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NBA | FINALES 2020

La obra maestra defensiva de Vogel en los Lakers

El equipo angelino conquistó el 17ª anillo de la NBA de su historia gracias, en gran medida, a una fortaleza e implicación atrás sobresaliente.

Frank Vogel, entrenador de los Lakers, habla con LeBron James.
KEVORK DJANSEZIANAFP

“Estamos en medio de una obra maestra defensiva”. Frank Vogel alababa a sus jugadores durante un tiempo muerto del sexto partido de las Finales entre Los Angeles Lakers y Miami Heat. El resultado, el que todos conocemos, los angelinos abrasaron a los de Florida para sumar el anillo número 17 de su palmarés. El encuentro fue una muestra de orden defensivo, de agresividad en cada una de las acciones, de dominio en el rebote, de perseverancia atrás que dio un rendimiento exquisito: Miami solo pudo anotar 20 puntos en los primeros 12 minutos y 16, en los segundos. Jaque mate. Fin de la partida.

“Estábamos en todos lados, ejecutamos nuestras coberturas a la perfección y lo hicimos con pasión, con manos activas. Reboteamos y controlamos todo el juego. Muy orgulloso de nuestro desempeño defensivo”, aseguró el entrenador de los Lakers tras el duelo. “No cometimos muchos errores y, cuando los hicimos, corregimos rápidamente”, continuó Rajon Rondo. El base angelino fue una de las claves de esa titánica función. Inteligente con las manos, veloz y fuerte en los emparejamientos se convirtió en esencial en las tareas de intendencia durante la última eliminatoria por el título.

Al igual que Caruso, un torbellino defensivo que salió de titular en el sexto partido para demoler la resistencia de los Heat. Asfixiados después de un camino duro por los playoffs y también en las Finales, los de Spoelstra no encontraron ningún hueco por donde meter mano. Los Lakers no les concedieron ni un solo tiro cómodo ni permitieron penetraciones con Jimmy Butler como reflejo de la impotencia.

El alero promediaba 29 puntos, 10,2 asistencias y 8,6 rebotes en los cinco primeros partidos de las Finales. En el sexto, se vio reducido hasta los 12 tantos, 8 pases de canasta, 7 capturas y un -12 con él cancha y LeBron James de perro de presa: el propio Rey solicitó antes del enfrentamiento defender a un rival que en las dos victorias de su equipo había promediado 37,5 puntos con un 66% de acierto y un +12,5 con él sobre la pista para los suyos.

Una labor inconmensurable de los Lakers que llevaba gestándose durante todo la temporada. No fue de un día para otro. No sirve pulsar el botón de encendido para que todo marcha sobre ruedas, sobre todo en un faceta tan mecánica y tan grupal como la defensiva. Y si hay dudas, que se lo pregunten a los Clippers.

La experiencia Vogel

Desde el campus de entrenamiento de verano, Vogel introdujo esa necesidad de fortaleza. “Ese es nuestro ADN. Vogel lo ha enfatizado. Esa es nuestra marca”, señaló LeBron a mediados de un curso que acabó abruptamente a mediados de marzo por la COVID y con los Lakers con la tercer mejor defensa del campeonato: 106,1 puntos recibidos por cada 100 posesiones. El técnico ya había mostrado en Indiana de lo que era capaz, de su gran mano en el aspecto defensivo: en cinco temporadas (2011-2016), sus Pacers estuvieron siempre en Top-10, dos veces como líderes de la NBA (2012-13 y 2013-14) con medidas por debajo de los 100 tantos permitidos.

Sus Lakeres tenía esa misma capacidad que sus Pacers y él supo aprovecharla… aunque en gran medida todo dependía de LeBron, que llevaba varios años siendo una estatua de sal en sus emparejamientos. El alero cumplió con su parte. Se reactivó y se movió al mismo son que un grupo con enormes fortalezas. Por un lado, tenía una presencia gigante en la zona con Anthony Davis, Dwight Howard y JaVale McGee, pívots altos y móviles. Principalmente Davis, capaz de defender a múltiples posiciones dentro de la pista. Además de tiránicos con los jugadores que lanzaban: los Lakers fueron líderes en tapones con 6,6 por encuentro en Regular Season.

Además, la línea exterior era capaz de asfixiar y de intercambiarse. De mutar. Movilidad de nuevo con especialistas como Rondo, Caruso y Bradley (ausente durante la burbuja). Green y Caldwell-Pope eran igualmente inflexibles con sus pares. Uno tras otro completó una labor esencial que llevó a los Lakers al anillo, a un obra maestra defensiva.