Stephen Curry se queda solo y los Suns aprovechan para rehacerse
Los extremos altibajos de los Suns este mes dejaron paso a una actuación sostenida y bien trabajada ante unos Warriors sólo con Curry.
El objetivo marcado por los Warriors a principio de temporada, ya sabiendo que Klay Thompson no iba a jugar en todo el año, era recuperar sensaciones y luchar por entrar en los ocho primeros puestos. La evolución de James Wiseman, otra máxima. Están en ello. Necesitan, eso sí, algo más de cohesión y, sobre todo, que Stephen Curry no tenga que hacer de más. Hay jugadores con los que contar, pero deben mostrarse. En partidos como el de esta noche ante los Suns se demuestra que en ese camino todavía no se ha llegado ni a la mitad.
En el lado contrario estaban unos Suns a los que les ha pasado algo parecido en cuanto a la irregularidad y a la aportación de Chris Paul, su fichaje más importante para esta campaña. El base está haciendo funciones de base, donde es todo un rey, pero mostrando algunas dudas con el esquema. Es totalmente lógico por la exigencia de su entrenador, Monty Williams, y porque debe aún adaptarse a nuevos compañeros. El equipo ha tenido momentos muy buenos al principio y no tan buenos después en el mes de competición que ya lleva.
El partido fue un buen ejercicio para explicar la dependencia de los Warriors. Curry no recibe la ayuda necesaria en muchos partidos y su genialidad llega hasta un cierto límite. A veces se salva la papeleta, otras no tanto. En el caso del compromiso en Phoenix se le vio, sobre todo al principio, cortando la zona, intentando penetraciones imposibles y tirando de otros recursos que no domina tanto y que están destinados a otros compañeros. Faltó alguien por dentro, ya que Looney, Wiseman y Green estuvieron muy flojos, que le rebajara algo la exposición en ataque sacando puntos fáciles en la zona. Kelly Oubre, su compañero por fuera entre los titulares, acabó con 1/11 en tiros de campo. Se aprovechó entre cero y nada la baja de Devin Booker, el mayor peligro de los Suns. Y con estos mimbres aguantaron el tirón hasta el último cuarto, donde definitivamente sacaron la bandera blanca.
Algún intento vago de Wanamaker y Bazemore por darle otro ritmo cuando Curry no estaba, sí. Y poco más. Eric Paschall hinchó su cuenta particular cuando ya había poco que hacer. Andrew Wiggins estuvo correcto, que ya es más de lo que se le ha visto estos años y menos de lo que en verdad de esperaría de él. En el lado contrario se vio otro color, jugadores con hambre como Mikal Bridges, sorpresas como Abdel Nader y dos jugadores como Paul y Ayton haciendo lo que se les supone para ser la columna vertebral del equipo. Los Warriors aguantaron casi todo el tercer periodo, pero al final un par de canastas les sacaron de punto y fue ya en el cuarto periodo donde el mencionado Nader y el pívot Kaminsky pusieron la diferencia casi insalvable que sus contrarios ya dieron como definitiva sin enmienda.