CASADEMONT ZARAGOZA 105-BILBAO BASKET 76
El Zaragoza atropella sin piedad a un Bilbao Basket sin alma
Sólo hubo cinco minutos de emoción, hasta el 17-3. Los aragoneses, con mucho más físico y actitud, se pasearon por la pista y huyen de la quema en tres días mágicos.
Curiosidades de los números. El partido más desastroso de los últimos años del Bilbao Basket no metió al equipo en la quema, sigue sin adentrarse en las arenas movedizas del descenso. Como ha perdido un puñado de compromisos por estrecho margen, en ese galimatías de formaciones con dos victorias (con Betis, Granca y un Acunsa GBC que ha ganado al Andorra), aún tiene a dos por debajo. Pero visto el ejercicio de impotencia de esta tarde en el Príncipe Felipe, es cuestión de tiempo que caiga a los dos peldaños que mandan a la LEB. El Zaragoza, que tiene muchísimo más equipo y ha fichado al seleccionador argentino para demostrar que no se anda con bromas, sale del atolladero. Ha encadenado dos victorias en tres días, lo mismo que otros en lo que va de temporada, va mudando piezas con acierto y en este caso la sensación es completamente distinta, huele a habitar la zona media de la tabla pronto. Su globo asciende y el de otros, como el del Bilbao, pedorrea pinchado desde el cielo camino de la alcantarilla. Han salido Jones y Moses y nada ha cambiado. Desnudo de Balvin, su jugador diferencial, es un grupo muy vulgar. Sus fichajes son de medio pelo porque la economía no da mucho de sí. Y en el Zaragoza suben al carro a grandes jugadores como Bray. Debutó Aleix Font, que vuelve tras haber sido cedido al Girona.
El 'Oveja' dio con la clave al final del choque. El Bilbao se reanimó tras la victoria en la Champions ante el Fortitudo, pensaba que la crisis estaba casi zanjada y tuvo tiempo para preparar el choque de Zaragoza. Todo demasiado 'guionizado'. La idea del Casademont era romperle los esquemas con una salida a mil por hora y vaya si lo consiguió. La primera parte fue un bochorno absoluto, una barrida en toda regla, camino de la mayor paliza de la historia a los bilbaínos (aquel célebre -47 en el estreno de La Casilla ante el Baskonia), que deambulaban sobre la madera.
El Casademont sacó a su rival de punto desde el salto inicial. El RETAbet fue respetuoso con las autoridades sanitarias y mantuvo la distancia de seguridad con su forma de flotar a los rivales. El COVID ahí poco tenía que hacer desde luego. El saludo inicial de capitanes Barreiro-Rousselle de los partidos solidarios chocando nudillos fue lo más cerca que estuvo un jugador de negro con cualquier otro adversario. Fallaron tres bandejas fáciles y dos tiros abiertos, se desconectaron atrás por esos errores, y aunque el técnico buscó una mínima identidad a través de los cambios, sólo Miniotas empleó cierta dureza. El Zaragoza llegaba de un partido exigente ante el Andorra y ellos de una pachanga en Bolonia, ahí está la cuestión.
Era como si jugaran hombres contra niños. Niños, sí, no nenas, que Sergio Hernández ya se encargó de censurarse esta expresión. 17-3, 29-10, 30-10... la diferencia fue creciendo gracias a una defensa de risa de los 'hombres de negro', a los que el físico no les da para estas guerras. Dos Anjos ha crecido mucho pero no está para medirse a los grandes transatlánticos de la ACB. Y Huskic es un gran generador ofensivo pero pésimo candado de la cesta propia. Kulboka no merece los minutos que juega y Hakanson necesita en todo momento a un base a su lado, así que anula la idea por la que se le contrató. Encima acabó lesionado. Los zaragozanos empezaron a gustarse, moviendo el balón hasta llegar la canasta más floreada. Un 12-0 seguía engordando la diferencia. Brusino metió un matazo de espaldas: 45-20. Los triples eran una tortura en el caso de los visitantes, que amablemente aceptaban canasta con adicional o triples sin puntear.
Aquello apuntaba a masacre. Y Mumbrú se rebelaba ante el destino. "¿Quién quiere jugar? ¿Quién quiere ganar? ¿Qué es esta mierda? ¿Qué estáis pensando? ¡Tenéis un minuto para arreglarlo o estáis fuera!", gritaba en un tiempo muerto, incidiendo especialmente en Reyes y Kulboka. Era predicar en el desierto. El equipo salió algo más intenso en el segundo tiempo y Brown fue haciendo buenos números; una zona 2-3 trató de cambiar algo el ritmo, pero en una nueva desconexión de un minuto, se evaporó. Los porcentajes en triples eran lamentables. Por las faltas de los interiores tuvieron que formar por dentro un rato Kulboka y Miniotas. "Ha sido un partido duro porque estábamos llevando una trayectoria ascendente, cada vez estábamos mejor. Es impotencia", resumió Mumbrú. "Tenemos que aprender de lo negativo". Hernández hizo una rotación corta para no perder el foco ni un segundo y dio entrada al final a los chavales, les dijo a todos que disfrutaran pero sin humillar que esto alguna vez se te puede volver en contra. Completó tratando de rebajar la euforia: "No es que sea un mal equipo el Bilbao Basket y nosotros los campeones de la NBA". Pues lo parecían.