NBA | CAVALIERS 108 - LAKERS 115
LeBron James pone otra bandera en Cleveland y con los Lakers
46 puntos de LeBron James, sobre todo los 21 del último cuarto, ayudaron a que los Lakers remontaran y ganaran en casa de los Cavaliers.
Cleveland es una de las ciudades que acepta público en sus partidos de la NBA. Por lo menos, por ahora. Sólo son 2.000 personas las que pueden entrar en el Rocket Mortgage FieldHouse, pero cada una cuenta si hablamos de ver lo que vimos en este encuentro. Poder observarlo de cerca es un premio, más en estos tiempos de restricciones por el coronavirus. Llegaban los Lakers, el vigente campeón de la competición, y con LeBron James, el hombre que llevó a aquellas tierras el único título que tienen en las vitrinas hasta hoy, como atractivo. En una fecha tan señalada, con el equipo de su vida ya casi recuperado de su última salida y con buenas sensaciones para ir ascendiendo poco a poco en la peleada Conferencia Este, James no quiso faltar a su cita con la historia, una más para su haber.
Los Cavaliers hicieron un gran trabajo y llevaron al límite a los Lakers, pero LeBron es LeBron y en ese pabellón se siente como en casa. No arropado, pero sí en casa. Después del partido admitió que un aficionado le vaciló en el tercer cuarto tras fallar y el rey reinante quiso demostrar por qué es tal. 21 puntos en el último periodo, al que los visitantes entraron por detrás en el marcador, callaron la boca del incrédulo. Los compañeros de LeBron sólo metieron 7 tantos en esos 12 minutos decisivos. James se fue hasta los 46 puntos, recordando a sus mejores partidos allí, en una fecha señalada que él se encargó de hacer todavía más especial. 7 triples, una canasta a lo Kobe y toneladas de calidad que le cayeron encima a unos Cavs que se quedaron sin poder reaccionar a lo que les hizo el que durante años fue su héroe.
Los Lakers adquirieron la sensación de control que están paseando por todos los pabellones pronto, al terminar el primer cuarto. Antes Drummond ya había dado cuenta de Gasol y hecho sufrir en la pintura a los de púrpura y oro. No duró mucho y con la salida de Morris y Harrell acabaron por descerrajar. Eran ya más de una decena de puntos como losa que cargar. Los Cavs, con valientes esfuerzos de Sexton, Garland y Okoro, sólo podían subsistir, no mejorar.
Antes del descanso se pusieron a cuatro, se quedaron otra vez casi a diez, y LeBron quiso cerrar con un mate, pero el triple sobre la bocina de Cedi Osman (20 puntos) era un aviso: no se iban a dar por vencidos. Y así fue. Dos triples más de Osman, un tiro de Sexton y una bandeja de Drummond lo daban la vuelta en tres minutos.
Lo que se vio a partir de ahí fue a unos Cavaliers controladores, o en el intento, a un LeBron James enfurecido. Quería tener todo el rato el balón en las manos, lo cual no puede ser malo si lo que hace es convertir las jugadas en canastas. Interrumpía las líneas de pase, iba con todo a los tapones y luego, en ataque, estaba inspiradísimo. Sexton, como un puñal, ponía en aprietos su gesta, pero nada que ver. A partir de un triplazo desde el logo del centro del campo James metió la sexta marcha, porque la tiene, y el despliegue fue descomunal tanto en tiros, como en penetraciones y hasta en asistencias sin mirar. Y cerrando con ese tiro tan característico de Kobe Bryant, buen guiño cuando se cumple un año de su fallecimiento. LeBron James, un rey emérito con un título al que sí hace honor.