luke Walton que sigue en el banquillo a pesar de los eternos desmanes, que siguen sucediéndose sin pudor. ¿Y los Blazers? Son la cuarta peor defensa del Oeste, tienen fuera de juego a Nurkic y a McCollum, el tercer peor rating defensivo, el décimo net rating más malo... pero van 21-14, se colocan quintos de la Conferencia Oeste a solo dos victorias de los Clippers (y por delante de Denver, Spurs, Mavs, Warriors...) y han conseguido cierta regularidad dentro de una NBA, la de esta temporada, en la que nadie la tiene. Y todo gracias a, cómo no, un ser de otro planeta llamado Damian Lillard. Leyenda.