Tobias Harris rompe a los Lakers
Remontada imposible del campeón en Philadelphia y canastón final de Tobias Harris. Los Sixers siguen sin perder con su quinteto tipo y los Lakers caen por primera vez a domicilio.
Una racha tenía que acabar en una pelea entre el objeto inamovible (el quinteto tipo de los Sixers) y la fuerza imparable (los Lakers lejos del Staples Center). Una racha tenía que acabar y fue la de los Lakers, que perdieron por primera vez a domicilio (107-106) y quedan 10-1 lejos de casa, todavía con tres partidos por delante en su gira de siete por el Este (Detroit esta noche, Boston, Atlanta). La victoria fue para el objeto inamovible: los Sixers están ahora 10-0 cuando ponen en pista a su quinteto tipo: Ben Simmons, Seth Curry, Danny Green, Tobias Harris y un Joel Embiid que está muy bien posicionado en la carrera por el MVP.
El partido, una de las más realistas opciones de ver un anticipo de las Finales en esta extraña Regular Season, respondió a lo que se esperaba en un cruce de rachas que acabó siendo apasionante. Los Sixers fueron mejores, marcaron el ritmo y el estilo del partido y llevaron el control del marcador… pero no consiguieron despegar a los Lakers, que pasaron de no mandar desde el 13-14 inicial a ponerse por delante a 11 segundos del final y tras una canasta de Anthony Davis (105-106) que completó un milagroso 0-13 en tres minutos. Con los Sixers fundidos, los Lakers enlazaron triples (Caruso, Schröder, Caldwell-Pope) y completaron desde la defensa un vuelco imposible que, sin embargo, acabó sin final feliz. En la última jugada, Tobias Harris se creó el suficiente espacio antes Alex Caruso para anotar un canastón de pura clase desde el flanco izquierdo. Los Lakers ya no pudieron generar en un último intento desesperado. No había tiempo: ganaron los Sixers, ahora 13-6 por el 14-5 de los Lakers.
Lo extraño para los de Doc Rivers, que ha dado una dureza tremenda a un equipo que era mucho más volátil con Brett Brown (y menos lógico) es que no ganaran el partido sin taquicardia final. En el primer cuarto lanzaron un parcial de 18-2, después de un buen inicio de los Lakers al ritmo de Marc Gasol, implicado en ataque y sólido de inicio en la defensa de Joel Embiid, con el que tanto peleó cuando estaba en Toronto. Desde un 34-18 apocalíptico, los Lakers regresaron. También desde un 65-53 en el tercer cuarto, tras un 10-0 rápido de los Sixers. Y finalmente desde ese 105-93 a tres minutos del final. Las defensas, seña de identidad de los dos equipos, tardaron en aparecer pero lo hicieron. La de los Lakers casi amarra la victoria a pesar de que el ataque ha tenido días mejores. LeBron James acabó con 34 puntos, 6 rebotes y 6 asistencias y Anthony Davis en 23+8+2, peor que en Chicago, mejor que en Cleveland (su temporada es muy irregular en ataque, por ahora) y otra vez extraño en la línea de tiros libre: 5/10 para un jugador con un 80% en su carrera.
Tobias Harris, que ya brilló con Rivers en los Clippers, es un clarísimo ganador del cambio en el banquillo de los Sixers. El forward de Nueva York es pura eficiencia ahora, esta vez 24 puntos y 7 rebotes para un 10/16 en tiros, exactamente lo que imaginaban en Philadelphia cuando le dieron su contrato millonario para tapar agujeros al lado de un Ben Simmons otra vez agresivo en ataque (su mejor versión: 17 puntos, 11 rebotes, 10 asistencias) y un Joel Embiid que sigue en formato MVP (28+6+4) aunque no supera sus problemas para generar contra los marcajes múltiples en el poste. La gran tarea pendiente de un jugador que esta firmando, en plena madurez, una temporada monstruosa. Danny Green tuvo puntería (4 triples, 14 puntos) contra sus ex y los Sixers parecieron mejores durante los suficientes tramos del partido. Pero se vieron por detrás, acorralados por la rabia del campeón, antes del último ataque. Resolvió Harris, una pieza clave en un quinteto que no pierde y que, esta vez sí, apunta muy, muy alto en el Este. Más que nunca.