Llull se desmelena ante un Khimki tan roto como heroico
El menorquín arrancó como un tiro (16 puntos en 12 minutos) y acabó con 21 y solo 9 lanzamientos. Laprovittolla, 19. El equipo ruso aguantó con solo ocho jugadores.
Dicen que la primera vez en todo es la más difícil. Quizá por eso, con bastante de cara ante un rival al que no le podían pasar más cosas, al Madrid le costó más de la cuenta meter en el zurrón el primer triunfo del curso europeo. Ayudó un brillante Sergio Llull (21 puntos con apenas 9 tiros y 26 de valoración). Una victoria que rescata a los blancos de la última posición a la que cayeron al final de la segunda jornada con un 0-2 inédito en su casillero continental.
Mejorar para ganar; no era difícil. El Real se presentaba con 70 puntos de media (puesto 17 de 18 equipos), 12 asistencias (17º) y 68 de valoración (último). Cifras a las que se acercaba ya al descanso con 60 créditos (49-41). El progreso era evidente, aunque con asterisco por las circunstancias, y le quedaba encauzar la victoria. Lo logró en el tercer cuarto sin acabar de rematar en un partido de anotación fluida y defensas permisivas que concedían buenos lanzamientos: 17 de 34 los blancos y 8 de 16 los azules desde el triple. Clavaron el 50%.
El Khimki era una banda, en el buen sentido: exigua pero cohesionada frente a la adversidad. Un jarro de penalidades, que es peor que el agua fría, le cae sobre la espalda en las últimas semanas. Cinco bajas por coronavirus, incluido Jordan Mickey, tres ya conocidas por lesión, y qué tres (Shved, Jovic y Errick McCollum), y dos más de última hora (Karasev y Bertans, que viajaron y ni siquiera pudieron entrar en la convocatoria). Así que el banquillo ruso, con Kurtinaitis a la cabeza y otros cuatro técnicos de traje, era para verlo justo antes del salto inicial (y luego). Una fila de sillas vacías y tres chavales de entre 20 y 21 años dispuestos a tener una oportunidad (y bien que volvió a aprovecharla el alero Odinokov). El resto, todos los disponibles, estaban sobre el parqué. No había más: Zaitsev, Vialtsev, Monia, Jerebko y Booker.
El resultado, dirán, era cantado, pero no hubo tanta música. El Khimki entró con confianza y sin nervios, y a la vez mentalizado de ir a su ritmo e impedir que todo se desmadrara. Lo consiguió hasta el bocinazo final. Un aplauso para un equipo acostumbrado otros años a diluirse en la adversidad pese a lucir plantillones. Lo que no quita para que vaya 0-3 igualado como colista con el Alba Berlín. Zaitsev (21 tantos), Jerebko (18) y Booker (22) llevaron el peso.
Enfrente, lo mejor con diferencia, la actuación de Llull, encarador, veloz de piernas y certero: 16 puntos en sus 12 primeros minutos en pista y 21 al final con 4 de 5 de dos, 3 de 4 de tres y 4 sin fallo desde la personal para 26 de valoración. A su racha inicial le siguió la de Laprovittola, que en 14 minutos añadió 4 triples y 14 tantos (terminó con 5 de 7 y 19). Acciones individuales y buenos pases. Entre él y Campazzo, 15 de las 23 asistencias del Madrid (7 y 8, respectivamente). Tavares tuvo un buen arranque en la reanudación y luego Thompkins lució manita. Conclusiones, ninguna; números, alguno más: 94 puntos y 113 de valoración. Hasta la próxima, el viernes en Milán, en la guarida del Chacho y de Messina. Sin tifosi, claro.