Ahora o nunca: Ben Simmons, última oportunidad en los Sixers
Está feliz por no haberse ido a Houston, pero su equipo ha negociado su salida (ya no es intocable) y si las cosas no funcionan se reformularán alrededor de Embiid, no de él.
Ben Simmons estaba “en éxtasis”, según la prensa de Philadelphia, cuando se anunció el traspaso de James Harden a Brooklyn Nets. Sí, sus Sixers veían como un rival ya fuerte del Este se volvía aparentemente temible, pero él esquivó una bala. No quería irse a Houston Rockets y no se fue a Houston Rockets. Sigue en Philly. Pero lo hace con una cuenta atrás ya en marcha, un ahora o nunca para una versión del Proceso en la que ya quedan, esencialmente, él y Joel Embiid.
Con Daryl Morey como arquitecto y Doc Rivers como entrenador, un nuevo régimen, los Sixers han dado sentido a su rotación. Más ligera, más elástica, sin el volumen descomunal de la pasada temporada (imposible encajar a Al Horford y Embiid con, para colmo, Tobias Harris de alero) y con más tiro. Con Seth Curry y Danny Green, un Harris rehabilitado por Doc Rivers (que sacó lo mejor de él en los Clippers) y un Joel Embiid feroz, que está posicionado en la zona noble de la temprana carrera por el MVP. El camerunés, en un excelente estado físico, promedia 25 puntos y 11,5 rebotes con un impacto demoledor en defensa. Ya, sin duda, el jugador franquicia de los Sixers y, por lo tanto, al que tiene que acomodar el equipo la construcción de su rotación y el reparto de roles. Siempre es así.
¿Y Simmons? El australiano está bien… pero con asuntos pendientes y que, seguramente, no resolverá hasta los playoffs. Cuando el plan de los rivales se devana los sesos para exprimir las limitaciones. Que le pregunten a Giannis Antetokounmpo. Simmons, número 1 del draft de 2016, está en su cuarta temporada (no jugó en la primera por lesión) en la NBA. Tiene 24 y todavía puede crecer como jugador. Pero, por lo que hemos visto de él, parece más probable esperar una maduración que le haga mejor en las cosas en las que ya es (muy) bueno que una evolución en campos en los que sigue negado. Simmons, en su actual nivel, es un all star perenne, un defensor determinante y un excelente pasador. Pero no avanza ni como tirador ni como anotador (que no son conceptos idénticos) y eso, por muy bueno que sea en otras cosas, complica su relación con Embiid. Simmons parece un jugador que requiere hacer un equipo y un plan a su servicio… pero tiene carencias que le convierten en segunda espada, no jugador franquicia. Y que salen especialmente a la luz cuando el mejor jugador del equipo es un pívot que rellena las zonas con su inmensa presencia.
Con más tiradores y la pista más abierta, se podían esperar más espacios para percutir y más transiciones rápidas de Simmons. Pero, por ahora, el australiano está en mínimos en puntos (12,4), tiros a canasta (9,2) y porcentaje de acierto (51,5). Coge 8,6 rebotes y da 7,9 asistencias pero la sensación es que sus problemas se acrecentarán, y dictaminarán su particular juicio final, cuando lleguen los playoffs. Está en un terrible 33% en la distancia que va de un metro al aro hasta la línea de tres (su laguna no es solo la larga distancia, donde literalmente carece de rango). Y está en el percentil 13 (horrible) en anotación como manejador de la bola en el pick and roll. El riesgo obvio es que cuando los rivales quieran, podrán explotar esas carencias, dejarle espacios inmensos, quitarle destinos para sus pases y colapsar sobre Embiid. Sería el jaque mate para las aspiraciones de los Sixers.
Ya en los últimos tiempos de Brett Brown había quienes pedían a gritos fórmulas creativas para utilizar de otra manera a un jugador tan interesante como Simmons. Que abandone el rol de base más clásico y empiece a jugar como ala-pívot, incluso como pívot generador, haciendo algunas de las cosas que en los últimos tiempos han hecho de maravilla jugadores como Draymond Green y Bam Adebayo. Ejercer de pasador desde posiciones interiores, crear superioridades sobre defensores sorprendidos, ser el finalizador y no el iniciador del pick and roll con vías directas al aro y compañeros abiertos en cada ángulo. El problema de estas opciones, que suenan muy interesantes, es que chocan (como chocaría él físicamente) con la presencia interior que garantiza Embiid.
Simmons, volvemos a la cuenta atrás, quizá no sepa exactamente por qué no ha acabado en Houston. Puede que los Rockets exigieran demasiado en el trueque, puede que (también se ha dicho) Tilman Fertitta (dueño de los Rockets) le pasara factura por la espantada a Daryl Morey. Pero sí sabe que, aunque en el corto plazo sale reforzado, su nombre ya está en los debates, su equipo ya ha negociado su salida (ya no es intocable, eso se acabó) y si las cosas no funcionan se reformularán alrededor de Embiid, no de él. Y James Harden ya no está en el mercado pero tal vez aparezcan en él (con su rango exterior…) Bradley Beal, CJ McCollum… Así que esta temporada es especialmente importante. Para los Sixers, para Simmons y para su unión con Embiid. Tic tac, tic tac…