Simmons, Brown... Las peticiones de los Rockets por James Harden
Daryl Morey tuvo la oportunidad de hacerse con Harden, pero Houston pidió a Simmons y prefirió ser conservador. Boston también descartó el traspaso. ¿Acierto o error?
En la NBA actual, movida por los deseos de los jugadores y por un empoderamiento que no cesa de crecer y que ha alcanzado ya cotas otrora insuperables, la decisión de hacer o no un movimiento concreto en el momento oportuno sigue siendo una disyuntiva que nadie es capaz de resolver. El traspaso adecuado puede acabar en anillo, y el hecho de no hacerlo puede suponer un condicionante muy grande que jamás se resolverá y que puede pesar mucho en los hombros de ciertos directivos. Con James Harden existió un debate irresoluble ahora y cuyas consecuencias solo veremos al finalizar una temporada en la que los Nets ya eran candidatos de por sí, y que ahora lo siguen siendo. El talento puro es el que gana campeonatos y despreciarlo es atrevido si repasamos uno a uno los ganadores de cada curso baloncestístico. Y tampoco hay que irse muy lejos: los Lakers del año pasado, con LeBron James y Anthony Davis a la cabeza, dan buena muestra de ello.
El caso James Harden, en concreto, encerró numerosas ofertas que se rechazaron por considerarse excesivas. Desde el principio, se supo que Nets y Sixers eran los principales interesados en hacerse con los servicios del escolta y que el sentimiento era mutuo. En Brooklyn estaba Mike D'Antoni, el entrenador con el que más ha desarrollado su potencial, y en Philadelphia Daryl Morey, el directivo con el que coincidió en la totalidad de su etapa en los Rockets. Y sin embargo, el General Manager se negó a traspasar a Ben Simmons, condición indispensable por parte de los texanos para que el traspaso se llevara a cabo. De hecho, Tim Ferttita, pidió al base, a Tyrese Maxey y a tres primeras rondas del draft, algo a lo que Morey se negó. Las prisas de los Rockets para acabar con el sainete y deshacerse de un Harden que había provocado una situación imposible, provocaron que la estrella fuera finalmente para los Nets a cambio, únicamente, de rondas del draft, algo muy valorado hoy en día, pero que no es sustitutivo de una estrella y siempre supone un futuro incierto que no sabes cómo va a salir.
Que se lo digan, en este caso, a Danny Ainge y su horda de intocables, que son todos los jugadores que ha conseguido vía draft en el último lustro y que se niega a traspasar. El directivo también tanteó el terreno y quiso hacerse con los servicios de Harden, pero le pedían a Jaylen Brown y Marcus Smart (y rondas del draft) y se negó. Los Celtics se quedaron a las puertas de las Finales el año pasado, por tercera vez en las últimas cuatro temporadas, pero no han dado con la tecla en el mercado y la negativa de Ainge a traspasar a ninguno de los que considera sus piezas fundamentales, impide que la plantilla mejore y pueda dar un paso adelante. Algo que seguirán buscando en los próximos años con más o menos éxito y que intentarán conseguir con un proyecto que ha salido del draft pero al que le falta dar un paso adelante para ganar el anillo. O, al menos, eso parece.
En un mundo como la NBA, la historia ha demostrado que ni los Rockets iban a conseguir un valor equivalente por lo que perdían ni las rondas del draft sirven, generalmente, para ganar campeonatos. Al menos, no sólo eso. Hay traspasos a inicios de una temporada (Garnett a los Celtics, Durant a los Warriors) que deciden campeonatos, como también en mitad de la misma (Pau a los Lakers o Rasheed a los Pistons, en la 2003-04). En el caso de los Sixers, habrían perdido a un base excepcional para hacerse con uno de los mejores jugadores ofensivos de la historia. En lo referente a los Celtics, la pérdida puede ser incluso más liviana que la de Philadelphia, y el premio aún mayor, al margen de la hipotética compenetración con Jayson Tatum, una estrella ya prácticamente consolidada. Parece que Houston ha acabado perdiendo. Y nadie sabe si Sixers y Celtics han acertado. Tampoco si lo han hecho los Nets. Las oportunidades estaban ahí y cada uno tomó una decisión. El resto, ya lo veremos.