PLAYOFFS NBA | NUGGETS 80 - 78 JAZZ (4-3)
Locura, infarto y fin a una serie histórica: Denver, a semifinales
Los Jazz remontaron una ventaja de 19 puntos, pero un triple de Conley sobre la bocina se salió de dentro. Los Nuggets, a semifinales tras una serie histórica.
Quedaban 17,4 segundos para el final, cuando Donovan Mitchell recibía el balón. Los Nuggets ganaban de dos tras un gancho imposible de Nikola Jokic y se preparaban para defender la que podría ser la última jugada del partido. Y así lo pareció cuando Gary Harris le robó el balón. Sin embargo, los Nuggets precipitaron el contraataque en lugar de quedarse con el balón y fallaron, por lo que los Jazz corrieron a la que iba a ser su última oportunidad de salvarse de la ignominiosa situación de convertirse en el duodécimo equipo de la historia que se deja remontar un 3-1, El último, por cierto, fueron los Warriors en las Finales de 2016... y esta vez no iba a ser distinta. El balón llegaba a Mike Conley, un hombre curtido en mil batallas que ha acabado siendo un mejor refuerzo para los Jazz de lo que demostraron los primeros partidos posteriores a su fichaje. El base, todo un ídolo en Memphis, se paró en la línea de tres y lanzó, pero el aro escupió el balón, que hizo la corbata y se salió, con los jugadores de fondo de los Jazz llevándose las manos a la cabeza.
Tras la jugada, Mitchell escondía la cara entre las manos mientras Jamal Murray iba a saludarle y a abrazarle. Ambos han sido los protagonistas absolutos de una serie histórica en la que han batido numerosos récords. Los últimos, de Mitchell, son los de ser el jugador que más puntos anota en una primera ronda de la historia (superando a LeBron) y el que más triples anota en una serie de playoffs con 33. El segundo, por cierto, es Murray, que se ha quedado en 32. Y sin embargo, hoy ninguno de ellos ha sido el principal protagonista, quedándose el jugador de los Jazz en 22 puntos y su némesis en Denver, en 17. Y habiendo anotado 475 puntos combinados en toda la eliminatoria, otro récord. Eso sí, hoy los protagonistas han sido los hombres interiores, una lógica aplastante en un séptimo partido en el los pulsos tiemblan y meterla de cerca es más fácil que desde la línea de tres.
Hoy, se han anotado 158 puntos combinados, la cifra más baja en toda la serie y el único encuentro en el que ninguno de los dos equipos ha superado la barrera de los 100 puntos. De hecho, excepto en el tercer encuentro, ambos lo habían hecho sin excepción. Los nervios eran palpables y se han visto reflejados en el tiro, con Denver lanzando un 37,3% en tiros de campo y un 25,8% en triples por el 38 y 23,5 de los Jazz respectivamente. Y dentro de la irregularidad manifiesta de los dos equipos, la locura se ha apoderado también de un encuentro que los teóricos locales (ya que todo se celebra en el mismo campo) iban dominando por una ventaja de 19 puntos en el segundo periodo, pero que han visto cómo eran remontados con la misma presteza con la que ellos habían pasado del 3-1 al 3-3. Aunque, en este caso, con mejores noticias, ya que se acabaron llevando el choque.
Jokic y Gobert, un duelo de altura
Ante la inoperancia de los jugadores exteriores en el lanzamiento, tocó tirar de pívots para resolver el encuentro. Gobert ya llevaba tres faltas en el primer cuarto (y Mitchell en el segundo), pero se las apañó para llegar vivo a la parte final de un encuentro en el que Jokic llegó con cinco y reservado en defensa por un Mike Malone que no descartaba la prórroga. No en ataque, ya que metió ese ya mencionado gancho ante la defensa de un superlativo Gobert que estuvo muy cerca de alcanzar su redención particular, que al final se ha quedado en nada. El primer positivo por coronavirus, ese por el cual se paró la competición, firmó un partido majestuoso, derrochó pasión y tuvo unos minutos en el último periodo en los que parecía llegar a todo y a todos, en defensa y en ataque. Como último receptor de sus compañeros y con jugadas tremendas en el otro lado de la pista, frenando parcialmente a Jokic y ayudando contra jugadores exteriores más rápidos. Al final, 19 puntos y 18 rebotes para él, insuficientes para llevarse la victoria y recibiendo una canasta de Jokic, a la postre ganadora, de la que no tuvo la culpa.
El serbio, por su parte, se coronó. Desdibujado durante la serie, no por su nivel, sino por las proezas de su compañero Murray, se hizo cargo del partido. Sus lanzamientos cogieron mucho arco para evitar a Gobert, fue casi el único capaz de anotar ante él en la zona y tuvo una buena serie de tiro (12 de 23), que le permitió anotar hasta 30 puntos, que redondeó con 14 rebotes y 4 asistencias. Fue el mejor de su equipo con diferencia, acompañado de un Murray a rachas y de un Porter Jr., con buenos minutos pero que sigue sufriendo mucho en defensa, donde le provoca a Malone quebraderos de cabeza en los emparejamientos que solo compensa con su buen hacer en la ofensiva. El resto de la plantilla de Colorado sí estuvo a la altura defensivamente, en contraste con el resto de partidos, donde la mansalva de puntos era protagonista una noche tras otra.
De una forma y otra, serán los Nuggets y no los Jazz lo que se verán con los Clippers en semifinales. Tras una serie histórica, casi epopéyica, dos protagonistas cuyo duelo ya ha quedado para los anales y una generación joven capaz de hacerse con la NBA, ya tenemos ganador. Denver, que ha disputado su tercer séptimo partido consecutivo de playoffs (ante Spurs y Portland hace un año), irá ahora a enfrentarse a un rival que, sobre el papel, es neta y completamente superior a ellos y que disputa otra Liga. Por lo tanto, nada que perder para ellos... y mucho que ganar. El resto, ya lo veremos. De momento, los Nuggets van a semifinales. Y los Jazz, a reflexionar.