ATLANTA HAWKS

Trae Young despliega las alas de los Hawks

La franquicia de Atlanta, invicta en lo que va de temporada, presenta su candidatura a equipo revelación. El joven All-Star lidera con 34 puntos y 7,3 asistencias.

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Trae Young despliega las alas de los Hawks
ERIK S. LESSER EFE

El qué y el cómo son dos dimensiones distintas en el mundo del deporte. A veces, confluyen; otras, avanzan por derroteros totalmente distintos. En el primer caso, encontramos dos posibilidades: ganar jugando de forma atractiva o perder, para más inri, con un juego poco deslumbrante. En el segundo, sus complementarios: vencer sin florituras o caer sin dejar de lado el deleite visual. Trae Young había sido un asiduo usuario de lo último; pero, en lo que va de temporada, se ha apuntado a lo primero. Los Atlanta Hawks mantienen su récord impoluto con tres victorias en tres partidos. Young, por su parte, ya en su tercer curso, está viendo como, por fin, sus actuaciones no son sólo carne de highlights.

Venían avisando. Le tenían ganas a esta temporada. Travis Shlenk se movió, y mucho, durante la agencia libre. No sin dar que hablar. Trajo a Atlanta jugadores veteranos, como Danilo Gallinari (32 años) o Rajon Rondo (34), aparentemente, en las antípodas del proyecto. Para algunos, un paso precipitado: con la continuidad de Young asegurada para el futuro próximo, ganar todavía no es una obligación. Todo teoría. Young, por su carácter, no parece ser de los que les gusta esperar. Tremendamente competitivo, quería resultados y, a modo de aviso para el resto de franquicias, los empieza a tener. El pasajero dolor de muelas que significaba jugar contra él va camino de convertirse en un diagnóstico más grave.

En el primer partido, victoria por diferencia de veinte ante Chicago (104-124); en el segundo, de diez frente a Memphis (112-122) y, en el último, 128 a 120 contra Detroit. Victorias con varios denominadores comunes y alentadores: Tae Young encadena exhibición tras exhibición, piezas importantes aún no están y, las que están, están muy bien. Bogdan Bogdanovic, su nuevo escudero, promedia 13 puntos, 7 rebotes y 3 asistencias; ha arrancado algo irregular, pero deja la sensación de que, cuando se asiente, pude ser un factor diferencial.

La retahíla de jóvenes sigue en su línea. Y eso es vital: su progresión durante este curso determinará el futuro de la franquicia (a nivel de resultados y de movimientos). Turnan su protagonismo bajo la estela de Young. Cam Reddish (10,3 puntos y 5,3 rebotes), John Collins (14 y 6,3), De'Andre Hunter (12,3 y 6,7) y Kevin Huerter (13,7 puntos y 3,3 asistencias) no quieren ser meros complementos. Combinan un goteo estadístico imprescindible con apariciones punzantes, como la de Heurter frente a Memphis, donde se fue hasta los 21 puntos con un 4 de 5 en triples. Gallinari, hasta ahora, sólo ha participado en uno de los encuentros: en el primero, como titular (por despejar aún si su rol en el equipo será el de sexto hombre), con 24 minutos, 13 puntos, 4 rebotes y 3 asistencias. Sin problemas físicos aparentes, se espera que reaparezca esta misma madrugada frente a los Nets (1:30 hora peninsular), el primero hueso duro de roer. Con él, también estarán Clint Capela y Rajon Rondo, que frente a los Pistons ya disputaron minutos, con 7 puntos y 9 rebotes para el primero y 12 puntos y 8 asistencias para el segundo.

Todavía es pronto para sacar algo en claro. Tal y como advierte Tom Bassine, estadista especializado en NBA, la tendencia de las últimas temporadas no ha empezado a dibujarse hasta el 15º partido; pero, en Atlanta, las piezas van llegando y, de momento, van engrasando.

Los rivales, desquiciados

Trae Young está haciendo lo que quiere, cuando quiere, como quiere y donde quiere. En el último caso, en sentido literal: antes del partido frente a Detroit, se le vio encestar un triple - por llamarlo de alguna forma - desde fuera de la pista. Sentado y como el que no quiere la cosa. Su imaginación no tiene límites; sus números, tampoco. Primer partido, 37 puntos, 7 asistencias y 5 de 6 en triples; segundo, 36 y 9; tercero, 29 y 6. Todo ello, para un promedio de 34 puntos y 7,3 asistencias. Números de aspirante a MVP, aunque sean después de solamente tres partidos.

En su caso, además, las cifras van acompañadas de música. No son sólo escaparate, hay que escucharlas. Penetra a modo de solista enfurecido, asiste con la imaginación de un maestro improvisando. Lleva la batuta y se permite el lujo de romperla cuando le place. Bella sonata para los aficionados, cacofonías de insomnio para los contrincantes. Todos le han sufrido y todos han acabado desquiciados. Grayson Allen, jugador de Memphis, una de sus víctimas.

En los tres partidos de temporada hasta el momento, a Trae Young le están saliendo muy baratos sus viajes hasta la línea de tiros libres. Nadie le puede tomar la medida. Acelera, frena y, tras salir del bloqueo, sus contrincantes no pueden evitar cometer falta. Eso fue lo que acabó con la paciencia de Grayson; aunque, en su caso, el pique viene de lejos. En pretemporada ya se enzarzaron y, mucho antes, en 2018, tuvieron su primer encontronazo. Pero el efecto Young va mucho más allá de contiendas con raíces en el pasado. En el mismo partido contra Memphis, también se vio fuera de sí a JA Morant. Al terminar el partido, recriminó de forma airada varias decisiones arbitrales. Muchas de ellas, relacionadas con esas faltas que Trae inventa tan bien. Había perdido el duelo de talentos, y eso no gusta a ninguna estrella; todavía menos a estas edades.

Los Grizzlies, a cinco minutos para el final, ganaban por un punto. Ja, con un reverso y una dejada maravillosa a tabla, les había puesto por delante. A partir de ahí, se desató la tormenta. A falta de un minuto y medio, tres puntos arriba Atlanta, Trae Young decide encarar canasta: bota, observa, acelera, frena, se pasa el balón por debajo de las piernas en engaño de pase atrás, Valanciunas se deja llevar hacia la dirección que, en 99 de los 100 universos posibles, debería haber tomado esa pelota, deja descubierto el camino a Young, que avanza y anota a placer. Siguiente jugada, el propio Morant es el castigado. Cambio de ritmo y dos puntos más. Facilidad insultante que remata con un caño a Dillon Brooks. Le dan por todas partes, pero mira al marcador y le da igual: 112-122. Victoria. Algo ha cambiado. Resultados y belleza no son intrínsecos, pero su coincidencia es maravillosa.