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MIAMI HEAT

De una caravana al All Star: Adebayo es el alma de los Heat

El pívot ha debutado como all star en la temporada de su explosión definitiva: "No estaría aquí si hubiera tenido una vida más fácil, el tráiler me hizo ser quien soy ahora".

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De una caravana al All Star: Adebayo es el alma de los Heat
Michael ReavesAFP

Miami Heat está a tres victorias de las Finales de la NBA, las que disputaron cuatro veces en los cuatro años de LeBron James (2011-14) y las que ni han rondado después. De hecho, son finalistas del Este (por ahora, como mínimo) después de no jugar playoffs y quedarse en un 47% de victorias la temporada pasada (39-43). Con Pat Riley como cima constante de la pirámide, y como figura de la que emana un aura perpetuamente ganadora, y sobre todo con el extraordinario Erik Spoelstra en el banquillo, la franquicia de South Florida ha mantenido su concepto de proyecto y su idea de cultura también cuando han venido mal dadas. No es que no hayan cometido errores, todo el mundo los comete y en su caso les dieron contratos horribles a Hassan Whiteside, Tyler Johnson, James Johnson o Dion Waiters; es que en Miami han preferido maniobrar en la respetabilidad y seguir compitiendo sin abandonarse al tanking y las promesas de futuro. Un plan que suele ser mejor; y que es, desde luego y como mínimo, más saludable.

Después de su tremendo recorrido por los playoffs de la burbuja, es del dominio público la irrupción de Miami Heat en el primer plano competitivo antes de lo previsto. El traspaso por Jimmy Butler, feliz en un ecosistema como el de Spoelstra (muy pocos jugadores no lo están); la presencia de veteranos como Goran Dragic, la ambición de ir a por Iguodala (le quede la gasolina que le quede…) y, claro, un bloque joven que está ya perfectamente preparado para el gran escenario competitivo. Y si no, que le pregunten a los Bucks o a los Celtics del primer partido de la final. Un lote, además, que no ha necesitado de tankings salvajes y oraciones para caer al top 3 de ningún draft: Tyler Herro fue número 13 del pasado draft, y un año antes nadie eligió a Kendrick Nunn y Duncan Robinson. El primero era un gran talento que quedó en cuestión por sus problemas extradeportivos y de comportamiento, incluido un caso de violencia doméstica. El segundo es un jugador con el que nadie contaba en la elite y que es ahora mismo el mejor tirador de tres de la NBA (al menos en esta temporada de hiato de Stephen Curry y Klay Thompson): casi un 45% lanzando más de ocho por partido.

Bam Adebayo, el nuevo corazón de la franquicia

Y, claro, en el draft de 2017 los Heat eligieron a Bam Adebayo con el número 14. Si Herro va camino de ser un anotador de highlights y posters, una estrella más convencional, Adebayo es el pilar esencial sobre el que se asientan estos nuevos Heat, más incluso (por filosofía) que Jimmy Butler. Y es una de esas nuevas estrellas que crea y necesita la actual NBA, la de la revolución del triple y los espacios y la estadística avanzada. Es, aunque parezca paradójico, un carácter de vieja escuela, un jugador competitivo y orgulloso que tiene 23 años y demostró que iba a ser el pívot titular de los Heat durante muchos años, aunque mide 2,06, en cuanto el equipo se quitó de en medio los inútiles 213 centímetros de Whiteside.

Dwyane Wade, el gran jugador de la historia de los Heat, le ha pedido a Adebayo que supere sus marcas e iguale su huella en la franquicia. Él, que ha visto en primera persona qué tipo de jugador y compañero es el pívot, le pasó la antorcha y le reta con apuestas sobre sus estadísticas como las que les planteaba a él y a Udonis Haslem el entonces asistente Bob McAdoo cuando ambos daban sus primeros pasos en la liga. Adebayo ha respondido al reto: ha pasado de 8,9 puntos, 7,3 rebotes, 2,2 asistencias y 0,8 tapones en su segunda temporada a 15,9, 10,2, 5,1 y 1,3 en la tercera, en la que ha sido segundo en el premio de Jugador Más Mejorado (detrás de Brandon Ingram) y quinto en la votación de Defensor del Año (e integrante del Segundo Quinteto Defensivo). Y en la que, sobre todo, ha sido elegido All Star por primera vez.

Adebayo es un excepcional defensor, con físico y motor para trabajar sin descanso y proteger el aro y, esto es esencial, capacidad para encargarse de cualquier jugador, del base al pívot rival. Un valor impagable en la NBA actual. Pero es también ya un jugador fundamental en el ataque de su equipo, que deja muchas jugadas en manos de su instinto como playmaker. No es uno de los principales anotadores ni el gran generador, pero el tránsito de la bola por él es clave para hacer flexible, moderno y extremadamente peligroso al ataque de Spoelstra, que apostó por liberar la mejor versión de Adebayo, un pívot con alma de base, dejándole acumular pérdidas tontas y errores en su segunda temporada en la NBA. Poco a poco, estaba forjando un jugador nuevo, uno cuya evolución ha sido visible semana a semana durante los últimos meses.

El imparable ascenso del pívot playmaker

Por su perfil, tanto en ataque como en defensa, es imposible no asociar a Adebayo con Draymond Green y la revolución que supuso su irrupción en los Warriors, especialmente cuando Steve Kerr lo colocó como pívot en un small ball que, no por casualidad, acabó llamándose el quinteto de la muerte. Más allá, su trascendencia en el juego (obvia en estos playoffs) es una demostración más del ascenso de un nuevo jugador interior, uno que ha trascendido al stretch (el ala-pívot o pívot que se abría para tirar de tres): el point forward o point center, los interiores capaces de ser creadores de juego, facilitadores. Hay casos obvios por sus virtudes muy visibles como pasadores: Marc Gasol, que cerró el rompecabezas de unos Raptors a la postre campeones, y sobre todo Nikola Jokic, el mejor pívot pasador que ha habido en la NBA desde Bill Walton. Junto a ellos, aparecen otros como Green o Adebayo, que aportan además una extraordinaria capacidad y polivalencia en defensa. Kerr desató todos los infiernos cuando cogió conceptos del triángulo ofensivo de Phil Jackson (fue campeón como jugador con los Bulls de Michael Jordan) y los renovó: la misma geométrica pero el interior ya no creaba desde el poste, sino que lo hacía de cara al aro y desde más allá de la línea de tres mientras se movían y deformaban cualquier estrategia defensiva del rival los dos mejores tiradores de siempre: Stephen Curry y Klay Thompson, los Splash Brothers.

Spoelstra da una libertad similar a Adebayo. Confia en su instinto, en su capacidad para mejorar lo que pasa con cada posesión que toca, tomar decisiones cuando los rivales han cerrado a Butler y el balón llega a sus manos. Con los interiores tradicionales, esto obligaba a un reseteo del ataque. Los tiradores que llegaron después permitían soluciones anotadoras que quitaban presión al ataque abriendo vías enormes hacia la zona. En esta nueva NBA de espacios, movimientos y mucho tiro, la figura como ancla de un pívot que sepa pasar y que sepa entender lo que sucede en la pista es casi una garantía de éxito. De éxito rotundo si ese jugador tiene, además, la extraordinaria capacidad defensiva y el compromiso colectivo de Bam Adebayo.

Un pick 14... por las dudas con su ataque

Adebayo cayó hasta el 14 del draft por, en gran parte, una paradoja: eligió Kentucky para su año universitario (2016-17) porque el entrenador, John Calipari, tiene una probada capacidad de convertir a sus mejores jugadores en altas elecciones de draft por la vía rápida. Pero al mismo tiempo, fue Calipari el que le limitó a poner bloqueos, terminar continuaciones y matarse a defender en el equipo en el que estaban De’Aaron Fox y Malik Monk. Un equipo que perdió en el Elite 8, a las puertas de la Final Four, contra North Carolina pero que metió en los puesto de lotería del draft (top 14) a Fox (5), Monk (11) y Adebayo (14).

Por su rol con los Wildcats, algunos se plantearon (ahora cuesta creerlo, claro) si el pívot podía ser un jugador viable en un ataque NBA. Por eso lo descartaron los Knicks con el 8 (eligieron a Frank Ntilikina… que por ahora no es un jugador viable en un ataque NBA) y, entre otros, los Hornets, el equipo que en el que quería jugar Adebayo y que prefirió a su compañero en Kentucky, un Malik Monk que por ahora ha dado alguna de cal y muchas de arena en la NBA. Los Heat tenían al pívot como número 10 en su ranking, así que se frotaban las manos: Detroit no lo elegiría en el 12 (fue Luke Kennard) porque ya tenía a Andre Drummond (que ahora está en los Cavs). Quedaba el 13, de los Nuggets, así que cuando estos traspasaron el pick a los Jazz, que se lanzaron a por Donovan Mitchell, en Miami sonrieron: ya tenían al jugador que les había impresionado en los entrenamientos previos, en los que incluso se había encarado con el mismísimo Pat Riley. Algunos habrían visto esos gestos como una señal de alarma, pero Juwan Howard, entonces asistente de Spoelstra, lo vio claro al instante: “Tiene madera de jugador de los Heat”.

En Miami, Spoelstra ha recuperado al jugador que en el instituto subía la bola, recibía triples marcajes y promediaba 32 puntos y 21 rebotes en su primer año. El que se elevó a la categoría de prospect 5 estrellas, quinto mejor jugador del país de cara al curso universitario 2016-17, y segundo mejor ala-pívot. Los Heat valoraban al jugador, pero también a un chico modélico con los estudios y del que no había una mala referencia, y con un tremendo carácter pero la capacidad, tan joven, de canalizarlo en compromiso competitivo e implicación con su equipo. Incluso, lo dijo Spoelstra, deseaban darle a Adebayo la historia por la que llevaba años peleando, una en la que sacaba de la pobreza y los apuros a su madre, Marilyn Blount.

De padre nigeriano que abandonó su casa cuando él era un crío, a Edrice Femi Adebayo lo empezó a llamar “Bam” su madre por un personaje de Los Picapiedra (Bam-Bam, el bebé adoptado por Pablo y Betty Mármol). Ella lo crio en un tráiler, una de esas livianas casas móviles y caravanas que acaban formando extrañas barriadas en zonas depauperadas de Estados Unidos, en Carolina del Norte (por eso el deseo de jugar en Charlotte Hornets). Trabajaba como cajera y, pronto, su hijo percibió su hastío, su cansancio y su angustia, y prometió que la sacaría de todo aquello. Con su primer sueldo, se la llevó a cenar a un Cheesecake Factory, y le consiguió un apartamento en la misma torre del downtown de Miami en la que vive él, solo que 41 pisos más abajo (del 46 al 5: a su madre no le gustan las alturas). La foto de ese tráiler en el que vivían era el fondo de pantalla en su móvil y le acompañó también en los Heat, donde puso la imagen en su taquilla y solía escribir la dirección en sus zapatillas: “No quería ser visto solo como otro niño pobre, mi ambición se forjó en ese tráiler. Si hubiera tenido una vida mejor, tal vez no estaría aquí, ese tráiler me hizo ser quién soy”.

Su madre todavía reconoce que a veces se sienta en su apartamento y llora, incapaz de procesar si todo lo que le rodea es realmente suyo: “Aún me preocupo de que mi hijo tenga lo necesario, de si lleva dinero encima cuando se va de viaje con el equipo… te acostumbras a vivir pendiente de eso, con esa angustia”. Los Heat percibieron esa conexión en un jugador extremadamente maduro para su edad, un físico prodigioso y una ética de trabajo óptima. En las instalaciones de la franquicia, la sala de musculación se llama “Zo’s Zone” en recuerdo a Alonzo Mourning, que amontonó todos los récords de kilos y repeticiones posibles. Adebayo se propuso batirlos y ya ha superado dos, aunque los preparadores físicos le dijeron que necesitaría cinco o seis años para simplemente acercarse a las cifras del mítico pívot, del que en los despachos ven también algo en Adebayo, el nuevo gran líder de un proyecto absolutamente emergente. Tanto que puede ser campeón ya esta misma temporada: “Es el Mourning, el Wade de este equipo, es el que pone el listón de lo que tenemos que ser”.

Adebayo aguantó la frustración cuando Spoelstra no le ponía en sus primeras semanas como rookie. Siguió trabajando y contrató un chef, aunque no pensaba hacerlo hasta que llegara el primer gran contrato. A base de quinoa, verdura y consejos hasta cuando está de gira con el equipo (le envía a su cocinero fotos del menú de los restaurantes) ha bajado su índice de grasa corporal por debajo del 7%. Sobre ese gran contrato, no hay duda de que llegará. Un máximo, de hecho, tal y como ya ha vaticinado el propio Jimmy Butler, feliz de tenerlo como compañero. Un chollo esta temporada (3,4 millones) y la próxima (5,1), los Heat no contaban con firmarle ya la megaextensión para tener (ganarían unos 13 o 14 millones extra) más margen salarial en el mercado de 2021, cuando es un secreto a voces que se lanzarán a por Giannis Antetokounmpo. El plan inicial era agotar otra temporada y esperar a que fuera agente libre restringido para igualar cualquier oferta por él. Ahora, visto el nivel que ha alcanzando en unos plazos tan cortos, tal vez los Heat se replanteen su estrategia... salvo que el propio jugador acepte esperar para ver qué pasa en ese prometedor 2021. De una forma u otra, el futuro de Bam Adebayo (cortado para el Mundial 2019 pero en la prelista para los Juegos de Tokio) está en unos Heat ganadores. Por muchos años.